Perú: el presidente interino, ante el desafío de llevar calma a la sociedad y llamar a elecciones
Designado por el Congreso, Sagasti es el tercer mandatario en un semana; debe enfrentar la recesión y la pandemia
Francisco Sagasti, el nuevo presidente interino de Perú, el tercero en una semana, tiene como desafíos convocar a elecciones presidenciales el año próximo, reactivar la economía, atender la crisis sanitaria por el coronavirus y calmar el descontento de la población, que desconfía de los políticos por un historial de acusaciones de corrupción.
“El primer reto que enfrenta Sagasti es guiar las elecciones programadas para 2021 en un país como Perú, donde hay un desencanto generalizado con los políticos, y donde la población vota, desde hace tiempo, por el mal menor, no por un presidente de su preferencia”, comenta desde Lima José Carlos Requena, analista político.
Sagasti, de tendencia centro-liberal, fue designado por el Congreso peruano tras las masivas movilizaciones que exigían la renuncia de su predecesor, Carlos Merino, que derivaron en la muerte de dos jóvenes, y tras las que hubo denuncias de torturas y desapariciones de manifestantes. El nuevo presidente asume el mando de Perú por ocho meses, hasta la posesión de una nueva autoridad.
“El presidente se mostró con un aire de reconciliación que esperamos que mantenga hasta el último día de su mandato. Lamentablemente vimos a muchos partidos políticos que solo buscaban satisfacer intereses personales”, afirma Ricardo
Cuadros, sociólogo y analista político.
El alejamiento de la población peruana de la clase política se da tras diversos escándalos de corrupción que salpicaron a sus presidentes. Alberto Fujimori (1990-2000) fue condenado por homicidio y corrupción. Alejandro Toledo (2001-2006) fue acusado de corrupción y arrestado en Estados Unidos. Alan García (2006-2011), acusado de soborno, se suicidó el año pasado. Ollanta Humala (2011-2016) fue acusado de lavado de activos en el caso Lava Jato. Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) cumple arresto domiciliario por lavado de activos, y Martín Vizcarra (2018-2020) fue destituido por el Congreso por acusaciones de soborno.
Otro de los desafíos que debe enfrentar el presidente Sagasti es la pandemia. Perú tiene la segunda tasa de mortalidad entre las más altas del mundo, con 107 muertes por cada 100.000 habitantes, según datos de la agencia AFP. Los peruanos sienten la amenaza latente de una segunda ola de contagios.
“La crisis sanitaria nos preocupa. Una de las tareas inmediatas de Sagasti es realizar las gestiones para que Perú tenga las vacunas para enfrentarelcovid-19”,afirmarequena.
El cierre de las actividades por la pandemia aceleró la crisis económica en Perú. La tasa de desempleo nacional estuvo cerca de triplicarse en el tercer trimestre del año en comparación con el mismo período del año anterior: pasó de 6,4% a 16,4%, según los datos del Instituto
Nacional de Estadística (Inei). “La reactivación económica es una prioridad. Esperamos que el gabinete que entra en funciones otorgue soluciones a corto y mediano plazo. Ahora los peruanos buscamos mejores condiciones de vida”, afirma Cuadros.
Los desafíos, tras la designación de Sagasti, también son para la población peruana. “Los electores deben ser más exigentes con la clase política y deben canalizar su activismo político en las urnas. Deben ser vigilantes del Congreso y supervisar a los legisladores”, agrega Requena.
El analista político Hernán Chaparro asegura que uno de los gestos que podría dar el Congreso, institución que tiene una desaprobación que alcanza el 90% según una encuesta nacional del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), es que el debate sobre el presupuesto se realice de manera transparente.
“El Congreso debe recuperar la legitimidad. Cualquier decisión que los legisladores tomen en términos de alguna nueva ley puede ser altamente cuestionada por la ciudadanía y podría dar lugar a un nuevo estallido”, agrega Chaparro.
El Congreso peruano impulsó la cuarta moción de vacancia presidencial desde 2016. Las dos primeras se presentaron contra Pedro Pablo Kuczynski, que acabó renunciando al cargo en marzo de 2018; las otras dos las afrontó Martín Vizcarra, y la última terminó con su destitución, el 10 de noviembre.