Se vieron arrugas por Zoom y corrieron al cirujano plástico
Las intervenciones también aumentaron porque los posoperatorios se hacen en la casa, con home office y más privacidad
“Una cosa es mirarse al espejo mientras te maquillás, pero todo cambia cuando das clase dos veces por semana y te chocás con tu imagen en Zoom. Nadie me dijo que estaba tan arrugada. Ahí llamé a mis amigas y les pedí que me pasaran el número de su cirujana. Estuve 57 años enemistada con el lifting y ahora, al fin, cedí”, dijo Clara Aló, profesora universitaria.
Especialistas de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (Sacper) sostuvieron, en diálogo con LN/ UTDT, que al inicio de la pandemia por coronavirus les aconsejaron a sus miembros poner un freno a la actividad. Sin embargo, a partir de julio, muchos cirujanos reabrieron los consultorios y agendaron intervenciones quirúrgicas. “Tengo colegas que operaron más que nunca. En mi caso, tuve que agregar nuevos horarios: ahora empiezo a las cinco de la mañana. Hay un promedio de cirugías que superó el de años anteriores”, afirmó Teresita Cravino, cirujana plástica y miembro de la comisión directiva de Sacper.
Las reuniones virtuales hicieron que muchas personas encontraran rasgos que no les gustaban o signos de envejecimiento. “La gente quiere verse mejor, estuvo mucho tiempo encerrada y ahora busca hacerse cambios. Las pacientes me dicen que vieron la imagen que les devuelve Zoom y no les gusta, que antes no lo notaban”, expresó la doctora Cravino.
Los fenómenos del home office y de la educación remota trajeron la posibilidad de hacer varias actividades en simultáneo. “Siempre quise operarme la nariz, pero no sabía cuándo, porque no tenía tiempo libre. Si me hacía la cirugía en la vida normal, iba a tener que faltar a la facultad y tomarme días de trabajo. Al estar en pandemia, pude hacer un posoperatorio como yo quería: sin faltar a nada importante. Esto me convenció”, explicó Paloma Linik, una estudiante de 22 años.
“Lo que me frenaba a operarme era dar explicaciones en los eventos sociales. Quería hacerme una liposucción de cuello sin que toda la oficina se enterara. Ahora, no solo no voy a trabajar, sino que, como no veo a mis amigas, ni ellas lo saben”, comentó Lucía Fernández, de 26 años, analista de marketing.
Paula Barg, cosmetóloga, confirmó que recibió más consultas por aplicación de bótox y ácido hialurónico en los labios que en años anteriores. “Temía que la situación económica pusiera un freno a los tratamientos faciales, pero me sorprendí. Aunque atiendo con menos disponibilidad, por los protocolos sanitarios, los turnos de noviembre y diciembre están todos reservados. El barbijo les vino bien a mis clientas para los rellenos de boca. Se tapan y disimulan los moretones”.
Otras razones que motivaron a los pacientes a tomar la decisión fueron la ayuda y la compañía que reciben de la familia que permanece en la casa. “Los chicos se ocupaban de comprar cosas en el supermercado porque no estaban en la rutina diaria, al no ir al colegio. Mi marido también colaboró mucho más porque no está dando clases en la facultad. Iba al trabajo, volvía y estaba disponible”, reflexionó Melissa Kaplun, de 49 años, que en septiembre se realizó un levantamiento de mamas.
Según la doctora Cravino, la elección de cirugías depende de la edad y del género del paciente. Las mujeres más jóvenes suelen consultar por aumento de mamas y rinoplastia, mientras que las de 50 años en adelante optan por tratamientos faciales, liposucciones y levantamiento de mamas. Los hombres, aunque se los ve menos en los consultorios, averiguan por rinoplastias y liposucciones.
“La cuarentena creó una situación de mucha angustia en la gente. No sabe si se va a ir de vacaciones, entonces aprovecha y se opera”, agregó Cravino. Tal es el caso de Sandra, de 61 años, quien no quiso que se revelara su verdadera identidad: “Hace cinco años que tengo la duda de operarme la panza. Ahora que no me voy de vacaciones, aproveché y pedí una consulta. En enero finalmente me opero”.