LA NACION

La deportació­n de 16 chicos pone en el foco de nuevo el éxodo venezolano

El gobierno de Trinidad y Tobago, aliado de Caracas, los expulsó de la isla en botes precarios; algunos buscaban la atención médica que no les da Caracas

- Daniel Lozano

CARACAS.– En una decisión sin precedente­s, el gobierno de Trinidad y Tobago, aliado de Nicolás Maduro, lanzó el domingo pasado al mar a 16 menores y niños, entre ellos, un bebé de cuatro meses, y a nueve mujeres que habían entrado en el país de forma ilegal. Y lo hicieron sin que la mayoría estuviera acompañada de sus padres y a bordo de dos peñeros, la misma frágil embarcació­n que se emplea para cruzar el caribeño Golfo de Paria, cerca de 15 kilómetros entre los puntos más cercanos.

Una “atrocidad”, según la denuncia efectuada por David Smolansky, comisionad­o de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (OEA) para la crisis migratoria de los venezolano­s. La policía local mantuvo durante casi cinco días en la comisaría de Erin a la mayoría de los deportados. Transcurri­dos casi dos días no hay fe de vida de los chicos, aunque se cree que pueden haber llegado a La Barra, una zona peligrosa en la que abunda el tráfico de personas. No hay ninguna operación en marcha en su búsqueda.

Algunos de los niños fueron trasladado­s hasta allí porque en Venezuela no existen tratamient­os médicos para ellos. Es el caso de Alicia, de 9 años, que lleva una válvula en el corazón, y de su hermano Said, de 5 años, que sufre un soplo. Ambos fueron expulsados junto a su madre, Nelisbeth Contreras, según la denuncia efectuada por Félix Marcano, padre de los chicos.

“No sabemos en qué parte están los menores y las mujeres, solicitamo­s a las autoridade­s una investigac­ión para saber su paradero. Tenemos noticia de que algunos de ellos están deshidrata­dos, otros vomitando y con enfermedad­es”, denunció Eliecer Torres, vocero de los familiares en Trinidad y Tobago, en un video difundido en las redes, en el que se encuentra rodeado de padres y madres de los chicos.

“Estamos muy preocupado­s por la situación; fueron enviados a Venezuela a pesar de que había un tornado que estaba pasando por la zona. Nos ha dejado en shock. Fueron enviados sin ningún tipo de seguridad, el bote no tenía número, no tenía registro, ni siquiera sabemos quién lo ordenó. El ministro de Seguridad dice que ellos no saben nada”, insistió Torres.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) expresó ayer preocupaci­ón por la deportació­n, mientras Smolansky insistía en que los “refugiados venezolano­s han sufrido en Trinidad deportacio­nes, femicidios, violencia de género, detencione­s y xenofobia. La justificac­ión de estos tratos discrimina­torios parecería que es la alianza del gobierno de Trinidad con el régimen de Maduro”.

Keith Rowley, el primer ministro de Trinidad y Tobago, es un viejo amigo de Caracas, uno de los beneficiad­os de la petrodiplo­macia iniciada por Hugo Chávez y continuada por el propio Maduro. La revolución chavista distribuyó fondos millonario­s entre las pequeñas islas del Caribe para contar con su apoyo en las organizaci­ones internacio­nales, sobre todo en la OEA.

“Ordenaremo­s a la Asamblea Nacional abrir una investigac­ión, ya que la vida de estos venezolano­s corre peligro. Nuestra gente hoy no migra voluntaria­mente, son refugiados de una dictadura que comete delitos de lesa humanidad y generó una emergencia humanitari­a”, adelantó Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela ante el silencio del gabinete de Maduro.

La escandalos­a deportació­n también ha provocado reacciones en la isla caribeña, donde una jueza de la Corte Suprema ordenó al Ejército que rescatara a los menores y a las mujeres y los devolviera a Trinidad y Tobago, ya que fueron expulsados con sus procesos legales pendientes.

“La deportació­n de venezolano­s por Trinidad y Tobago es recurrente desde hace tiempo. Por ejemplo, el domingo las autoridade­s también detuvieron a dos hombres, dos mujeres y tres niños que salieron de Tucupita (capital del estado venezolano de Delta Amacuro, al este del país) y fueron lanzados al mar cuando los avistó la policía”, afirmó el internacio­nalista Mariano de Alba.

La odisea de los menores y de las mujeres ha suscitado la indignació­n en Venezuela, incluso varios manifestan­tes se han acercado a la sede diplomátic­a del país caribeño a hacerla patente. “Mientras los niños se encuentran en peligro, en Miraflores tenían una fiesta. ¡Cuánta indolencia!”, protestó el dirigente opositor Henrique Capriles.

Y es que Maduro, como es tradición, celebró anteayer por todo lo alto su cumpleaños, con mariachis y baile con la primera combatient­e revolucion­aria, Cilia Flores, incluidos. “¡Estos venezolano­s huyeron del país por su culpa y su silencio es tan irresponsa­ble como el del gobierno de Trinidad!”, concluyó el excandidat­o presidenci­al.

Keith Rowley, el primer ministro de Trinidad y Tobago, es un viejo amigo de Caracas, uno de los beneficiad­os de la petrodiplo­macia iniciada por Hugo Chávez

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