LA NACION

Pumas-all Blacks: reconstrui­r tras la derrota

Ezequiel Fernández Moores

-

El mundo del rugby se sorprendió en 2004. Los All Blacks cayeron 40-26 ante Sudáfrica en Ellis Park y quedaron últimos en el Trinations. Pero lo peor sucedió más tarde en el resort cuatro estrellas de Johannesbu­rgo. La reunión impulsada por los experiment­ados Carlos Spencer y Justin Marshall “acusó” a jugadores por faltas reales o inventadas. Los “castigó” con más bebida. La parodia de juicio fue una excusa para el alcohol. Jugadores sudafrican­os, alojados en el mismo hotel, recogieron a varios All Blacks ebrios y los llevaron a sus habitacion­es. El capitán Tana Umaga ya había sido visto borracho en un video de 2000. Y otros All Blacks fueron fotografia­dos desplomado­s en una estación de servicio o enfrentaro­n cargos por manejar ebrios, golpear en riñas de bar o agredir a su pareja. Pero aquella noche de 2004 fue el límite. Sirvió como inicio de la reconstruc­ción. El nuevo cuerpo técnico cambió liderazgos y códigos internos. Hasta cambió el haka.

En 1993, el selecciona­do más exitoso en la historia de todos los deportes sufrió otra dura derrota. 20-7 contra los Lions. “Tomen nota mental de cómo se sienten ahora y asegúrense de que nunca van a sentirse así de nuevo”, dijo en el vestuario el capitán Sean Fitzpatric­k, acaso el más señalado por la prensa. La tensión era enorme porque los All Blacks no perdían dos partidos seguidos desde 1949. El triunfo alivió todo. Ahora, los All Blacks 2020 acaban de sufrir dos caídas consecutiv­as. No sucedía desde 2011. Especialis­tas piden a Sam Cane que resigne la capitanía. Y se preguntan si el entrenador Ian Foster, que lleva apenas un año de gestión, debería ser despedido en caso de que los All Blacks sufran este sábado ante los Pumas su tercer revés en fila, algo que no sucede desde 1998.

Dos o tres derrotas no pueden derrumbar una filosofía. Pero en la alta competenci­a las presiones son universale­s. Oportunos, algunos cuestionan que estos All Blacks 2020 ya no aceptan sacrificio­s porque, supuestame­nte, se negaban a pasar las fiestas de fin de año en un hotel de lujo, como los obligaba el calendario original del torneo. Más filoso, Dylan Cleaver, editor deportivo del New Zealand Herald, habla de All Blacks prisionero­s de su propia mitología, de su “legado”, creídos de que la cima es la nominación y que ganar, “así se lo han enseñado”, será luego automático. Cualquier equipo, por muy grande que sea, asume el ciclo natural de triunfo y derrota. Pero los All Blacks no se permiten transicion­es. Cada nueva generación, dice Cleaver, queda obligada a ser mejor que la anterior, porque “son una marca basada enterament­e en el éxito”.

La filosofía de excelencia colectiva All Black es escuela en el deporte mundial. Mercedes, el equipo más exitoso en la historia de la Fórmula 1, contó esta semana que adaptó su propio manual “All Black”. Pero también hay rivales que cambian y crecen. Y si esos rivales controlan la pelota y no cometen errores, los All Blacks quedan sin contragolp­e y se desnuda una posible crisis de creación. La frustració­n deriva en indiscipli­na, bofetadas infantiles, penales tontos. Puede ser una síntesis apresurada de las últimas derrotas. El shock, en rigor, fue la caída ante los Pumas. No sólo por lo inédita, sino porque los All Blacks fueron sometidos casi de principio a final por un rival que, pandemia mediante, llevaba 402 días oficiales sin jugar, desde la dura eliminació­n en primera rueda del Mundial de Japón, crisis interna incluída.

También los Pumas reconstruy­eron tras una derrota. “Los vestuarios de los perdedores –dice el periodista Gay Talese– enseñan mucho”. El entrenador Mario Ledesma habló en ESPN de una revisión que incluyó a cuerpo técnico y jugadores. “La pandemia –dijo Ledesma– nos dio tiempo suficiente para hablar del pasado y del futuro. Los chicos hablaron para atrás un montón hasta que dejó de ser tema y empezaron a hablar para adelante”.

Horas antes del partido, Gilbert Enoka, cerebro mental de la reconstruc­ción All Black de 2004, le confió a su amigo argentino Alejandro Oneto Gaona, especialis­ta en coaching, que los Pumas podían sorprender a Nueva Zelanda si habían logrado “capitaliza­r” su largo período de confinamie­nto. Lo hicieron. La pandemia afectó movimiento­s y masa muscular, pero potenció el diálogo. “Somos diferentes y estamos orgullosos de ser diferentes”, arriesgó Ledesma en la conferenci­a pospartido.

En rigor, en todos lados, la adversidad es una herramient­a motivadora. Hasta el himno fue mal cantado en Sydney. “Sean eternos los laureles que pudimos conseguir”, pifió el intérprete. Y contra los All Blacks, justamente, fueron laureles que los Pumas “supieron” conseguir. Marcelo Bielsa suele decir que un equipo forja su “identidad moral y fortaleza anímica” en la recuperaci­ón de la pelota. Lo hace hasta Inglaterra, que metió 246 tackles (y falló sólo 9) el sábado pasado ante Irlanda. El cuerpo segurament­e aguantará menos en las difíciles revanchas que se vienen, pero los Pumas están forjando su reconstruc­ción a puro tackle. “Confiar en el que tenés a la derecha y en el que tenés a la izquierda”, graficó el capitán Pablo Matera. El psicólogo inglés Matt Slater escribió en 2019 un libro sobre equipos que buscan hacer historia. Se llama “Togerthene­ss” (Unión).

 ?? Sebastián Domenech ??
Sebastián Domenech
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina