Postales de un país irresponsable
La vida es un diálogo constante, a veces conflictivo, siempre necesario, entre los sentimientos y la razón. Cuando desborda, la emoción desdibuja los contornos de la realidad y crea las condiciones para la construcción de un mundo paralelo donde todo es efervescencia. La política sabe esto mejor que nadie. Y sobre todo la política del siglo XXI, en la que han brotado populismos que han hecho de la manipulación de las emociones un arte capaz de tapar los hechos con relatos en cuya engañosa consistencia estos regímenes se sostienen.
Como emoción genuina, el dolor por la muerte de Maradona no se discute. es un hecho natural, espontáneo, consecuencia del fervor y la admiración que el ídolo despertó. Y todo sentimiento, sabemos, pide expresarse. Sin embargo, otra cosa distinta es el aprovechamiento de esa congoja popular para obtener de ella un rédito político. Y eso es lo que hizo el Gobierno, a juzgar por la despedida que organizó.
en plena pandemia, el Presidente congregó a una multitud en su propia casa desestimando las prevenciones de distanciamiento en las que hasta aquí había insistido. en la convocatoria del Gobierno parece haber menos imprevisión que falta de coherencia y de responsabilidad. además de torpeza.
Los incidentes empezaron a gestarse temprano, apenas se abrieron las puertas. en medio de cantos, llantos y otras muestras de fervor, un grupo intentó derribar las vallas de contención y enfrentó a la policía. La tensión llegó hasta la avenida de Mayo y la muchedumbre se volvió incontrolable. La batahola y los gases lacrimógenos llegaron hasta el Patio de las Palmeras. Somos un país incomprensible: mientras el fútbol se juega en canchas vacías, el Gobierno convoca a un pogo multitudinario donde la última preocupación es el coronavirus. Un pogo caótico que reflejó, también, la degradación de una sociedad.
Más incomprensible parece todo si se recuerda que esto ocurre después de una de las cuarentenas más largas del mundo, que causó y sigue causando daños en muchos casos irreparables. Hace rato que al Gobierno se le ha ido de las manos la gestión de la pandemia y solo apuesta a la llegada de la vacuna, pero esta invitación masiva a la Casa rosada para despedir a Maradona configura un gesto de desaprensión difícil de explicar. en lugar de llamar a Javier Grosman, productor estrella del kirchnerismo, para organizar el velatorio, ¿no debió el Presidente consultar a su equipo de infectólogos? ¿Qué autoridad tendrá ahora para gestionar en la pandemia?
Las imágenes de hoy remiten, por contraste, a la de aquellos formoseños que estuvieron meses varados frente al río Bermejo a la intemperie, porque el gobernador Gildo Insfrán prohibía el ingreso invocando razones sanitarias. La medida derivó en la muerte de Mauro Ledesma, quien, al no poder ingresar, intentó cruzar un río a nado. La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, calificó la política de Insfrán contra el coronavirus de ejemplar. ¿Qué diría del desmadre de ayer?
tampoco se explican las imágenes de ayer ante el padecimiento de abigail Jiménez, una chica de 12 años enferma de cáncer que debió entrar a Santiago del estero en brazos de su padre porque la policía impidió el paso de su auto. ¿Cuánta gente no pudo, en estos meses, darle el último adiós a un ser querido porque los señores feudales clausuraban sus fronteras? el kirchnerismo va de la prohibición autoritaria al jubileo. es lo que sucede cuando no hay un plan.
en cuanto a la responsabilidad por lo sucedido ayer, como de costumbre, se la endilgarán a otro. “este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”, dijo el ministro del Interior, Wado de Pedro, cargando las tintas sobre el gobierno de la ciudad.
el populismo se nutre de los mitos y hoy el Gobierno buscó embeberse en el de diego Maradona. ante los problemas que afronta, llamó a la emoción para que viniera en su ayuda. tal vez en el oficialismo recordaron el efecto que tuvieron las exequias de néstor Kirchner sobre la figura de Cristina, que en medio de aquellos ritos de despedida asumió el papel de viuda doliente y salió muy fortalecida. La argentina es un país proclive a la emoción. también, a sus desbordes. Pero hay ciertas manipulaciones que están llamadas a salir muy mal.