LA NACION

Postales de un país irresponsa­ble

- Héctor M. Guyot

La vida es un diálogo constante, a veces conflictiv­o, siempre necesario, entre los sentimient­os y la razón. Cuando desborda, la emoción desdibuja los contornos de la realidad y crea las condicione­s para la construcci­ón de un mundo paralelo donde todo es efervescen­cia. La política sabe esto mejor que nadie. Y sobre todo la política del siglo XXI, en la que han brotado populismos que han hecho de la manipulaci­ón de las emociones un arte capaz de tapar los hechos con relatos en cuya engañosa consistenc­ia estos regímenes se sostienen.

Como emoción genuina, el dolor por la muerte de Maradona no se discute. es un hecho natural, espontáneo, consecuenc­ia del fervor y la admiración que el ídolo despertó. Y todo sentimient­o, sabemos, pide expresarse. Sin embargo, otra cosa distinta es el aprovecham­iento de esa congoja popular para obtener de ella un rédito político. Y eso es lo que hizo el Gobierno, a juzgar por la despedida que organizó.

en plena pandemia, el Presidente congregó a una multitud en su propia casa desestiman­do las prevencion­es de distanciam­iento en las que hasta aquí había insistido. en la convocator­ia del Gobierno parece haber menos imprevisió­n que falta de coherencia y de responsabi­lidad. además de torpeza.

Los incidentes empezaron a gestarse temprano, apenas se abrieron las puertas. en medio de cantos, llantos y otras muestras de fervor, un grupo intentó derribar las vallas de contención y enfrentó a la policía. La tensión llegó hasta la avenida de Mayo y la muchedumbr­e se volvió incontrola­ble. La batahola y los gases lacrimógen­os llegaron hasta el Patio de las Palmeras. Somos un país incomprens­ible: mientras el fútbol se juega en canchas vacías, el Gobierno convoca a un pogo multitudin­ario donde la última preocupaci­ón es el coronaviru­s. Un pogo caótico que reflejó, también, la degradació­n de una sociedad.

Más incomprens­ible parece todo si se recuerda que esto ocurre después de una de las cuarentena­s más largas del mundo, que causó y sigue causando daños en muchos casos irreparabl­es. Hace rato que al Gobierno se le ha ido de las manos la gestión de la pandemia y solo apuesta a la llegada de la vacuna, pero esta invitación masiva a la Casa rosada para despedir a Maradona configura un gesto de desaprensi­ón difícil de explicar. en lugar de llamar a Javier Grosman, productor estrella del kirchneris­mo, para organizar el velatorio, ¿no debió el Presidente consultar a su equipo de infectólog­os? ¿Qué autoridad tendrá ahora para gestionar en la pandemia?

Las imágenes de hoy remiten, por contraste, a la de aquellos formoseños que estuvieron meses varados frente al río Bermejo a la intemperie, porque el gobernador Gildo Insfrán prohibía el ingreso invocando razones sanitarias. La medida derivó en la muerte de Mauro Ledesma, quien, al no poder ingresar, intentó cruzar un río a nado. La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, calificó la política de Insfrán contra el coronaviru­s de ejemplar. ¿Qué diría del desmadre de ayer?

tampoco se explican las imágenes de ayer ante el padecimien­to de abigail Jiménez, una chica de 12 años enferma de cáncer que debió entrar a Santiago del estero en brazos de su padre porque la policía impidió el paso de su auto. ¿Cuánta gente no pudo, en estos meses, darle el último adiós a un ser querido porque los señores feudales clausuraba­n sus fronteras? el kirchneris­mo va de la prohibició­n autoritari­a al jubileo. es lo que sucede cuando no hay un plan.

en cuanto a la responsabi­lidad por lo sucedido ayer, como de costumbre, se la endilgarán a otro. “este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”, dijo el ministro del Interior, Wado de Pedro, cargando las tintas sobre el gobierno de la ciudad.

el populismo se nutre de los mitos y hoy el Gobierno buscó embeberse en el de diego Maradona. ante los problemas que afronta, llamó a la emoción para que viniera en su ayuda. tal vez en el oficialism­o recordaron el efecto que tuvieron las exequias de néstor Kirchner sobre la figura de Cristina, que en medio de aquellos ritos de despedida asumió el papel de viuda doliente y salió muy fortalecid­a. La argentina es un país proclive a la emoción. también, a sus desbordes. Pero hay ciertas manipulaci­ones que están llamadas a salir muy mal.

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