LA NACION

Corridas y horas de tensión en una Casa Rosada tomada

Unas 150 personas rompieron uno de los accesos y ocuparon el Patio de las Palmeras, a metros del despacho del Presidente; por los disturbios se aceleró el final de la despedida

- Maia Jastreblan­sky y Santiago Dapelo

CHARLY GARCÍA, MÚSICO “Espero que estés en el club de los 27 con Kurt Cobain, Brian Jones y gente buena. Esperame ahí. No te equivoques con el paraíso”

El último adiós popular a Diego Maradona terminó antes de lo previsto. Un aluvión de fanáticos rompió las rejas y ganó los principale­s accesos de la Casa Rosada. Provocaron incidentes y roturas en el interior de la sede de gobierno. Las autoridade­s se vieron obligadas a retirar de la capilla ardiente el féretro con los restos del ídolo y a levantar la ceremonia tres horas antes de lo anunciado.

Todo se desmadró justo cuando el Gobierno había convencido a la familia de Maradona de extender las visitas del público hasta las 19, para dar respuesta a la multitud que se acercaba incesantem­ente a la Plaza de Mayo. Claudia Villafañe y las hijas de Maradona, Dalma, Gianinna y Jana, estaban inflexible­s: querían que todo terminara a las 16.

El Presidente y varios de sus funcionari­os intentaron persuadirl­as durante varias horas, e incluso el jefe del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner, el gran ausente de la jornada, se habría contactado por teléfono.

Pasadas las 14.30, Cristina Kirchner llegó a la Casa Rosada. En el Gobierno se enteraron de su visita pocos minutos antes y rápidament­e desplegaro­n un operativo para allanar el ingreso de la vicepresid­enta a la Casa de Gobierno, lugar que no pisaba desde el 31 de agosto. La capilla ardiente –en el ingreso de Balcarce 50– se cerró por completo al público, que venía circulando desde las 6. Todos los invitados especiales, artistas, políticos y deportista­s también debieron vaciar el lugar cuando ingresó la expresiden­ta.

Así, en la capilla ardiente, quedaron muy pocas personas. Fernández; Cristina Kirchner; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, conversaro­n durante unos 15 minutos, sin testigos, con Villafañe y las hijas.

Cuando la vicepresid­enta se retiró del lugar –se recluyó a almorzar en el despacho de De Pedro junto con la senadora Anabel Fernández Sagasti–, el Gobierno anunció que la ceremonia se prorrogaba tres horas más, hasta las 19. Esa informació­n, lejos de descomprim­ir la situación, generó el efecto contrario.

Cuando las puertas se abrieron fue como destapar una olla a presión. Para entonces, en las inmediacio­nes de la Plaza de Mayo, se vivía una batalla campal. Una multitud se agolpó en las rejas perimetral­es de la Casa Rosada y rompió uno de los portones.

Ante la desesperac­ión, los efectivos de Casa Militar, la Policía Federal y Gendarmerí­a, que observaban que en la primera fila había menores de edad, optaron por abrir las puertas. Fue el momento en que una marea humana irrumpió por los dos principale­s accesos a la Casa Rosada: Balcarce 50 y Balcarce 24.

Frente al féretro de Maradona, se agolparon cientos de personas que empujaron los vallados y un efectivo de Casa Militar terminó lastimado en la frente. Del lado de la explanada, por donde ingresan todos los días el Presidente y los funcionari­os, tiraron abajo el busto de Hipólito Yrigoyen. Los gases lacrimógen­os de las fuerzas de seguridad penetraron al interior de la Casa Rosada y se sintieron en todos los rincones.

“Diego no se murió, Diego no se murió, vive en el pueblo...”, tronaba en el Patio de las Palmeras, que fue habilitado como salvocondu­cto para despejar el lugar. En unos segundos, las fuerzas de seguridad organizaro­n una especie de corralito para contener a los que ingresaron por la fuerza. Fernández y Cafiero se asomaron a uno de los balcones que da a la Plaza de Mayo y vieron toda la escena.

La decisión política siempre fue la de prorrogar la ceremonia. Pero la realidad se precipitó en dirección contraria. Pasadas las 16, la Avenida de Mayo y 9 de Julio era epicentro de disturbios. La policía, que desde hacía horas disparaba ocasionalm­ente balas de goma, comenzó a disparar sin pausa, y los simpatizan­tes huyeron en todas las direccione­s. La gran mayoría lo hizo en dirección al Congreso, por la Avenida de Mayo. Desde ahí, empezaron a tirar piedras a la hilera de policías que, con escudos antidistur­bios, avanzaba cada vez más.

Tras los incidentes en el interior de la Casa Rosada, en tanto, el Gobierno trasladó los restos de Maradona al Salón de Pueblos Originario­s, en la planta baja, y pasó a custodiarl­o con militares con armas largas. Una vez que se controló la situación, en su despacho, Fernández analizó los pasos a seguir junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.

Se evaluaron tres opciones: volver a abrir las puertas al público por algunas horas, habilitar solo una despedida íntima para la familia o, directamen­te, iniciar el cortejo fúnebre hasta el cementerio de Bella Vista. Ganó la última opción. “La familia transmitió su deseo y voluntad de dar por concluida la ceremonia”, se informó en un comunicado oficial.

De Pedro, en tanto, salió a cruzar a Horacio Rodríguez Larreta y lo responsabi­lizó por los desbordes e incidentes en el microcentr­o. “Les exigimos que frenen ya esta locura que lleva adelante la Policía de la Ciudad. Este homenaje popular no puede terminar en represión “, escribió el ministro en la red social Twitter mientras la vicepresid­enta se encontraba en su despacho.

Desde Juntos por el Cambio, el senador Martín Lousteau acusó al Gobierno de sacar “rédito político”, y el diputado Alfredo Cornejo pidió que el Gobierno “se haga cargo de sus decisiones”. El vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, dijo: “De Pedro politizó uno de los días más tristes para los argentinos”.

Las redes sociales también se llenaron de respuestas recordando que la Casa Rosada fue la que propuso la ceremonia. Incluso hubo un comunicado oficial previo a los incidentes que ubica al Ministerio de Seguridad de la Nación al frente del operativo.

Tras los desbordes en la sede de Gobierno, Alberto Fernández hizo una suerte de evaluación. “Todo funcionó muy bien hasta que algunos viendo que se iban a quedar afuera rompieron la puerta y se precipitar­on. Fue la desesperac­ión de algunos, que hicieron mal. Pero si no hubiéramos hecho todo esto, hubiera sido peor”, dijo el Presidente en Continenta­l. El féretro de Maradona ya estaba camino a Bella Vista.

 ?? Santiago dapelo ?? Los fanáticos tomaron el Patio de las Palmeras, en el corazón de la Casa Rosada; se vivieron momentos de máxima tensión
Santiago dapelo Los fanáticos tomaron el Patio de las Palmeras, en el corazón de la Casa Rosada; se vivieron momentos de máxima tensión

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina