“Llamá a la policía, no queremos otro caso García Belsunce”
La orden que recibió el médico que intentó reanimar a Maradona remitió al caso de María Marta en el country Carmel; los entretelones de una mañana agitada
“Que no entre nadie más. Llamá ya al fiscal y a la policía. No queremos otro caso García Belsunce”.
La frase que recibe desde la base de Vittal Emergencias es terminante. Entonces, el médico que trabajó en el intento de reanimación de Diego Maradona, y que llegó en la primera ambulancia de las 12 que en total arribaron de urgencia a la propiedad del barrio privado San Andrés, en Tigre, activa todos los protocolos.
Han pasado algunos minutos del mediodía del miércoles 25 de noviembre de 2020. Según pudo averiguar la nacion, el primer médico que lo vio fue un vecino del barrio San Andrés. Y enseguida, el médico de la empresa de emergencias, que desplegó los procedimientos de rutina sobre el cuerpo del astro de 60 años, que no reaccionaba. Acto seguido, preguntó: “¿Y ahora, qué hago con esto, cómo sigo?”. Recibe la indicación desde la base e Inicia el procedimiento indicado: aviso a la policía y a la fiscalía. Minutos más tarde, es la fiscal de Benavídez, Laura Capra, la que se contacta con Claudia Villafañe y con sus hijas, Dalma y Gianinna, y les explica que se hará una autopsia. “¿Por qué?”, pregunta Claudia. “Porque se murió solo y hay que saber por qué murió”. La respuesta conformó a Claudia, que dio el OK.
El objetivo en ese momento fue claro: que nada ni nadie alterara el lugar del hecho. Los fiscales John Broyad, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren también intervinieron en la investigación y tomaron declaraciones testimoniales a las personas que estuvieron en el lugar donde falleció el ex capitán de la selección argentina, campeón del mundo en México ‘86. Según reconstruyó la
a partir de fuentes judiciales, nacion declararon su enfermero, vecinos del lugar y personal de seguridad.
En contrario a las primeras versiones, que hablaron de un supuesto diálogo matinal entre el ídolo y el personal que lo asistía, la última persona que lo vio con vida fue su sobrino, Johny Espósito (hijo de Betty, hermana del crack, y de la Morsa Espósito), el martes a las 23. Cuando le tomaron la temperatura, el cuerpo estaba en menos de 35 grados. Algunas informaciones indicaban entonces que Diego podría haber fallecido entre las 6 y las 7 de la mañana, mientras dormía. El fiscal Broyad estableció la hora de la muerte cerca de las 12 del mediodía y agregó que “no se advirtió ningún signo de criminalidad” en el lugar. Por la noche, el informe de la autopsia entregó datos más precisos.
Una situación que, entre otras cosas, disparó el enojo de Matías Morla, abogado del ídolo. “Es inexplicable que durante 12 horas no haya tenido atención ni control por parte del personal de la salud abocado a esos fines”, cuestionó en un comunicado que publicó en sus redes sociales.
Las primeras horas de la mañana del miércoles fueron intensas en esa casa. De acuerdo con la reconstrucción que logró hacer la nacion, en la propiedad del barrio privado de Tigre estaban el propio Espósito, un asistente (Maxi Pomargo), un empleado contratado para su seguridad física, una enfermera y una cocinera. Cuando anteayer por la mañana el psiquiatra y el psicólogo de Maradona llegaron a la casa e ingresaron en la habitación de Diego para darle su medicación, aproximadamente a las 11.30, notaron que no reaccionaba. Entonces, llamaron al sobrino.
Ante la gravedad del cuadro, se comunicaron con un médico vecino (el primero que lo atendió mientras llegaban las ambulancias). Cuando llegó la primera, la de la empresa Vittal Emergencias, se estableció el contacto con la base de operaciones para comentar el cuadro de situación.
“Cumplí con todos los protocolos”, fue la primera indicación. Esto significa intentar reanimar al paciente, buscar la resucitación y, si fuera necesario, intubarlo. El tiempo estimado para esas prácticas es de 35 minutos. Mientras, llegaban más ambulancias al barrio privado.
Transcurrido ese tiempo sin respuestas satisfactorias, el médico de Vittal Emergencias volvió a contactar a la base de operaciones y consultó qué hacer. Allí recibió la indicación de llamar al fiscal y a la policía, para evitar cualquier situación que complicara el escenario. Con esa frase elocuente que remite al caso de María Marta García Belsunce, producido el 27 de octubre de 2002, en el country Carmel. Una historia que recientemente llegó a Netflix.
Según el resultado preliminar de la autopsia realizada en el hospital de San Fernando, Maradona murió por una insuficiencia cardíaca aguda, congestiva y crónica, que le generó un edema agudo de pulmón.
Sólo tres semanas antes del desenlace hubo una operación de urgencia por un hematoma subdural cerebral. Y una salida de la clínica, tras una semana, que fue criticada en su momento, pero que nadie impidió. Surgen interrogantes concretos: ¿Maradona debió haberse quedado internado, tal como sugirieron los médicos de la Clínica Olivos? Desde entonces, ¿estuvo bien cuidado? ¿Por qué, siendo un paciente de riesgo, dormía solo? En la casa que le reacondicionaron para hacer la rehabilitación de un paciente con graves y frecuentes problemas cardíacos, ¿había un desfibrilador? ¿Y por qué, si había tantos acompañantes, no tenía lugar un médico permanente? Preguntas que por ahora no tienen respuesta.
Desde hace tiempo, la salud de Maradona era un tema delicado. Una auténtica bomba de tiempo. Gambeteaba los riesgos y las pruebas de subsistencia que se le presentaban. Hasta que no pudo más.
SILVIO RODRÍGUEZ, MÚSICO
“Diego fue un héroe del deporte. Pero también, un héroe de los sentimientos del pueblo y del compromiso como persona”