Bajan los casos, pero advierten sobre una segunda ola
Según los registros por fecha de diagnóstico, el pico de la curva se dio a mediados de octubre con 18.768 nuevos casos, mientras que hoy están por debajo de los 9000; los expertos coinciden en que el próximo rebrote en el país podría darse en abril o mayo de 2021
Mientras las cifras oficiales de la pandemia describen un descenso de la curva de contagios, las provincias empiezan a relevar la capacidad instalada para cuando esté disponible la vacuna para el Covid-19 y se espera la definición de más medidas para seguir conviviendo con el virus más cerca de las Fiestas de fin de año y el verano. ¿Será que el riesgo ya pasó? ¿O hay posibilidad de una segunda ola, como la del Hemisferio Norte, si se relajan demasiado las medidas de prevención y se insiste en que la vacunación es cuestión de días?
“Le tengo mucho miedo al verano”, dijo hace una semana el propio titular del Ministerio de Salud nacional, Ginés González García, durante una entrevista en el canal TN. “No me gusta atemorizar a nadie, pero cuidado. El riesgo existe”, continuó el funcionario, que evitó pronunciarse sobre un potencial rebrote. “Ahí no me animaría a decir”, indicó.
Los datos que a diario difunde su cartera en los reportes nocturnos ubican el pico de casos en el país a mediados del mes pasado. De acuerdo con los informes de prensa, sucedió en la semana del 19 de octubre, con el valor más alto de
18.326 nuevos positivos el miércoles 21 de octubre. En cambio, los registros organizados por la fecha de los diagnósticos que monitorea LN Data, ubica el punto máximo de la curva una semana antes, entre el 14 y el 16 de octubre: el viernes 16 hubo
18.768 nuevos positivos incorporados al sistema nacional de vigilancia epidemiológica.
Ese fue el valor más alto desde marzo pasado, cuando se notificó el primer caso de Covid-19 en el país. Desde el 14 de este mes, se están cargando menos de 10.000 casos positivos por día. El viernes pasado, al día siguiente de la masiva convocatoria y los desbordes en la Plaza de Mayo y alrededores por la muerte de Diego Maradona, el presidente Alberto Fernández anunció medidas para esta nueva etapa de distanciamiento social que rige en el país (excepto en Bariloche y Puerto Deseado) por la pandemia hasta el 20 del mes que viene, a días de las celebraciones de fin de año.
En ese mensaje, el mandatario afirmó que los nuevos casos de Covid-19 en el país disminuyeron un
30% en los últimos 15 días, a la vez que, a partir de lo que está sucediendo en el Hemisferio Norte, dijo que “es muy posible que América Latina y la Argentina deban enfrentar una segunda ola cuando el otoño se inicie”.
Evitarlo es “el gran desafío que tiene la Argentina”, definió hace un mes Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez e integrante del comité asesor nacional para Covid-19. “Es el verdadero desafío”, insiste, ahora, en diálogo con la nacion.
“El país no llegó de ninguna manera a tener inmunidad de rebaño con los casos acumulados. El estudio de seroprevalencia que hizo la ciudad de Buenos Aires está indicando un 15% y es la segunda jurisdicción con mayor cantidad de casos. Esto quiere decir que se infectó una minoría, por lo que hay población que es susceptible”, describe López.
Y agrega que la clave para evitar una segunda ola está en cómo será el comportamiento social durante el verano; de lo contrario, ocurrirá lo de Europa. “Será una hipoteca que se pagará a mediados de otoño e invierno”, anticipa el especialista.
Preferencia estacional
“Probablemente, a final de este año lleguemos con un 20-25% de la población total real que estuvo expuesta al virus. Aunque esto no proporciona un efecto rebaño, es un factor que puede reducir el riesgo de tener un rebrote como el del hemisferio norte”, opina Adolfo Rubinstein, epidemiólogo y exministro de Salud nacional. “Es inexorable que haya una segunda ola por ciertas razones: se está viendo una mayor preferencia estacional desde el punto biológico del virus y, como ocurre en Europa luego del verano, las bajas temperaturas hacen que la gente se confine en lugares cerrados y con poca ventilación.”
Las proyecciones que conoce indican que habrá una segunda ola, más probablemente cerca de abril o mayo del año que viene, ya con la campaña de vacunación en marcha y de manera independiente de la fecha de inicio.
“Tuvimos una meseta de contagios muy prolongada, con un alto número de casos durante muchos meses que empezó en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y, luego, pasó al resto del país. Por esto, probablemente, haya una cantidad de población que estuvo en contacto con el virus que sea entre seis y 10 veces mayor que la que indican los casos confirmados por PCR”, agrega el exfuncionario.
Es eso lo que, a la vez, considera un factor que podría reducir la virulencia de un futuro rebrote. “La segunda ola en el país tendería a ser más suave que la primera acá y en Europa.”
En silencio, pero con la misma velocidad que se iban dando los debates sobre la utilidad de los aislamientos sociales más o menos estrictos, el uso del barbijo o la apertura de las escuelas y la vuelta a la normalidad en el mundo, dos argentinos especializados en modelos y análisis de datos diseñaron y ajustaron un modelo para estimar el impacto de las medidas de aislamiento. El mes pasado, el trabajo del licenciado en ciencias de la computación Federico Lois y el ingeniero en electrónica e informática Levan Djaparidze se publicó como preimpresión en el sitio medrxiv y está a la espera de revisión. Ellos adaptaron un modelo epidemiológico tradicional (SEIRS) para refinar las estimaciones y facilitar las decisiones a las autoridades sanitarias. El modelo que plantean considera que hay dos poblaciones bien diferenciadas de acuerdo con el riesgo de que la infección pueda ser fatal: son, principalmente, los mayores de 60, el grupo de mayor riesgo, y los menores de 60, sanos y con muy bajo riesgo.
Sobre la Argentina, ante la consulta de la nacion, ambos responden que, en el área metropolitana que comparten la ciudad y el conurbano bonaerense, la probabilidad de una segunda ola es muy baja.
“Nuestra proyección para el AMBA indica que una gran parte de la población ya estuvo expuesta al virus y debido a la gran cantidad de asintomáticos y los síntomas inespecíficos la mayoría ni siquiera se enteró –indica Lois–. Incluso sin información serológica que nos permita hacer una estimación más precisa, no hay muchos escenarios que permitan una segunda ola”.
Desde hace varias semanas, especialistas consultados sobre el posible curso de la pandemia insisten en no repetir errores ya cometidos ni la historia europea con un relajamiento de las medidas de autocuidado en los próximos meses. También, coinciden en la necesidad de sostener y ampliar los testeos, el rastreo y el aislamiento para no perder reflejos en detectar y bloquear a tiempo focos de contagio o brotes.
La intensidad que vaya a tener la campaña de vacunación en el país, junto con la eficacia que logren las dosis que se aprueben, serán factores a tener en cuenta. Pero, las vacunas “no evitarán un segundo brote”, sostiene López. Esto es porque, inicialmente, estarán destinadas a alrededor de un tercio de la población (mayores de 60 y trabajadores esenciales).
“Por un lado, el comportamiento social, en cuanto a no descuidarse durante el verano, es fundamental en adelante porque el virus no se va a eliminar, sino que seguirá circulando. Y, por otro lado, está la responsabilidad de reforzar la estrategia de testeo y rastreo: tendríamos que estar por encima de los 60.000 testeos por día”, finaliza el infectólogo.