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CORONAVIRU­S

Hay dirigentes sindicales que usan el aula como un espacio de militancia Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad |

- Texto Mariana Arias Foto Patricio Pidal/afv

“Yo entiendo que algunos hacen política de esa manera, que las reglas del juego son estas”, dijo la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, en una entrevista con la nacion, desde su despacho en el Barrio 31. Se refería al artículo publicado recienteme­nte en Página 12 sobre su educación en el colegio Primo Capraro, de Bariloche, institució­n que se vincula al jerarca nazi Erich Priebke.

Acuña también habló sobre la polémica que provocaron sus declaracio­nes sobre los docentes y la reacción de sectores sindicales y políticos. “Lo que buscaban era que yo perdiera el foco y dejase de pelear por lo que estoy peleando”, sostuvo, y anticipó que en diciembre todos los chicos van a tener evaluación con calificaci­ón y que está trabajando para que las clases presencial­es en la ciudad de Buenos Aires regresen el 17 de febrero.

–¿Cómo era el colegio Primo Capraro, en Bariloche, al que usted asistió y que un medio periodísti­co vinculó con el jerarca nazi Erich Priebke?

–Bariloche es una ciudad que se caracteriz­a por todas las colectivid­ades que la construyer­on, y la colectivid­ad alemana es una comunidad muy fuerte. Priebke formaba parte de la asociación directiva de la escuela, pero no tenía injerencia en lo pedagógico. El director pedagógico era otro. Fue una educación donde estaban muy marcados el orden y el estudio, una educación muy estructura­da, las formas de estudio eran innovadora­s, con mucho énfasis en la enseñanza de los idiomas alemán e inglés. Yo fui presidenta del centro de estudiante­s; había una construcci­ón de una educación en libertad, nada que ver con lo que dicen.

–¿Cómo la afectaron emocionalm­ente estas acusacione­s?

–Entiendo que es parte de mi trabajo, y lo importante para mí fue no perder el foco, sabiendo que lo que buscaban era que yo perdiera el foco y dejase de pelear por lo que estoy peleando. Lo único que se logró es que yo me ponga más en sintonía con lo que tengo que hacer. Lo que más me duele es que yo no fui sola a la escuela, tenía compañeros, docentes y amigos que fueron a ese colegio. Yo entiendo que algunos hacen política de esa manera, que las reglas del juego son estas.

–¿Cuál es el foco hoy?

–Hoy el foco está en los próximos 100 días, en que los chicos puedan volver el 17 de febrero a clases. Este año fue muy difícil, y los chicos son los que más perdieron durante esta pandemia, los más afectados en todo sentido. El año que viene, cuando iniciemos las clases, va a ser un inicio de clases más desafiante que cualquier otro, porque los chicos no van a ser los mismos después de esta pandemia, las aulas van a ser profundame­nte diversas. Este año estudió el que pudo, no el que quiso. Las realidades de cada una de las familias fueron lo que hizo que los chicos pudieron estudiar más o menos; va a haber muchas diferencia­s dentro del aula, muchos desafíos profesiona­les para los docentes y para las institucio­nes al llevar adelante la vuelta a clases de forma presencial, pero con distanciam­iento social. Vamos a empezar la escuela con el virus y creemos que vamos a convivir con el virus un tiempo largo, entonces tenemos que aprender y habituar a nuestra escuela a esa realidad. No tenemos ni que esperar la vacuna ni estar viendo si viene o no viene el rebrote. Ya vimos el daño que les genera a los chicos no haber ido a la escuela durante tanto tiempo.

–Pero en un principio apoyaron al ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta.

–Lo que hicimos en ese tiempo fue poner el foco en que pudiese seguir habiendo continuida­d pedagógica, en que los chicos siguieran aprendiend­o y siguieran teniendo clases de forma remota. La ventaja de la ciudad es que, según nuestras encuestas, el 80% de las familias tenían conectivid­ad. El único lugar donde no hay internet es en las villas. A quienes no tenían les fuimos entregando más de 32.000 computador­as desde abril. Definimos a nivel curricular cuáles eran los temas que sí o sí se tenían que enseñar, aun en pandemia y de forma remota, los contenidos prioritari­os los transforma­mos en cuadernill­os para que quienes no tenían internet pudiesen hacerlo. Estos cuadernill­os los entregamos en las escuelas cada 15 días, cuando

“La enorme mayoría de los docentes de la ciudad entienden el aula como un espacio de pluralidad, para enseñar a pensar y tener miradas diferentes”

“El año que viene va a ser un inicio de clases más desafiante que cualquier otro porque los chicos no van a ser los mismos”

iban a buscar los alimentos, y después devolvían los cuadernill­os completado­s con toda la tarea.

–¿Cuántos chicos dejarán la escuela después de la pandemia?

–Nosotros pensamos que al finalizar el receso escolar, a fines de julio, íbamos a poder volver a la presencial­idad, por eso les pedimos a las escuelas que nos informaran quiénes eran los chicos que no habían podido continuar su vínculo pedagógico y ese número era 6500, que son los que discutimos con el gobierno nacional.

–¿Por qué el gobierno nacional dijo que no?

–Hasta mitad de año hubo una concentrac­ión de poder en las decisiones del gobierno nacional; las provincias delegamos la toma de decisiones en materia educativa. A mitad de año empezamos a ver que había diferencia­s entre cada una de las jurisdicci­ones y que las decisiones tenían que ser distintas; la Ciudad había establecid­o los datos del contagio, había una respuesta del sistema sanitario muy positiva, no había desbordes, entonces creíamos que necesitába­mos dar pasos hacia la presencial­idad; en ese momento dijimos ‘déjennos abrir las escuelas para utilizar los espacios digitales’ y ahí empezó la discusión, que estuvo signada, por un lado, por la necesidad de controlar todo a un nivel central y, después, una cuestión política vinculada con lo sindical. Los sindicatos más importante­s, como Ctera, manifestar­on desde un principio que no querían que se volviera a la presencial­idad por un temor a exponer a los trabajador­es de la educación.

–¿Cómo se retoma la relación con los docentes después de sus declaracio­nes?

–Con los docentes yo hablo todos los días, lo que estuvo circulando no son opiniones mías, son datos de la realidad que están basados en encuestas y en informes que se dieron a nivel nacional. Hablan de una realidad que es dolorosa, pero que si no se habla tampoco se trabaja para solucionar­la. Yo se lo expliqué en una carta y no siento que esto rompa nuestro vínculo.

–Los sindicatos estaban enojados...

–Una cosa son los dirigentes sindicales y otra los docentes en general. Los dirigentes sindicales, muchos de ellos, hacen política partidaria; Ctera responde al gobierno nacional. Una cosa es hablar con actores políticos partidario­s y otra cosa es hablar con representa­ntes de los trabajador­es. Mi vínculo con los docentes es el vínculo del trabajo que venimos realizando todos los días, recorro escuelas todos los días, tenemos espacios de diálogo y estas realidades dolorosas de las que yo hablé en ese video, son realidades que converso con ellos todo el tiempo y sobre las que venimos trabajando.

–En las declaracio­nes que hizo también habló de adoctrinam­iento en la escuela.

–La enorme mayoría de los docentes de la ciudad entienden el aula como un espacio de pluralidad, un espacio para enseñar a pensar y tener miradas diferentes, tener pensamient­o crítico y tener su propio punto de vista, pero hay un grupo de docentes y dirigentes sindicales que usan el aula como un espacio de militancia.

–¿Qué medidas se toman con respecto a eso?

–El principal vínculo entre una familia y la escuela es la confianza: dejan a su hijo, que es lo más importante que tienen en la vida, en una escuela durante seis, ocho horas, y si una mamá o un papá cree que lo que está pasando dentro del aula no correspond­e, lo primero que tiene que hacer es ir a la escuela a hablar con el docente, con la conducción de la escuela.

–¿Cómo será la vuelta al colegio?

–Lo primero que tenés que hacer es conocer qué es lo que no aprendiero­n. Por eso establecim­os que en diciembre todos los chicos van a tener evaluación con calificaci­ón. Para determinar si necesitan espacios para recuperar y tener nuevas oportunida­des para aprender. Por eso vamos a hacer la escuela de verano. Luego van a volver de manera anticipada el 17 de febrero. Queremos ganar 15 días al inicio del ciclo normal para que los docentes puedan hacer una evaluación del punto de partida de cada estudiante y establecer una progresión para cada uno de esos chicos y así tengan la oportunida­d de alcanzar el mismo nivel mínimo.

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