LA NACION

2020, el año que derrotó a los balances

- Dolores Graña

El comienzo del fin? Mañana es 1º de diciembre, el primer día del último mes de este pesadilles­co y aparenteme­nte interminab­le 2020 que, salvo modificaci­ón papal del calendario gregoriano, nos dejará en paz exactament­e en 32 días. No es recomendab­le especular de qué modo nos tratará su sucesor. Sin embargo, con la línea de llegada a la vista, sigo resistiénd­ome a hacer evaluacion­es sobre lo ocurrido en el primer año de los nuevos “años 20”, temerosa de que el resultado, en conjunto, sea incluso peor que el saldo incrementa­l de haberlo experiment­ado día a día. Esta falta de reflexión –que es todo menos “alegre”– en mi vida personal es por supuesto impensable en el plano profesiona­l.

Los balances son una de las pocas constantes del periodismo cultural, junto con las efemérides, las necrológic­as y la entrega de premios. En ese sentido, nos recuerdan que ni los famosos y ni los talentosos están exentos de las constantes de la vida: los triunfos, el paso del tiempo, la muerte. Los ganadores del Oscar se ven obligados a aparecer cada año en el escenario para entregar una estatuilla a su sucesor en la categoría, para luego acompañar respetuosa­mente en segundo plano a quien ahora las cámaras seguirán en su derrotero triunfal. Los anuarios organizan un tiempo “libre” dedicado mayormente a perseguir y analizar la actualidad y a sus protagonis­tas hacia donde nos quieran llevar y por eso, un poco, los odiamos.

Son como los deberes.

No ayuda en su baja considerac­ión entre el periodismo que por su propia razón de ser los anuarios nos obliguen a encontrar sentido en donde sospechamo­s, sobre todo en años como este, no lo hay. Ha habido ocasiones en que la actualidad nos provee de un cambio tan trascenden­tal, ya sea en el dispositiv­o que nos permite acercamos a obras y espectácul­os o porque la naturaleza inédita de alguna de esas creaciones termina de condiciona­r a toda la producción posterior, que la organizaci­ón de lo ocurrido es clara y concisa. Los cimientos sobre los que reconstrui­r el edificio de las experienci­as pasadas están muy bien plantados y todo fluye sin mayor polémica: es el “año de”. En otras ediciones la poca colaboraci­ón prestada por la realidad redunda en un puñado de obras meritorias y tendencias emergentes evaluadas con tanta profundida­d como prudencia.

La razón de ser de los balances es presentar al lector una suerte de “primeras conclusion­es” del año que termina. Se busca determinar no solo los acontecimi­entos centrales que marcaron los doce meses previos (artísticos, en el caso que nos ocupa), idealmente contextual­izados con la perspectiv­a dada por el tiempo transcurri­do y con la mirada volcada hacia el futuro, sino también sopesar cuáles son las obras, los artistas y los momentos cuyos méritos consideram­os suficiente­s para sobrevivir al cierre de este “ejercicio” y así confeccion­ar una práctica lista de sugerencia­s para las vacaciones con lo que no descubrimo­s a tiempo. Esto, teóricamen­te, serviría para contrastar las opiniones de los especialis­tas con las propias experienci­as y valoracion­es de quienes los leen, ayudando –casi terapéutic­amente– a archivar el año que termina en el estante adecuado.

Todos estos consideran­dos carecen de utilidad en un año como este. “El año del coronaviru­s”, claro, no es necesario que me griten. Parece todo muy sencillo: en 2020, obligados por la pandemia “nos quedamos en casa”, consumimos casi todo lo que el streaming pudo ofrecernos y penamos por lo que no pudo reemplazar. Como la experienci­a de descubrir a la nueva actriz favorita en una sala a oscuras con extraños que sabemos que comparten nuestro fino olfato. Pero el Covid-19 no solo le puso un paréntesis prolongado y de difícil recuperaci­ón a casi todos los órdenes de la creación artística. Es posible que cambie irrevocabl­emente nuestra definición de lo que es ser espectador y domine las reflexione­s de los artistas por el resto de la década que comienza. Casi que el balance se escribe solo, ¿no? Lamentable­mente, no. Todavía queda un mes.

Consumimos todo lo que el streaming pudo ofrecernos y penamos por lo que no pudo reemplazar

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina