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el hincha n° 1 de la Argentina. La pasión de Maradona excedía al fútbol

Si jugaban las Leonas, la Generación Dorada, los Pumas o la Legión, ahí estaba Maradona con un apoyo incondicio­nal

- Fernando Vergara

Diego Maradona es sinónimo indiscutid­o de fútbol desde que jugaba como Cebollita. Fue, es y será de ese modo. Sin embargo, la relación del ex astro argentino siempre trascendió todo tipo de fronteras y escapó del deporte que supo dominar como nadie durante un largo tiempo. Maradona era polideport­ivo. Maradona siempre fue seguidor y amigo de los atletas argentinos que se desperdiga­ban por el mundo representa­ndo a la camiseta celeste y blanca. Con afecto genuino, siempre había un mensaje inspirador.

Los ejemplos sobran: tenis, básquetbol, rugby, hockey, polo y todo tipo de competenci­as por equipos e individual­es donde hubiera un argentino presente. Le encantaba ir a ver a cualquier atleta que representa­ra al país. No es casualidad que el gran vacío que ha dejado en el deporte nacional haya encontrado del otro lado diversos homenajes, gestos y un enorme respeto en distintas canchas e inclusive en las redes sociales.

“No puedo evitar el nudo en la garganta y hasta alguna lágrima cuando leo y veo cosas de Diego. Conmigo fue muy generoso las veces que lo vi. ¡Gracias por tan lindos momentos!”, escribió Manu Ginóbili, el recordado líder de la Generación Dorada. En un homenaje reciente del básquetbol nacional, un video tiene a Fabricio Oberto como locutor en off y aparece varias veces el campeón de México ‘86 compartien­do momentos con los distintos planteles. “Genuino hincha del básquet argentino y de nuestra amada selección”, lo califica el ex pivote cordobés, que en el resto del minuto que dura el video elogia su cercanía al deporte de los aros y los tableros. “Fuiste a alentar, fuiste a nuestras canchas, estuviste en nuestros vestuarios y admiraste a nuestro jugadores, cuando vos eras el número uno”, expresa el campeón olímpico de Atenas 2004.

A veces con aviso, a veces de improviso, Maradona solía sorprender en distintos eventos a los deportista­s de este país. “Nosotros lo conocimos en China, en 2008, de una forma peculiar: estábamos jugando un amistoso y de repente se armó un tumulto en la tribuna. Los chinos se impactaron al verlo entrar. Diego había comprado la entrada y entró a la cancha como cualquier persona normal. Los dirigentes argentinos fueron a buscarlo y lo llevaron a un palco”, se entusiasma al hablar Andrés Nocioni, que ayer no puso reparos al responder en el día de su cumpleaños N° 41. El imán Maradona, las ganas de compartir una vivencia con el ídolo. “Después bajó al vestuario a visitarnos y conversamo­s un buen rato a puro chiste. Era una persona muy agradable en el trato, muy preparada y entendida del deporte. Nos conocía a todos y nos respetaba muchísimo. No tengan dudas: fue un hombre muy generoso con todo el deporte nacional”, asegura Chapu.

Adolfo Cambiaso, emblema del polo argentino, era otro de los tantos que mantenía una relación de afecto con Diego. En 2010, por ejemplo, el líder de La Dolfina había visitado a Maradona en Ezeiza, muy poco antes de que el entonces selecciona­dor partiera hacia Sudáfrica para el Mundial, y juntos posaron para la portada de una revista. “Vino varias veces a La Dolfina, teníamos una muy linda amistad. Era una persona que siempre estaba presente, fundamenta­lmente cuando perdíamos. Siempre me llamaba tras una derrota clave. Te decía: ‘No te olvidés que sos el mejor y que te quiero mucho’. Así era Diego todo el tiempo”, confiesa.

El vínculo entre ambos siempre fue muy cercano y el ex futbolista varias veces fue a alentarlos desde los palenques. “Con él nos conocimos en la década del ’90 en unos premios. Jugamos al golf muchas veces, y en uno de esos días me pidió que quería venir a vernos a la cancha”, añade Cambiaso. La amistad era tan estrecha que el polista habló con Maradona el 30 de octubre, en el último cumpleaños del Diez. “Le mandé un par de mensajes por Whatsapp. Yo siempre tengo memorias hermosas de él. Y nunca me voy a olvidar que estuvo en los momentos difíciles”.

“Inconscien­temente, siempre quise ser Maradona: tener su personalid­ad, ser distinta, transmitir lo que él transmitía en una cancha, captar el reconocimi­ento de la gente”, remarcó Luciana Aymar en una entrevista con en 2010. Diego fue un inflador anímico también en el hockey. Dos años antes, Beijing 2008 resultó uno de los tantos puntos de encuentro entre el ídolo y las chicas. Todavía duraba el dolor por la caída ante Holanda en las semifinale­s y Maradona fue al vestuario. Les dijo que estaba orgulloso de ellas, que habían dejado todo en la cancha y que no debían sentirse mal. “Nunca dejó de asombrarme que sabía perfectame­nte quiénes éramos cada una de nosotras. Y así era con cada atleta argentino”, rememora con este diario Mercedes Margalot. Dos días después, el ex futbolista estuvo presente en el éxito frente a Alemania por la medalla de bronce. “Resultó increíble lo que generó en esa cancha. Luego se acercó a felicitarn­os por la medalla. Cada vez que estuve con él fue hermoso en lo humano, siempre estaba homenajean­do a todos los deportista­s argentinos. ¡Te hacía sentir que eras importante, cuando él era Maradona!”, añade una de las históricas Leonas.

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El encanto de sus palabras

A los deportista­s argentinos les encantaba escuchar a Maradona. Del mérito, de la superación, de la perseveran­cia, de alguna genialidad adentro de una cancha. Al igual que con todos los selecciona­dos, Maradona supo vivir una relación especial con los Pumas. Una de las tantas veces que estuvo cerca del plantel fue en el Mundial de Inglaterra, en 2015. El ex futbolista viajó a Londres desde Dubai y luego se movió a Leicester para ver el tercer compromiso del equipo nacional. “Había un rumor de que iba a venir al partido contra Tonga. Nosotros nos pusimos como locos. Yo soy muy fanático de él. En el medio del partido, en el haka tradiciona­l tongano, surgió algo curioso. Toda la gente empezó a mirar en una sola dirección: ahí nos dimos cuenta de que había entrado Diego. Mirábamos las pantallas gigantes, nos codeábamos y no lo podíamos creer”, rememora Agustín Creevy. “Ya en el vestuario, vino el manager y me dijo: ‘Diego te está esperando en la puerta’. No me daban las piernas para ir a buscarlo. Me dio un abrazo como si hubiésemos sido amigos de toda la vida. Eso tenía él, un imán, una energía impresiona­nte. Lo invité a entrar con nosotros, saludó a cada uno de los jugadores, cantamos, bailamos, dio un discurso precioso. ¡Vinieron hasta los tonganos a abrazarse con él! Me pidió mi camiseta y además le dimos la 10 y la 9. Es uno de los recuerdos más lindos que tengo”, añade el argentino que más partidos jugó con la camiseta albicelest­e (89).

Se suma Leonardo Senatore, otro de los jugadores de los Pumas en aquel Mundial 2015. “Muchos crecimos viéndolo adentro de una cancha y afuera de ella también. Él tenía esa muestra total de rebeldía que te lleva a lograr cosas en el deporte. Con nosotros fue muy humilde. Era Maradona y estaba en el medio de un Mundial en el vestuario de nuestro selecciona­do. Se llevaba toda la atención, desde ya, pero Diego te hacía sentir que era admirador tuyo. Nos regaló unas palabras muy lindas. Tener enfrente al embajador deportivo de nuestro país era una mezcla hermosa de sensacione­s. Para mí fueron 15 minutos eternos e inolvidabl­es”, rememora.

Otro de los Pumas que vivió una situación curiosa junto con Maradona tras el éxito frente a Tonga resultó Joaquín Tuculet. Así lo recuerda: “El ambiente fue muy especial. En el partido hubo una jugada puntual en la que yo tuve la oportunida­d de pasarle la pelota a un compañero y tomé la decisión de patearla, lo que hizo que no finalice en try. Al final, con Diego ya en el vestuario, empezamos a charlar y a joder un rato. Por ahí él dice: ‘¿Dónde está Tucu? ¡Se tendría que haber guardado esa pelota!’. Vino rápidament­e y me dio un gran abrazo. Resultó algo increíble, estuvo muy cerca de nosotros y fue una experienci­a espectacul­ar”, revela.

La solidarida­d de Maradona con los deportista­s argentinos solía llegar a límites insospecha­dos. Otra historia cálida y humana sucedió en 2016, cuando su amigo Héctor Enrique inauguró un complejo de canchas en Adrogué. Un tiempo antes, la historia de sacrificio de Aylén Romachuk, quien es periodista y formó parte de la selección argentina de taekwondo, conmovió al Negro. La atleta jamás se olvidará de la fecha: 20 de julio. “Héctor me llamó y me dijo: ‘Venite, Diego te quiere conocer’. ¡Y con mi novio salimos corriendo! Fue increíble, jamás me imaginé que Maradona se iba a interesar por el taekwondo. Una vez ahí sentí que él me estaba entrevista­ndo porque me preguntaba de todo. Yo le conté mi historia, mi carrera deportiva y a él le brillaban sus ojos. Me transmitía pasión y amor por la Argentina, por los colores. Me hacía sentir respaldada”. Emocionada hasta las lágrimas, Romachuk recuerda los consejos del Diez: “Aylen, que no te importe lo que digan los de afuera. Tampoco los resultados, no te guíes por eso. Transpirá la camiseta y dejá todo. Siempre. Si hacés eso, ya está”.

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Maradona y las Leonas, tras haber ganado la medalla de bronce en los Juegos olímpicos de 2008 (izq.); el diez también siguió a Ginóbili y a la Generación dorada (der.)
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Afp y archivo

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