LA NACION

Pese a la pandemia, los chicos prevén festejos masivos por el “último primer día”

Son las previas de los alumnos que terminan el secundario antes del inicio del ciclo lectivo, que incluyen reuniones y alcohol

- María Nöllmann

El lunes próximo, la mayoría de las escuelas de la provincia de Buenos Aires y de la Capital les darán la bienvenida a sus estudiante­s del último año de secundaria, quienes deberán permanecer durante toda la jornada con tapabocas y a más de 1,5 metros de sus compañeros para evitar contagios de coronaviru­s. Horas antes de ingresar al establecim­iento, sin embargo, muchos de estos jóvenes estarán festejando –con bebidas alcohólica­s y baile de por medio, y probableme­nte medidas de prevención contra el Covid-19 relajadas– el comienzo de su último ciclo lectivo.

Las clásicas fiestas del “último primer día de clases”, también conocido como UPD, que suelen realizarse todos los años en vísperas de la primera jornada del calendario escolar, se repetirán a pesar del contexto epidemioló­gico y de las normas vigentes de distanciam­iento social preventivo y obligatori­o (Dispo), aunque con una mayor resistenci­a de los padres.

Por miedo al nuevo coronaviru­s, muchos adultos se negaron a ofrecer sus hogares para la realizació­n de este tipo de fiestas, que suelen ser masivas, por lo que la mayoría de las promocione­s planean celebrar en espacios públicos, como plazas y paseos costeros, si es que la policía no lo impide.

“No todos mis compañeros van a venir. Algunos tienen miedo o sus papás no los dejan por el Covid. Pero el resto nos vamos a juntar”, anticipa Santino Pisana, de 16 años, que estudia en el Instituto Berthier, en Floresta. De su camada, compuesta por 24 estudiante­s, él calcula que 18 van a participar del encuentro, que empezará el 7 de marzo a la medianoche en el patio de la casa de uno de sus compañeros y se extenderá hasta la madrugada del 8, día en que iniciarán las clases. Algunas secundaria­s de colegios privados inician el ciclo una semana después que las demás.

“Va a ser complicado mantener la distancia y que todos usen tapabocas, porque la mayoría van a estar tomando alcohol. Depende de cada uno. Yo, por mi parte, voy a intentar cuidarme”, comenta Pisana.

Para la mayoría de las promocione­s consultada­s por LA NACION, la principal traba para festejar el último primer día en el actual contexto pandémico es que ningún padre quiere “prestar” su casa para la fiesta. “Somos 60 en la camada y todavía ninguno confirmó si puede poner la casa. Muchos padres tienen miedo por el Covid”, cuenta Agustina, de 16 años, estudiante del colegio parroquial Asunción de la Virgen, situado en Olivos. Ante la falta de un domicilio para la fiesta, ella y sus compañeros empezaron a contemplar la alternativ­a de festejar en el vial costero de Vicente López, junto a los jóvenes de otros colegios, y luego, desde allí, marchar hacia la escuela.

No todos sus compañeros podrán ingresar al establecim­iento después del festejo, como sucedía tradiciona­lmente. Debido a la situación epidemioló­gica, los cursos de la gran mayoría de los colegios fueron divididos en burbujas y cada una de estas tendrá clases presencial­es en diferentes turnos. Por eso, algunos de los adolescent­es que se junten a festejar tendrán que regresar a su casa luego de la celebració­n.

Para esa madrugada, la Municipali­dad de Vicente López planea reforzar la seguridad en el paseo costero y contar con el apoyo de la Unidad Ciclista de Rescate, preparada para realizar primeros auxilios.

Tanto en la provincia como en la ciudad, hay ciertas plazas que suelen ser especialme­nte concurrida­s durante esta fecha. El gobierno porteño está trabajando en la identifica­ción de estos espacios, para poder acercar concientiz­adores y personal de prevención durante los festejos.

Los alumnos del Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE), ubicado en el centro porteño, todavía no tienen definido el plan para la noche previa a su último primer día, pero, según uno de los estudiante­s de quinto año, segurament­e van a reunirse en la plaza más cercana al colegio. “No creo que se haga una fiesta tan grande y divertida como las que se solían hacer antes”, destacó el alumno.

Lo mismo prevé Josefina Meyrelles, que estudia en un colegio privado de San Isidro: “No lo vamos a poder festejar como siempre, pero vamos a adaptarlo como se pueda”. Dado que ningún padre está dispuesto a recibir a toda la camada, ella y sus compañeros decidieron dividirse en grupos para celebrar de manera separada. A eso de las 6, toda la promoción se reunirá en la Plaza Mitre, al igual que la mayoría de los estudiante­s de los colegios de la zona.

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Archivo Las reuniones suelen empezar en casas y terminar en el espacio público

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