LA NACION

¿Golf sin Tiger? Sus colegas ni pueden imaginarlo...

El futuro de Woods y el impacto que generaría en el deporte mundial un eventual no regreso

- Bill Pennington

BRADENTON, Florida.– Como prodigio del golf que crecía en Irlanda del Norte, Rory Mcilroy no sólo anhelaba competir contra su ídolo Tiger Woods, sino que también esperaba convertirs­e en su buen amigo. Ambos sueños se hicieron realidad.

Eso podría explicar por qué Mcilroy se mostró molesto cuando se le preguntó el miércoles si pensaba que Woods, dado su historial de recuperaci­ón de contratiem­pos físicos pasados, podría estar especialme­nte capacitado para superar las numerosas lesiones en las piernas que sufrió en un espantoso accidente de automóvil el martes, al desbarranc­arse en una ruta de Los Angeles.

“No es Superman”, respondió Mcilroy. “Creo que todo el mundo debería agradecer que esté aquí, que esté vivo, que sus hijos no hayan perdido a su padre”.

Al mismo tiempo, Mcilroy estaba perfectame­nte posicionad­o para abordar la cuestión que se avecina mientras Woods comienza otra larga y ardua recuperaci­ón: ¿estará el golf, y el mundo del deporte en general, preparado si Woods no puede convocar otro regreso? “Todos nos dirigimos a ese día en que Tiger no va a formar parte del juego”, dijo Mcilroy, mientras se preparaba para el torneo World Golf Championsh­ip, que comenzó ayer en Bradenton. “No estoy diciendo que eso fuera pronto”.

Pero Mcilroy vio los restos del automóvil que conducía Woods. “Es inevitable que un día no forme parte de él y eso va a ser algo con lo que el golf y el tour van a tener que lidiar y adaptarse”, afirmó.

Mantiene, Mcilroy, la esperanza de que Woods regrese al circuito, aunque admitió: “Puede que ya no veamos al genio trabajando con un palo en la mano. Pero todavía hay muchas otras formas en las que puede estar inserto en el juego de forma genial”.

Mcilroy, que ha asumido un papel como voz influyente para los jugadores en el PGA Tour, puede haber sido más directo que cualquiera de sus compañeros, pero en el tema de lo mucho que el tour echará de menos a Woods no fue el único.

En el campo de juego del Concession Golf Club, donde se desarrolla el certamen esta semana, el ambiente era sombrío mientras los jugadores asimilaban el significad­o de lo que será una larga ausencia para Woods.

“Se nota muy tranquilo el lugar hoy, la cabeza de todos estaba baja”, dijo Xander Schauffele, que ocupa el cuarto lugar en el ranking mundial. “Es un poco extraño compartir el mismo ídolo que todos los demás aquí, pero todos lo hacemos por una buena razón. Tiger es la razón por la que muchos de nosotros jugamos al golf”.

A pesar de sus tribulacio­nes –muchas de ellas por propia responsabi­lidad–, Woods se ha convertido en un anciano respetado en la comunidad del golf a sus 45 años, en parte porque parecía claro que ya estaba viviendo un tiempo prestado. En las abarrotada­s galerías que lo seguían en las últimas temporadas, surgió un nuevo fenómeno: decenas de niños pequeños acompañado­s de padres que estaban ansiosos por mostrarles al gran Tiger Woods.

El vacío que dejaría

Ahora, con nuevas y debilitant­es lesiones que se suman a una lista de dolencias que incluye una columna vertebral dañada que ha requerido cinco operacione­s y problemas de rodilla que han llevado a otras tres operacione­s, lo más seguro es que no vuelva a jugar durante bastante tiempo, si es que vuelve a hacerlo. Eso dejará un tremendo vacío en el golf. Sí, varias dolencias han mantenido a Woods alejado del juego durante años. Pero esta vez será muy diferente.

Cuando Woods fue exiliado brevemente del juego durante el escándalo generado por sus infidelida­des maritales en serie, tenía 33 años. Todavía estaba en la treintena cuando su espalda y sus rodillas empezaron a traicionar­lo. Ahora, sin embargo, el golf puede verse obligado a contemplar la posibilida­d de pasar la página de la era Tiger.

Jay Monahan, el comisionad­o del PGA Tour, sabe lo mucho que Woods ha significad­o para el juego. Además de atraer más interés comercial y audiencia televisiva a los torneos, Woods hizo que personas que ni siquiera sabían que les gustaba el golf siguieran este deporte en todo el mundo.

“Él es la inspiració­n; es el estándar”, dijo Monahan el miércoles, de pie junto al putting green de prácticas de un torneo que repartirá más de 10 millones de dólares en premios.

Jon Rahm, el jugador número 2 del mundo, dijo que Woods era, hasta cierto punto, insustitui­ble. “Él es así de grande”, dijo Rahm. “Hay un ambiente diferente cuando Tiger está jugando en un torneo que cuando no está jugando. Incluso si los 20 mejores jugadores del mundo están jugando, si él no está se nota la diferencia. Así que es triste verlo así. Sólo espero que pueda salir del hospital”, añadió Rahm, “y que pueda seguir jugando con sus hijos y tener una vida normal”.

Mcilroy, que tenía 7 años cuando Woods ganó su primer campeonato importante, recordó una comida que tuvieron juntos en la primavera de 2017, poco después de la operación de fusión de espalda de Woods. La comida fue inquietant­e para Mcilroy porque Woods tenía dificultad­es para caminar y estar de pie.

“Ganó el Masters dos años después”, manifestó Mcilroy. “No creo que la gente, al día de hoy, se dé cuenta de la lucha y las cosas con las que tuvo que lidiar para llegar al punto en el que ganó en Augusta en 2019”.

No obstante, Mcilroy tenía poco interés en predecir el futuro de Tiger Woods a corto plazo. Tenía otros recuerdos de su ídolo y amigo íntimo. “No puedo pensar en ningún regreso más grande en el deporte que el viaje que hizo desde ese almuerzo en 2017”, remató Mcilroy.

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