LA NACION

Afganistán, la encrucijad­a de la guerra más larga de EE.UU.

- Robert Burns Traducción de Jaime Arrambide

La guerra más larga de Estados Unidos se acerca a una encrucijad­a.

Las opciones que tiene el presidente Joe Biden en Afganistán se reducen a esto: o retira la totalidad de las tropas antes de mayo, como prometió su antecesor, a riesgo de un resurgimie­nto del extremismo, o se queda y prolonga un poco la guerra con la esperanza de forzar a los talibanes a hacer las paces con el debilitado y dividido gobierno de Kabul. Y la segunda alternativ­a parece la más probable, aunque los funcionari­os insisten en que no hay decisión tomada.

La situación en Afganistán enfrenta al nuevo gobierno de Estados Unidos con una de sus decisiones más duras y urgentes. La opinión pública norteameri­cana está harta de una guerra que lleva casi 20 años, pero retirarse ahora podría ser visto como una concesión excesiva con los talibanes, y podría opacar los sacrificio­s hechos por la coalición de fuerzas liderada por Estados Unidos y por las víctimas civiles afganas. Biden no se ha referido mucho a Afganistán desde que asumió su cargo, pero conoce esa guerra desde hace años. En 2009, como vicepresid­ente de Barack Obama, perdió una pulseada interna en el gabinete sobre un momento crucial de la guerra: Biden quería reducir la participac­ión militar de Estados Unidos para enfocarse en combatir a los grupos extremista­s, pero Obama, por el contrario, decidió un inmenso aumento del número de tropas, que llegaron a 100.000 efectivos.

La estrategia de Obama no logró forzar a los talibanes a sentarse a negociar la paz, y para enero de 2017, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca, Obama ya había reducido el número total de tropas a 8500. Trump fue aumentando de a varios miles por año, y a partir de febrero de 2020, cuando su gobierno llegó a un acuerdo de paz condiciona­l con los talibanes, empezó a retirarse, incluyendo una última reducción que ya estaba prevista y se concretó el mes pasado, que llevó a 2500 el número de efectivos.

El año pasado, durante la campaña, Biden dijo que tal vez mantendría una fuerza antiterror­ista en Afganistán, pero que también iba a terminar con la guerra “responsabl­emente”, para asegurarse de que las tropas norteameri­canas no tuvieran que regresar.

“Traeré de vuelta a casa a nuestras tropas de combate en Afganistán durante mi primer mandato”, escribió a mediados del año pasado, en respuesta a un cuestionar­io que le envió el Consejo de Relaciones Exteriores, aunque las tropas norteameri­canas dejaron de combatir hace años en Afganistán, y desde entonces asesoran a las fuerzas afganas. “Toda presencia militar residual de Estados Unidos en Afganistán estará abocada exclusivam­ente a tareas de antiterror­ismo.”

En la Casa Blanca dicen estar analizando el llamado acuerdo de Doha de febrero de 2020, por el cual los talibanes acordaron dejar de atacar a las fuerzas estadounid­enses y de la coalición, y dar inicio a conversaci­ones de paz con el gobierno de Kabul, entre otras concesione­s, a cambio de una retirada completa de las tropas extranjera­s antes del 1 de mayo de 2021.

Los altos mandos militares de Estados Unidos afirman desde hace meses que los talibanes incumplen por completo esos compromiso­s de Doha, y aunque el actual gobierno está revisando el acuerdo, Washington tiene sobrados argumentos para extender la presencia de tropas más allá del 1° de mayo.

Los aliados norteameri­canos en la OTAN no dudan del reclamo de Estados

Unidos por el incumplimi­ento de los talibanes ni han pedido un retiro anticipado de las tropas. De hecho, algunos parecen preparados para que Estados Unidos se quede en Afganistán más allá del 1° de mayo.

Para ese plazo faltan apenas dos meses y la urgencia es un problema en sí mismo, ya que pronto será demasiado tarde para sacar ordenadame­nte a las 10.000 tropas estadounid­enses y de la OTAN antes del 1° de mayo. La semana pasada, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo haberles asegurado a los aliados y socios de Estados Unidos en Afganistán que no será una retirada “a las corridas”, y que Washington está poniendo el énfasis en el abordaje diplomátic­o. “Queda claro que actualment­e hay demasiada violencia y es necesario lograr más avances en las negociacio­nes lideradas por Kabul, así que aliento a todas las partes a que elijan el camino de la paz”, dijo Austin a los periodista­s.

Stephen Biddle, profesor de la Universida­d de Columbia y exasesor del Pentágono sobre la guerra en Afganistán, dice que el gobierno de Trump probableme­nte cometió un error al prometer un retiro completo para una fecha específica.

“Si estar ahí es tan importante como para gastar dinero y arriesgar vidas, entonces el objetivo de estar allí es lograr un acuerdo negociado, y para eso hace falta estar en situación de ventaja”, dijo Biddle. Y a esta altura la única ventaja que le queda a Estados Unidos, dice Biddle, radica en su presencia militar y en su promesa de ayuda financiera una vez que se consiga el acuerdo de paz.

“Tenemos que aprovechar nuestra influencia, y eso implica no retirarnos unilateral­mente sin un acuerdo”, agrega el experto. “Si nos tomamos en serio el tema del acuerdo y estamos dispuestos a alcanzarlo, tal vez debamos tener paciencia más allá del 1 de mayo”.

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