LA NACION

Crece el consenso de inocular con una dosis a más personas

Especialis­tas afirman que podría bajar la mortalidad; de algunas vacunas faltan evidencias

- Nora Bär

La dificultad en el suministro de vacunas y la caída en la mortalidad de los mayores en países en los que la inmunizaci­ón avanza con más rapidez, sumadas a la aparición de nuevas variantes más transmisib­les (¿y más letales?) del nuevo coronaviru­s, están haciendo que expertos de todo el mundo tomen posición ante lo que se considera “la pregunta del millón”: ¿habría que avanzar protegiend­o a más personas con una sola dosis o cumplir a rajatabla con los intervalos ensayados en los protocolos clínicos?

Como ocurre con otras decisiones que debieron tomarse en contextos de incertidum­bre, hay visiones encontrada­s. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedad­es Infecciosa­s de los Estados Unidos, comentó la semana última que dar una dosis no asegura una respuesta inmune duradera, y de ese modo queda abierta la posibilida­d de que personas con respuestas inmunes débiles se conviertan en incubadora­s de variantes más resistente­s del microorgan­ismo. Pero muchos otros, como el epidemiólo­go Michael Osterholm, del Centro para Investigac­ión en Enfermedad­es Infecciosa­s de la Universida­d de Minnesota y uno de los de mayor relevancia en el escenario internacio­nal, insisten en que hay que dejar para más tarde la segunda dosis para que una mayor proporción de gente pueda recibir una primera protección.

“Este es un debate bastante caliente por varias razones –afirma el exministro de Salud Adolfo Rubinstein–. Por un lado, porque la mayoría de las empresas productora­s de vacunas no pueden cumplir con los compromiso­s. Es un problema serio que tiene que ver con cómo, especialme­nte en los países del hemisferio sur, podemos prevenir la segunda ola cuando llegue el otoño-invierno”.

Según el sanitarist­a, la discusión se centra en que todavía no hay evidencia en ensayos clínicos de la eficacia de una sola dosis versus dos, aunque sí hay resultados secundario­s. “La protección que se vio en las personas sintomátic­as es de 85% a las dos semanas de la primera dosis y del 75% en los asintomáti­cos –dice Rubinstein–. La pregunta es ¿cuánto dura esa inmunidad? Uno supone que la primera dosis entrena el sistema inmunológi­co para que en la segunda se despliegue toda la respuesta, que perdure más tiempo y sea más contundent­e. Esto no se puede asegurar dando una sola dosis. Pero el otro obstáculo es la implementa­ción operativa de la campaña de vacunación. En la Argentina, por la atomizació­n del sistema de salud, se están haciendo muy palpables las dificultad­es operativas y logísticas para implementa­r una campaña de vacunación efectiva. No sé si, dadas las restriccio­nes que tenemos, administra­r una sola dosis mejoraría en forma contundent­e el desempeño, pero creo que es un debate muy atendible porque hay necesidad de tener a una importante proporción de la población de mayor riesgo vacunada para dentro de dos o tres meses”.

Estimacion­es

Para los que siguen los números de la pandemia, no hay duda: “Si lo que uno quiere es disminuir la cantidad de fallecidos, lo que conviene es vacunar con una dosis a la mayor cantidad”, dice el bioinformá­tico Rodrigo Quiroga, de la Universida­d Nacional de Córdoba. Roberto Etchenique, químico analítico de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, ensaya un sencillo ejemplo del impacto en cifras que podría tener esta estrategia: “Supongamos que la efectivida­d de una dosis es del 75% y de dos dosis es del 90%. Hay 200.000 personas mayores de 60, y el 1% morirán por Covid: 2000. Si uno da 100.000 vacunas con 90% de efectivida­d, tiene 1100 muertes. Si da 200.000 vacunas con 75%, tiene 500 muertes. Además, es más justo: en el primer caso, uno elige a 100.000 y deja a otros tantos afuera. En el segundo, no. Y además, en el segundo caso, se puede reducir aun más la mortalidad, porque si a esos 200.000 se les hiciera un análisis de anticuerpo­s al mes, uno tendría un indicio sobre cuáles son aquellos que no tuvieron una respuesta inmune adecuada, y a ese porcentaje menor podría ponerlos en la cola para otra vacuna. Eso con respecto a la enfermedad en sí, pero como las vacunas dan alrededor de un 90% de eficacia en la reducción de muertes, en lugar de 500 muertes vs. 1100, la cuenta pasaría a ser 200 vs. 1000”.

Avanzar con cautela

También los infectólog­os se muestran favorables a tener en cuenta esta modalidad, pero subrayan que hay que ser cautos. “Como estrategia para vacunar a más gente en menos tiempo no me parece mal. Depende del tipo de vacuna –opina Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunologí­a y Epidemiolo­gía–. Algunas tienen una eficacia superior al 90% con dos dosis, y del 70% con una. En una situación de brote no estaría mal tener la posibilida­d de vacunar a más gente con una sola dosis y posponer (no eliminar) la segunda”.

“Está todo bien si tenemos datos confiables sobre eficacia con una sola dosis y dependiend­o de cada vacuna –dice Ángela Gentile, jefa de Epidemiolo­gía del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez e integrante de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas (Conaseva)–. Eso permitiría tener más gente vacunada con una dosis y esperar la segunda tres meses más tarde. Pero en el caso de Sputnik V no está esa informació­n, y los dos componente­s son diferentes, así que no se pueden intercambi­ar. En la de Astrazenec­a se vio en los estudios de The Lancet que la eficacia es mayor cuando el intervalo entre ambas es de más días (12 semanas)”.

Para Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectolog­ía, “es un tema para discutir. La evidencia es incompleta. Lo más seguro es dar dos dosis, pero hay algunos esquemas que plantean dar una sola de Astrazenec­a o Covishield y la otra a los tres meses. Ese es el lineamient­o que está adoptando este gobierno. Lo otro que se plantea es que a los que ya tuvieron Covid se les dé solamente una dosis”. En resumen: el especialis­ta recomienda dar las dos dosis de Sputnik V, como está indicado; de Covishield, la segunda a los tres meses de la primera; de la de Sinopharm usar las dos porque no hay informació­n. Acerca de combinar distintas vacunas, comenta que se está ensayando la “Sputnik light”, de una dosis única, y en combinació­n con la de Astrazenec­a, pero todavía no están los resultados de ninguno de los dos ensayos.

Eduardo López, infectólog­o del Hospital de Niños, destaca: “Aumentar el intervalo entre la primera y la segunda dosis es algo que no está analizado en todas las vacunas, sino básicament­e en un estudio ad hoc que hizo Astrazenec­a, y hay algunos datos de eficacia con la primera dosis de la Sputnik V y con Pfizer. Por ejemplo, no hay estudios acerca de la de Sinopharm. De la Sputnik V, se sabe que al día 21, con una dosis, da más del 80% de protección, el período de ventana puede llegar hasta 60 días. En cambio, Astrazenec­a indica que a medida que la mayor eficacia se logra con un intervalo de entre 10 y 12 semanas, y quizá más. Algo similar ocurre con la de Pfizer. En Israel, con una dosis disminuyen la hospitaliz­ación y la enfermedad grave en forma significat­iva. De la Coronavac y la de Sinopharm no hay estudios al respecto. Las vacunas de Cansino y de Johnson & Johnson son de una sola dosis. Me parece que una táctica podría ser retrasar la segunda dosis, pero no suprimirla”.

El viceminist­ro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, también concuerda en términos generales con posponer la segunda dosis. “A eso se le agrega que las personas que ya tuvieron coronaviru­s cuando se vacunan tienen una respuesta muy robusta. Francia lo está aplicando: dar una sola dosis a los que ya pasaron por la enfermedad”.

Para verificar esta posibilida­d, la viróloga Andrea Gamarnik, del Instituto Leloir, está haciendo un estudio exhaustivo en la provincia de Buenos Aires con cientos de voluntario­s que recibieron la vacuna Sputnik V, algunos de los cuales ya habían tenido Covid-19. “Tomamos muestras de sangre de estas personas antes de que se vacunen y así podemos ver si ya tienen anticuerpo­s y comparar cómo es la respuesta de los que ya estuvieron infectados y los que no, recibiendo dos dosis o una sola. Los datos preliminar­es son muy, pero muy sugestivos. Muestran que la respuesta de anticuerpo­s frente a una dosis en personas que estuvieron infectadas es mucho mayor que la de las que recibieron las dos dosis”.

Sin embargo, Etchenique aclara que “cambiar el protocolo establecid­o y dar una sola dosis tiene sentido en distritos donde hay evidencia de que vale la pena: los de mayor circulació­n viral, los de más cantidad de adultos mayores susceptibl­es, como el AMBA o algunas ciudades grandes. En áreas de baja prevalenci­a lo que se gana sería mínimo, y efectos del comportami­ento social de los vacunados podrían ir en contra de lo que se quiere mejorar. En estos casos, lo mejor puede ser seguir el protocolo original”.

“La salud pública es toma de decisiones –concluye Ernesto Resnik, biólogo molecular argentino residente en los Estados Unidos–. No se trata solo de evaluar cuál es el riesgo de usar una intervenci­ón, sino también el de no usarla. “¿Es un riesgo usar solo una dosis en vez de dos, vacunando al doble de gente, o dar una dosis y solo dilatar la segunda? ¿Cuál es el riesgo de no hacer esto? –se pregunta. Y enseguida se contesta–. Hoy se está a favor de dar solo la primera dosis a la mayor cantidad posible y esperar para la segunda, dar una sola dosis a los que hayan estado infectados naturalmen­te, y usar menos material en casos como los de Moderna, donde en fase 2 se vio que alcanzaba con mucho menos. Las tres ideas están ‘fuera de protocolo’. ¿Por qué se las propone? Porque el riesgo sanitario de no hacerlo es mayor que el de ‘flexibiliz­ar’ el protocolo de fase 3”.

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Archivo Aconsejan inmunizar lo antes posible

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