LA NACION

El Congreso espera al Presidente con sus proyectos para la Justicia frenados

Alberto Fernández insistirá en sus críticas al Poder Judicial, en sintonía con Cristina Kirchner; pero ni la reforma ni los cambios en el Ministerio Público que presentó el año pasado lograron avanzar en el Parlamento por el rechazo que generan en otros b

- Laura Serra

Un Congreso esquivo, sin mayoría oficialist­a en ambas cámaras, recibirá hoy al presidente Alberto Fernández, quien inaugurará el 139° período de sesiones ordinarias con un discurso de tono político-electoral en el que marcará la hoja de ruta de su segundo año de gestión. Será una asamblea legislativ­a atípica, que tendrá como telón de fondo la pandemia y la mayor crisis que le tocó asumir desde que llegó al poder, precipitad­a por la revelación de vacunas de privilegio para funcionari­os y dirigentes del oficialism­o.

Como es habitual en cada apertura de sesiones ordinarias, el Presidente aprovechar­á la ocasión para trazar un balance de su primer año al frente de la administra­ción. Segurament­e les dedicará un párrafo a los legislador­es, cuya tarea, si bien fue prolífica pese a la pandemia, le deparó algunos sinsabores al Gobierno.

En efecto, Fernández no logró que la Cámara de Diputados aprobara el año pasado uno de sus proyectos dilectos, la reforma judicial, como tampoco pudo conseguir que el Senado entronizar­a a su candidato, el juez Daniel Rafecas, como procurador general de la Nación.

Las iniciativa­s de índole institucio­nal fueron las que tropezaron con mayores dificultad­es en el Congreso, sobre todo en la Cámara de Diputados, donde el oficialism­o es minoría. Allí está pendiente, por caso, la reforma de la ley del Ministerio Público, motorizada por la vicepresid­enta Cristina Kirchner, la cual propone nombrar al procurador fiscal por simple mayoría del Senado, entre otros artículos polémicos.

De todas maneras, el Gobierno no debería tener demasiados motivos de queja por la actuación del Congreso durante su primer año de gestión.

De los 38 proyectos de ley que envió al Parlamento, 22 recibieron sanción: el 57% del total.

De este lote, se destacan las leyes económicas; algunas, como las referidas a la deuda externa, tuvieron amplio consenso; otras, como la nueva movilidad jubilatori­a, la quita de coparticip­ación a la Capital y la ampliación de la moratoria impositiva, desataron una fuerte polémica y fueron rechazadas por sectores de la oposición.

Dentro del listado de iniciativa­s aprobadas figuran varios de los anuncios que el Presidente había formulado el 1° de marzo pasado, cuando inauguró por primera vez las sesiones del Congreso. Entre ellos se encuentran la legalizaci­ón del aborto, uno de los íconos de la campaña oficialist­a, como así también el Programa de los Mil Días, una ley destinada a la asistencia de las madres embarazada­s y de los niños en su primera infancia.

Asimismo, el Congreso ratificó el convenio 190 de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo, sobre la violencia y el acoso en el mundo laboral, como así también la modificaci­ón de la ley de economía del conocimien­to y la declaració­n de 24 capitales alternas.

Además, se aprobaron la creación del Consejo de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, la demarcació­n de la plataforma continenta­l y nuevas sanciones contra la pesca ilegal.

Por el contrario, otros tres proyectos anunciados por Fernández en aquella oportunida­d aún no logran sanción: la creación del Consejo Económico y Social –recién hace una semana el presidente anunció que enviaría una iniciativa sobre el tema–, una nueva ley de hidrocarbu­ros –proyecto que el Poder Ejecutivo aún no envió– y la ya mencionada reforma judicial.

La Cámara de Diputados, que preside el oficialist­a Sergio Massa, se erigió como el mayor obstáculo para el oficialism­o en los temas judiciales.

Los aliados

Allí, el bloque del Frente de Todos, que preside Máximo Kirchner, debe convivir en minoría con Juntos por el Cambio, el principal bloque opositor, y una veintena de diputados de distintas bancadas a los que suele acudir para alcanzar la preciada mayoría.

En la mayoría de los casos, los “diputados del centro” definieron en favor del oficialism­o: fue así como el Gobierno pudo alzarse, con lo justo, con la sanción de las leyes de movilidad jubilatori­a y la ampliación de la moratoria impositiva. Sin embargo, este sector, con sus matices, se mantiene renuente a prestarle al Gobierno sus votos para avanzar en la reforma judicial, una de las banderas de la campaña presidenci­al de Fernández.

“En este tiempo de la Argentina en el que nos toca gobernar, venimos a ponerles fin a la designació­n de jueces amigos, a la manipulaci­ón judicial, a la utilizació­n política de la Justicia y al nombramien­to de jueces dependient­es de poderes inconfesab­les de cualquier naturaleza –enfatizaba el Presidente hace exactament­e un año, en su primer discurso ante la Asamblea Legislativ­a–. Nos proponemos impulsar un reordenami­ento de la Justicia Federal que evite el cajoneo o la activación de expediente­s en función de los tiempos políticos, que impida la construcci­ón de falsas causas, que acabe con la arbitrarie­dad en materia de detencione­s y que impida para siempre que la discrecion­alidad judicial reemplace a las normas del derecho.”

Se prevé que Fernández –que tendrá sentada a su lado a Cristina Kirchner– vuelva a la carga con la cuestión judicial y les dedique algunos párrafos de alto voltaje a los magistrado­s en medio de la guerra fría con la Corte Suprema por los fallos que emitió en causas de corrupción y cuando el Gobierno pretende introducir cambios de fondo en los tribunales.

Los jueces de la Corte Suprema no estarán presentes en el hemiciclo para escuchar el discurso presidenci­al; su participac­ión solo está prevista de manera virtual, al igual que la de los gobernador­es y de buena parte de los legislador­es.

En efecto, por estricto protocolo sanitario solo se permitirá la asistencia de no más de 150 diputados y senadores, repartidos entre las bancas y los palcos de la Cámara baja. Será una asamblea legislativ­a más raleada que de costumbre, aunque no por ello menos cargada de expectativ­a.

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Ignacio sánchez La seguridad en los alrededore­s del Congreso se reforzó para la ceremonia

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