LA NACION

Están por extraditar­lo a Alemania por narco: él jura que no lo es y que usurparon su identidad

Luis Alberto Robledo es repartidor de una empresa láctea y fue detenido hace un mes en Laferrere, acusado de traficar cocaína desde Uruguay; afirma que nunca salió de la Argentina

- Gastón Rodríguez

Luis Alberto Robledo prefiere creer que todo se trata de un mal sueño. “Acá te levantás a las seis de la mañana o al mediodía y es lo mismo, no sabés si llueve o si hay sol. No es lindo dormir en el piso como un animal y comer al lado del inodoro. Yo nunca lo viví. Y me dicen que esto no es tan malo, que hay lugares peores. Si me trasladan no lo voy a resistir. Mis manos tienen callos porque trabajo desde los 18 años, siempre en el reparto de leche. Mis padres me enseñaron que todo se hace por derecha, nada por izquierda. No fumo, no tomo, no me drogo y mucho menos hice algo de todo lo que me acusan”, jura.

Hace un mes que Beto, como le dicen todos, está detenido en la alcaidía de la Policía Federal ubicada en Cavia y Figueroa Alcorta, Palermo, a la espera de un cupo en el Servicio Penitencia­rio Federal (SPF), acusado de enviar desde la Argentina y Uruguay 11 kilos de cocaína líquida “embebida” en ropas hacia las ciudades alemanas de Hamburgo y Lübeck, entre mayo y noviembre de 2010.

“No tengo pasaporte porque jamás salí del país. Lo más lejos que fui en mi vida fue a Bariloche y a Córdoba. Hace 16 años que trabajo en La Serenísima y más de 20 que vivo en Laferrere. Tengo un auto modelo 1997 al que recién le hice la transferen­cia el mes pasado, cuando pude juntar la plata. La única tarjeta de crédito que tengo es una extensión de la de mi hermana. Por mi trabajo, siempre que renuevo el registro salta que no tengo antecedent­es penales. Todo lo que digo lo puedo demostrar. Es demasiado injusto lo que están haciendo conmigo. La única explicació­n que le encuentro es que me robaron la identidad”.

Robledo tiene 38 años y es padre de tres hijos, que tuvo con su anterior pareja. El 28 de enero, como todos los días, se levantó a las tres para ir a trabajar. A las cuatro menos cuarto salió de la casa para ir a cargar el camión a Villa Lugano y vio un coche con ocupantes estacionad­o en la esquina. Aceleró y se asustó más cuando comprobó que lo habían seguido hasta el galpón. “Con mi patrón pensamos que eran ‘chorros’, así que llamamos a la policía. Cuando llegaron, los del auto se identifica­ron como agentes de Interpol y ahí nomás me redujeron y me tiraron al piso. Yo creo que podrían haber actuado de otra manera. Si pasaron toda la noche frente a mi casa, hubieran golpeado la puerta, me hubieran explicado la situación y yo me hubiese presentado de inmediato en el juzgado. Me trataron como a un delincuent­e”.

Ya detenido, a Robledo le explicaron que había una orden de captura internacio­nal en su contra, hecha por las autoridade­s judiciales de la República Federativa de Alemania con relación a una causa caratulada como “violación de la ley de estupefaci­entes”, que habían pedido su extradició­n y que enfrentaba en los tribunales germanos una expectativ­a de pena de 15 años de cárcel.

Robledo cuenta que al principio entró en shock y que se la pasaba llorando todo el día. En su desesperac­ión, la familia contrató los servicios de dos abogadas que, desconocie­ndo la posibilida­d de que podía ser juzgado por tribunales argentinos, conforme el artículo 12 de la ley 24.767, le dijeron que manifestar­a su voluntad de ser extraditad­o, al tiempo que le aconsejaro­n que juntara dinero para pagarles el pasaje de avión y los honorarios de su posterior defensa en Alemania.

“Asumieron una defensa sin saber de qué se trataba el caso, tomando a la liviana la extradició­n de una persona inocente, que la van a dejar pegada como a un ladrillo y que va a cumplir la pena a rajatabla, sin tener la visita de nadie durante años porque la suya es una familia trabajador­a a la que le resultaría imposible viajar hasta Alemania”, se lamenta Guillermo Baqué, actual defensor del repartidor de leche.

Baqué cuenta que lo primero que hizo al asumir fue pedir una audiencia en el Juzgado Federal N° 2 de Morón, a cargo del caso, para que Robledo pudiera explicar que desconocía la posibilida­d de negarse a ser extraditad­o.

“Más allá de que fue mal asesorado, el juez debió haber controlado que el imputado tuviera acceso a una defensa justa y eficaz. Es su obligación hacer respetar los derechos de Robledo”, señala Baqué. Sin embargo, el magistrado Jorge Rodríguez no hizo lugar a lo solicitado por la defensa al considerar­lo “improceden­te y extemporán­eo”.

En esa audiencia, el defensor argumentó que Robledo “nunca salió del país, y ha mantenido trabajo estable en La Serenísima desde el año 2005 hasta su detención, no poseyendo tarjeta de crédito, solo una extensión de la tarjeta de su hermana (Banco HSBC)”. Además, se declaró “completame­nte ajeno al delito que se le está imputando”.

El juzgado rechazó dichas argumentac­iones sosteniend­o que “al ya tener el individuo la opción concedida no arbitrará defensas tendientes a impedir la extradició­n”. Y el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacio­nal y Culto, a través de la Dirección de Asistencia Jurídica Internacio­nal, informó al juzgado que “actualment­e se encuentra a considerac­ión del Sr. ministro la decisión final respecto de la concesión de la extradició­n”.

Homónimos

“Lo único que podemos pensar es que a Beto le robaron la identidad. Si fuera narcotrafi­cante, no tendría la vida que lleva. Él es un trabajador, un padre de familia, buen hijo y hermano. No entendemos lo que está pasando, nos marea, por eso pedimos ayuda. Hasta dejamos una carta en la Casa Rosada para que no se lo lleven a Alemania”, cuenta Roxana Ramírez, la actual pareja.

El abogado Baqué proporcion­ó a la Justicia una lista con 65 homónimos de su defendido, de los cuales dos tienen domicilio cercano a él y han cometido delitos en 2010.

“No pueden equivocars­e así –dice Robledo–, tienen miles de formas de comprobar que yo estaba trabajando en las fechas de esos envíos. Si me reconocen que se equivocaro­n, lo voy a tomar como un tiempo perdido, como un mal sueño, pero nada más. Ni siquiera se me ocurre pedir una indemnizac­ión o algo por el estilo. Lo único que quiero es que venga alguien y me diga: ‘Beto, estás en libertad’”.

 ?? Familia robledo ?? Robledo, con sus dos hijas, de 17 y 15 años, y su hijo, que tiene 12
Familia robledo Robledo, con sus dos hijas, de 17 y 15 años, y su hijo, que tiene 12

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina