Sigue la presión en las calles de Myanmar y la junta desoye a la ONU
Continúan las protestas y ascienden a 54 los muertos; una joven asesinada, símbolo de la resistencia
YANGON.– Las imágenes de las fuerzas de seguridad de Myanmar persiguiendo a manifestantes que protestan por el golpe de Estado, disparando a un civil a quemarropa y golpeando salvajemente a otros revelaron el alcance de una brutal represión en la que 38 personas murieron a tiros en un solo día.
Pese a la impactante violencia de anteayer, los manifestantes regresaron a las calles ayer para denunciar la toma de poder por parte del ejército el 1° de febrero y muchos tienen la esperanza de que la cifra de fallecidos obligue a la comunidad internacional a tomar mayor acción.
El Consejo de Seguridad de la ONU tiene previsto reunirse a puerta cerrada hoy para abordar los llamados a responder al golpe –entre ellos el del secretario general, António Guterres– y a la creciente represión militar. Es difícil que se acuerde una acción coordinada de algún tipo ya que dos de los miembros permanentes del Consejo, Rusia y China, probablemente la vetarían. Algunas naciones han impuesto o están considerando imponer sus propias sanciones.
La enviada especial de Naciones Unidas para Myanmar, Christine Schraner Burgener, dijo que 38 personas fueron abatidas anteayer, “el día más sangriento ”, desde que comenzaron las protestas, denunció. Se ha confirmado la muerte de más de 50 civiles, la mayoría manifestantes pacíficos, a manos de policías y soldados desde el golpe del 1° de febrero que derrocó al gobierno electo de Aung San Suu Kyi.
“Vi videoclips muy inquietantes”, dijo Schraner. “Uno era la policía golpeando a un equipo médico voluntario. No iban armados. Otro videoclip mostró que la policía se llevó a un manifestante y le dispararon desde muy cerca, tal vez a solo un metro. No se resistió a su arresto y parece que murió en la calle”.
La funcionaria parecía estar refiriéndose a un video compartido en las redes sociales que comienza con un grupo de fuerzas de seguridad siguiendo a un civil, que parece que acaban de sacar de un edificio. Suena un disparo y la persona cae. Después de que la persona levanta brevemente la cabeza, dos de los soldados arrastran a la persona por la calle tomándola de los brazos.
Las protestas se repitieron ayer en al menos tres zonas de la principal ciudad del país, Yangon, que fueron escenario de violencia durante los últimos días. La policía recurrió una vez más a la fuerza para dispersar a los inconformes, según reportes en redes sociales.
Las movilizaciones continuaron también en Mandalay, la segunda ciudad más grande, donde se desplegó una formación de cinco aviones de combate en lo que parecía ser una amenazante demostración de fuerza.
Schraner dijo que advirtió al Ejército que la comunidad internacional y el Consejo “podrían tomar importantes y enérgicas medidas (...) Y la respuesta fue: ‘Estamos acostumbrados a las sanciones y sobrevivimos a esas sanciones en el pasado’’’.
La sublevación revirtió años de lento avance hacia la democracia en Myanmar, que durante cinco décadas languideció bajo un estricto régimen militar que derivó en aislamiento y sanciones internacionales. A medida que los generales suavizaron su control, que culminó con el ascenso de Suu Kyi al poder tras las elecciones de 2015, la comunidad internacional respondió levantando la mayoría de las sanciones e invirtiendo.
Según Schraner, la junta militar está sorprendida por la firme oposición al golpe, que está liderada por jóvenes.
“Creo que el Ejército está muy sorprendido de que no funcione porque en el pasado, en 1988 y en 2007 y en 2008, funcionó”, señaló refiriéndose a otras violentas represiones de movimientos populares contra la junta.
En este contexto, Kyal Sin, de 19 años, se convirtió en pocas horas en un símbolo de la violencia de la junta. La joven manifestante, aficionada a la danza y a las artes marciales, llevaba una camiseta con la frase “Todo irá bien”.
Pero en un país acostumbrado a la represión sangrienta, como en 1988 y 2007, Kyal Sin, apodada “Ángel”, no ignoraba los riesgos. Unos días antes de su muerte, había tomado la iniciativa en su página de Facebook, comunicando su grupo sanguíneo y dando su consentimiento para una donación de órganos en caso de que le ocurriera algo.
La adolescente fue asesinada a tiros por las fuerzas de seguridad el miércoles en una concentración prodemocrática en Mandalay (centro).
El lema de su camiseta se hizo viral en las redes sociales cuando comunicaron su muerte: “Eres nuestra heroína”, “Ya estás brillando en las estrellas” y “Continuaremos la lucha hasta el final”.