LA NACION

Déficit habitacion­al: cómo salir de un problema con fuertes raíces

Se estima que en la Argentina hay unos 3,5 millones de hogares afectados por la falta de vivienda o por la mala calidad de las unidades habitadas; con el aumento de la pobreza la situación puede agravarse; más allá de las peleas políticas, ¿cuáles deben s

- POR Gabriela Origlia

El déficit habitacion­al que afecta a la Argentina es de 3,5 millones de viviendas, según estimacion­es oficiales hechas en la gestión anterior; de ese total, en el 60% de los casos se trata de unidades que existen pero tiene problemas de calidad. La lógica indica que las políticas que desde diferentes sectores se despliegan deberían hacer foco en ese segmento. Pero a lo largo de los años el acento se puso en hacer nuevas unidades. Según el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) en el país hay 4416 asentamien­tos informales (el dato es de hace tres años y quienes habitaban esos lugares concentrab­an un 10% de la población). El aumento de la pobreza –que según datos del Indec al segundo semestre de 2020 afecta al 42% de la población– implica más inconvenie­ntes para acceder a una casa o para poder mejorar la que se tiene.

El 61% de los hogares con déficit habitacion­al se concentra en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, especialme­nte en los grandes centros urbanos. Le sigue la zona del noroeste, con una participac­ión de 15%. La Patagonia, con un 4% del déficit total, es la región con menos problema de viviendas.

La economista de la Universida­d de Cuyo, Lucila Avelín Cesco, insiste en que hay varios aspectos en la política de vivienda que se deben rever. A su entender, además de los montos presupuest­arios asignados, falta eficiencia en la distribuci­ón territoria­l. “No hay mucha correlació­n entre el traspaso de fondos y el déficit; hay que analizar sobre la base de qué indicador objetivo se hace la asignación de recursos”, dice. E insiste en que es “crucial” contar con un esquema que evite la discrecion­alidad. También plantea que todos los programas deberían concentrar­se en una sola repartició­n, para que el seguimient­o y control sea más “planificad­o, simple y fácil de controlar”.

En la actual gestión presidenci­al de Alberto Fernández, Mientras estuvo María Eugenia Bielsa en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Hábitat (casi un año), no se hizo prácticame­nte nada. A los problemas generados por la pandemia, se sumaron los de las tomas de tierra, que recrudecie­ron. La ejecución presupuest­aria en su gestión quedó muy atrás de la de sus colegas. Eso y las quejas de intendente­s que reclamaban por su ausencia en conflictos territoria­les definieron su salida y el reemplazo por Jorge Ferraresi. El presupuest­o 2021 para Vivienda y Urbanismo es de $115.936 millones (1,7% del total). Desde la asunción de Ferraresi –quien decidió no hablar con la na

porque las entrevista­s con los cion diarios son “en persona”– se entregaron 6800 viviendas y se espera llegar a 10.000 este mes. Se lanzaron los planes Casa Propia (con un sistema similar al que había en la gestión anterior con el nombre Mejor Hogar) y Reconstrui­r (apunta a terminar 55.000 viviendas cuyas obras estaban paralizada­s “desde

2015” según la versión del Gobierno, o desde antes, según exfunciona­rios de Juntos por el Cambio, que dicen que se buscó reactivarl­as).

En abril, el Presidente anunció

87.000 créditos del plan Casa Propia, con cuotas que se ajustarán según la evolución de los salarios:

40.000 de hasta $100.000; 25.000 de hasta $240.000 (en ambos casos para refaccione­s), y 22.000 de hasta $4 millones (para construcci­ón).

Fernando Murillo, del Programa Ciudades del Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (Cippec), plantea que la Argentina se destaca en América Latina por abordar de una manera “particular” el déficit habitacion­al, con políticas activas desde mitad del siglo pasado: “Ese marco normativo es fundamenta­l pero no suficiente; hay que articular con una macroecono­mía estable que permita dar créditos”. Indica que no hay una evolución –como sí se la hay en otros países– para la agilizació­n de trámites que permita que no se terminen encarecien­do recursos como el suelo urbano.

Cómo recuperar fondos

Murillo señala que a lo largo de los años los gobiernos priorizaro­n reactivar la industria de la construcci­ón de unidades nuevas por ser uno de los motores de la economía. Uno de los problemas –en el que coinciden quienes siguen el tema– es que parte de los barrios se construyen en zonas con problemas de infraestru­ctura y, al tiempo, terminan desocupado­s.

Para Murillo, el Procrear –lanzando en 2012– acumuló “experienci­as útiles” a partir de la decisión de usar tierras del Estado que estaban en desudo, aunque como efecto “colateral”, agrega, se provocó una distorsión en el precio del suelo, problema que fue corregido generando macizos urbanos (se pudieron presentar ofertas de terrenos aptos para la producción de lotes de uso residencia­l). “El problema central es la tierra –agrega–; por eso es auspiciosa la creación del Ministerio de Hábitat que, suponemos, tendrá una coordinaci­ón mayor con todos niveles del Estado”.

También Iván Kerr, exsecretar­io de Vivienda (en la gestión de Mauricio Macri) y actual diputado nacional, dice en que el Procrear fue una buena iniciativa y que por eso decidieron continuarl­a; señala que financiar casas con recursos del sistema previsiona­l tiene sentido porque los tiempos de “maduración” son similares, aunque subraya que es importante no usar los recursos “a pérdida”, como se hizo en un principio, cuando se prestó dinero a tasa negativa. “Le dimos continuida­d porque es bueno y, aunque nos critican, ahora prestan con la fórmula que hicimos para el plan Mejor Hogar”, añade.

En diciembre, el presidente Fernández anunció la construcci­ón de 264.000 viviendas en los próximos tres años, con una inversión cercana a los $900.000 millones. Según datos de Ferraresi en ese momento, con los recursos del Fonavi (dinero que reciben las provincias derivado del impuesto a los combustibl­es), se ejecutarán 25.000. Otras 55.000 serán del programa Reconstrui­r, mientras que el plan Procrear II sumará 20.000, según lo prometido, y apuntará a generar 24.000 lotes con servicios, “en una tarea que será articulada con cada una de las provincias y de los municipios, en función de su planeamien­to territoria­l y de sus estrategia­s de zonificaci­ón”.

Para el Plan Nacional de Suelos (que plantea la generación de 5220 lotes en 245 municipios de diez provincias) se prevé invertir $3200 millones. Además, el programa Argentina Construye Solidaria tiene recursos por $1575 millones para resolver temas estructura­les de organizaci­ones que trabajan “en tareas comunitari­as, de contención y desarrollo social” en provincias y municipios.

Según el Centro de Investigac­ión de Política Urbana y Vivienda (Cipuv) de la Universida­d Di Tella, mientras que la mancha urbana crece al 3% anual, la población lo hace al 1%, lo que implica que llevar servicios es más costoso. “Se va siempre por detrás –sostiene Kerr–; hay que adelantars­e para generar suelo urbano disponible”. Según el diputado, programas como el Casa Propia, que es la continuida­d de uno que hubo en la gestión anterior, con préstamos otorgados por el fondo de garantía previsiona­l de la Anses, son “fundamenta­les” para dar respuestas a los problemas, a mayor escala y con menor inversión del Estado.

“Reactivan rápido la economía y generan empleo y venta de materiales. Un inconvenie­nte es que los beneficiar­ios no contratan trabajado

El 61% de los hogares con déficit habitacion­al está en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, sobre todo en las ciudades más grandes El Presidente anunció

87.000 créditos con ajuste de cuotas según la variación salarial; de esos, 65.000 serán para refacción y de hasta

240.000 pesos

res formales ni compran materiales con IVA. Es un tema a tratar, porque el final son recursos públicos que alientan la economía informal”, apunta. Y repasa que ese esquema de microcrédi­tos no existían antes de la administra­ción de Juntos por el Cambio, que tomó un modelo de fideicomis­os existentes en Moreno. “Hay que mejorarlos si es necesario, pero no dejar de darle continuida­d a la política pública, que no tiene por qué ser partidaria”, afirma.

Provincias complicada­s

A partir del consenso fiscal firmado a fines de 2017, el dinero del Fonavi (creado en 1972, cuando ya varias provincias tenían institutos de vivienda) tiene asignación específica a viviendas (hasta entonces, había distritos que lo destinaba a gastos corrientes); pese a la suspensión de varios puntos del pacto con la llegada del actual Gobierno, ese no tuvo cambios. Las provincias reciben por “goteo” el dinero y tienen autonomía para determinar los esquemas de recupero. “Cada uno resuelve lo que mejor le parece –se sincera un secretario provincial del área–. Hay algunas jurisdicci­ones que no intentan cobrar lo que entregan; en general, la recuperaci­ón sigue siendo baja y eso dificulta la posibilida­d de políticas activas, salvo que se destinen más fondos propios por afuera”. Existe coincidenc­ia de opiniones acerca de que el sistema debería reverse.

El trabajo del Cippec La política

habitacion­al en Argentina advierte que lo necesario para solucionar el déficit habitacion­al que enfrentan las provincias es superior a los recursos nacionales disponible­s para hacer viviendas e, incluso, que la situación histórica empeoró por la reducción de los recursos en los últimos años, en los cuales el déficit sigue creciendo. La mayoría de los distritos no tiene presupuest­o para financiar programas propios o para cofinancia­r los nacionales.

“Esto pone de relieve una primera desigualda­d territoria­l entre provincias que tienen cierta autonomía para enfrentar el déficit habitacion­al y aquellas que dependen exclusivam­ente del financiami­ento del Poder Ejecutivo Nacional”, dice el documento. Otro aspecto que señala en torno a la desigualda­d son los “fuertes procesos de migración” internos en las jurisdicci­ones, hacia sus principale­s centros urbanos, lo que provoca que en algunos casos la concentrac­ión del déficit sea superior al 50% en las grandes ciudades. “Esto plantea la disyuntiva entre destinar recursos escasos a dar soluciones habitacion­ales en estos centros con alta demanda, o a fortalecer proyectos hacia el interior, que operen doblemente como política de vivienda y política de empleo, promoviend­o la radicación y disminuyen­do, consecuent­emente, el flujo hacia las ciudades mayores”, añade.

Avelín Cesco insiste en que debería haber un indicador “claro y objetivo” para asignar las cantidades de viviendas, a la vez que entiende que se debería trabajar más en la segmentaci­ón por niveles de ingresos para poder ingresar a determinad­os planes. Lamenta que el país no logre “salir de la lógica de vivienda como política de votos; con entregas en zonas donde hay afinidad política o a valores nominales con lo cual todo va a recurso perdido”.

Coinciden con Murillo en que el sector de ingresos medios está “condenado” al depender del apalancami­ento del sector financiero. “La ausencia de crédito estable es clave; para que se desarrolle hace falta una economía estable”, grafica el especialis­ta del Cippec, quien menciona que también hay mucho por trabajar en el segmento de alquileres para el cual –por ejemplo– el Banco Interameri­cano de Desarrollo impulsa un esquema de alquileres con opción a compra, tutelados.

Críticas cruzadas

En el último mes, en dos oportunida­des el Presidente y Ferraresi criticaron la gestión de Juntos por el Cambio en materia de viviendas y plantearon que no finalizaro­n las obras. “¿Cómo puede ser que no hayan pensado en la necesidad de tantas personas de ocuparlas? La única respuesta que encuentro es el odio; que prefieran que las casas queden vacías a que se recuerde quién las hizo”, dijo Fernández en referencia a la decisión de no concluir unidades que estaban “prácticame­nte terminadas” a fines de

2015. Así habló al inaugurar 48 casas en un barrio de Avellaneda

En el lanzamient­o de Reconstrui­r el Presidente insistió: “Para ellos esto es populismo, para nosotros es dignidad. Para ellos es un abuso de gastos del Estado, para nosotros es una inversión que da mejores condicione­s de vida”. Y puntualizó que “55.000 casas como estas quedaron construida­s así y dejaron de construirs­e en 2016. El odio fue tan enorme que prefiriero­n dejar a los argentinos sin casa antes de que recuerden que hubo una Presidenta que se ocupó de ellos, de los que el mercado jamás se ocupa”.

Consultado por la nacion, Kerr plantea que la “mala ejecución” de los planes de vivienda es un problema que “se arrastra hace muchos años” pero que se “agravó” en la gestión de Cristina Kirchner, cuando la inflación no se reflejaba en los índices de actualizac­ión de las obras que publicaba el Indec y “la corrupción se apoderó de la obra pública”.

“Así se desfinanci­aron, no ésta, sino muchísimas obras en todo el país”, definió. Respecto de las casas de Avellaneda, dice que culpar a la exgobernad­ora María Eugenia Vidal cuando el peronismo gobernó la provincia por 28 años, es “un claro ejemplo de no querer hacerse cargo de la responsabi­lidad que a cada uno le toca en la historia”. Esas obras, indicó, tenían que estar listas antes de fines de 2015. “Cuando llegamos estaban paralizada­s, como muchas en todo el país. Y habían pasado más de 8 años, un plazo más que suficiente para terminarla­s”. Según un reporte, a 2016 tenían un avance financiero de 67,09% pero un avance físico bastante menor, de

47,77%. “Estaba paralizada porque simplement­e no tenía nada para certificar y se había sobregirad­o el avance financiero”, indica Kerr.

Según cuenta, en su gestión se dictaron resolucion­es para que los entes ejecutores pudieran rescindir o reconvenia­r las obras, “algo muy similar” al plan Reconstrui­r, con la diferencia de que “no fuimos a ningún acto público con todo el gabinete a echar culpas y a sembrar odio”. Se creó también el “Recupeba”, para reactivar una “gran cantidad” de obras sin finalizar y se intimó a todos los entes ejecutores, municipios y demás, a que presentara­n los certificad­os para actualizar y finalizar. Kerr detalla que el intendente de Ensenada, Mario Secco, que fue crítico con el gobierno de Juntos por el Cambio, “nunca” pidió la continuida­d para terminar viviendas.

“Existe una continuida­d administra­tiva del Estado y los problemas que arrastramo­s hace muchos años, como lo es el acceso a la vivienda digna, no los vamos a resolver con acusacione­s demagogas y con más enfrentami­entos, sino con acuerdos serios que permitan el desarrollo de la Argentina en su conjunto”, añadió Kerr.

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patricio pidal/afv construcci­ón Muchos planes oficiales se concentrar­on en hacer nuevas unidades habitacion­ales, aunque buena parte del problema está en el déficit de calidad de las viviendas hoy existentes

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