LA NACION

Hamilton empuja los límites

El británico, apoyado por los ingenieros de Mercedes, se impuso en el GP de España; con 94 puntos se aleja de Verstappen en el campeonato, y con 98 victorias, su leyenda se agiganta cada día

- Alberto Cantore

En España, el británico ganó el GP número 98 de una carrera fabulosa en la Fórmula 1

En el juego de las estrategia­s estuvo la diferencia. Lewis Hamilton y Mercedes sumaron en el Gran Premio de España una nueva victoria, la tercera en cuatro carreras en el calendario 2021 de la Fórmula 1; el piloto británico selló el éxito 98 en 270 actuacione­s, la sexta en el circuito de Montmeló, donde se repite su nombre en lo más alto del podio desde 2017. Max Verstappen y Red Bull Racing, máximos rivales de la escudería de Brackley y que se enseñaron competitiv­os en el GP de Emilia Romaña, donde lograron quebrar al team que dirige Toto Wolff, debieron contentars­e con ser segundos y sumar el punto extra que entrega la vuelta más rápida de la jornada. Un resultado con gusto a poco para quienes en la partida tomaron el liderazgo, tras una maniobra ajustada del neerlandés sobre Hamilton, un desenlace que evidenció el oficio de Mercedes para trazar planes y la perfecta ejecución de un piloto que no descansa rumbo a los objetivos y los récords.

Un golpe que desmoraliz­a ensayaron Hamilton y Mercedes, al demostrar que para vencerlos se necesita una tarea perfecta, sin fisuras en la pista y un trabajo cerebral y analítico desde el muro. Los ocho metros de distancia en la grilla, después de registrar la pole número 100 el sábado, se esfumaron en la Curva 1, donde el piloto de las siete coronas se vio superado y maniobró con inteligenc­ia: si porfiaba la posición desencaden­aba un roce con Madmax y la carrera de

66 vueltas se reducía a un sprint de

600 metros. Recortar la diferencia en el cronómetro, después de cuatro decenas de giros, una política que no rendía; con 25 vueltas por delante, James Vowles –ingeniero y jefe de estrategia­s de las Flechas de Plata– entró en escena, como lo hizo en el GP de Hungría de 2019. Otra vez asumiendo el riesgo, de nuevo para agigantar el reinado de Hamilton y de Mercedes.

El llamado para hacer una segunda entrada al pit, en el giro 42, el movimiento con el que Mercedes desarmó a RBR y a Madmax. Hamilton necesitaba interpreta­r algo distinto que su rival y los ingenieros le dieron una idea superadora para lidiar con ese momento. La ausencia de una reacción inmediata del equipo de Milton Keynes –que se aferró al plan de una detención– y el infernal ritmo que impuso el británico se conjugaron para que Toto Wolff –jede de equipo y accionista de Mercedes– celebrara con palmas y agitando los brazos cuando cayó la bandera a cuadros sobre el auto N°44. “Veintidós segundos fue un largo camino, pero fue una gran estrategia del equipo. Porque antes de ingresar estaba a tiro de Verstappen y el llamado me hizo dudar: lo ignoro o acepto la orden, me pregunté. Hice lo que el equipo me ordenó, eso demuestra la confianza que tiene un piloto en los que trabajan todo el tiempo para ofrecerte lo mejor y alternativ­as para cuando aparece un conflicto”, analizó Hamilton, antes de festejar en el podio.

“Ya lo has hecho”, lo animaron desde la comunicaci­ón por radio a Hamilton, que debía descontar a un promedio de un segundo por vuelta para llegar a Verstappen. “A este ritmo nos llega en la última vuelta”, advirtiero­n los suyos al neerlandés. Al igual que en Budapest, el 4 de agosto de 2019, el británico se demoró 18 giros en neutraliza­r a su rival y diseñar el ataque para la victoria. La Curva 1, donde cedió el lugar de privilegio, el lugar en donde terminó la obra, aunque seis vueltas antes de lo que imaginaron en RBR cuando Mercedes aplicó el nuevo escenario con la segunda detención.

En el recorrido, la radio de Verstappen enseñaba que el ataque sería imposible de repeler. “No sé cómo lo vamos a hacer”, disparó el piloto cuando le informaron que con los tiempos de vuelta que marcaba, Hamilton lo alcanzaría antes de lo pronostica­do. “Estás perdiendo con Checo [el mexicano Sergio Pérez, compañero de garaje en RBR]”, le anunciaron, para que subiera el ritmo, aunque la respuesta de la mejor espada de Milton Keynes reflejó en la encrucijad­a en la que estaba inmerso: “Ellos compiten y yo estoy cuidando los neumáticos, pero si quieren también compito”. Un ritmo frenético significab­a un mayor desgaste, lo que se traduciría a sostener la diferencia durante algunas vueltas, pero llegar al final de la carrera sin ninguna posibilida­d de sostenerle la mirada a Hamilton.

La superación de Valtteri Bottas (Mercedes) a Charles Leclerc (Ferrari), una premonició­n de lo que sucedería tres vueltas más tarde entre Hamilton y Verstappen. Al final de la recta principal, el finlandés hizo la maniobra de adelantami­ento prácticame­nte sin oposición del monegasco. “Me parece que no voy a llegar con neumáticos al final”, ofreció Hamilton, con preocupaci­ón. A esa altura, el británico marchaba a 3,2 segundos del líder, con 11 vueltas por delante. “Imagina cómo están los de Max”, lo calmó su ingeniero Peter Bonnington; Madmax se esmeraba para mantenerse en carrera, pero intuía que el triunfo era una ilusión con escaso sustento.

Llegó la vuelta 60, la estocada y la victoria. “Si saltábamos a una segunda parada tampoco estoy seguro de que lo hubiéramos atrapado. Es un salto para nosotros en comparació­n del año pasado, pero no estamos donde queremos estar: todavía somos un poco más lentos”, explicó Verstappen, que ante la resignació­n fue convocado para calzar neumáticos blandos y atrapar el punto extra de la vuelta rápida.

“No vamos a rendirnos. Estamos haciendo que Mercedes la pase mal. Es bueno para la F.1, porque la tuvieron fácil los últimos cinco o seis años”, alentó a su tropa Christian Horner, jefe de equipo de RBR, aunque la voz de Hamilton llegaba contundent­e: “Yo hice que el plan funcionara, pero la estrategia fue tremenda”. Red Bull Racing lanzó una batalla psicológic­a y Mercedes respondió en la pista con sus ingenieros y la voracidad de los campeones.

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Ap Hamilton y otro baño de felicidad, en Madrid, con Jim Ratcliffe, accionista del equipo Mercedes

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