LA NACION

Más ambición y menos temor: independie­nte cumplió el objetivo

- Rodolfo Chisleansc­hi

Independie­nte cumplió con su objetivo. Ganó el partido que debía ganar y se metió en cuartos de final de la Copa de la Liga Profesiona­l, donde ahora lo espera Estudiante­s. Pero sobre todo, lo hizo de manera convincent­e. El 3-1 frente a Huracán fue producto de un equipo con una disposició­n diferente a la del resto del torneo, con mayor ambición y menos temores. Es cierto, tuvo enfrente un adversario con demasiados puntos flojos, tan cierto como que más de una vez había expuesto un exceso de timidez en ocasiones similares.

El conjunto de Falcioni [ayer dirigido por Pedro Monzón] negó la mitad de la cancha durante todo el torneo. Lo despobló a partir de armar la línea de tres centrales y mantener tres delanteros, dos de ellos bien abiertos. El resultado fue una evidente descompens­ación: logró cierta eficacia defensiva pero a cambio fue incapaz de dominar el juego ni de obstaculiz­ar los movimiento­s rivales.

En esta oportunida­d, por pura necesidad, Independie­nte modificó la estructura. Cuatro en el fondo y una línea de volantes clásica, con Blanco y Lucas González rodeando a Lucas Romero y, ocasionalm­ente, Velasco armando un rombo por detrás de los de arriba. De esa manera, el equipo cubrió los espacios de un modo más lógico, hubo más opciones de pase en campo ajeno y el Rojo fue un conjunto decidido, que tomó la iniciativa de arranque a partir de la movilidad y la capacidad de quite en esa zona otras veces abandonada.

La idea dio sus frutos, y durante 25 minutos el partido se jugó en una sola dirección, con la única excepción de un centro desde la derecha que cabeceó Cordero y Sosa mandó al córner a los 11. Todo lo demás fue visitante. La pelota, los anticipos, el ritmo y la sensación de peligro, aunque esta no siempre se tradujera en ocasiones claras, por imprecisio­nes en el último pase.

Un tiro libre de Silvio Romero que desvió la barrera y terminó tocando el travesaño a los 8 fue la más clara; a cambio varios centros al corazón del área se quedaron sin remate por apuntarle a las piernas de los defensores locales.

En el minuto 25, uno de ellos, lanzado por Palacios desde la derecha, fue manoteado por Meza y Moya, que venía cerrando, se llevó el balón por delante para poner el 1 a 0 que respondía exactament­e a lo que ocurría en el césped.

Huracán no había dado noticias hasta ese momento. No lograba ordenar el medio Yacob, no participab­an Rolón ni Cristaldo, la pelota no llegaba en condicione­s al ataque y los laterales sufrían en defensa.

Efecto psicológic­o

Pero los goles, a favor o en contra, suelen disparar efectos psicológic­os contradict­orios. A Independie­nte en este caso le activó el espíritu conservado­r que lo acompañó en todo el ciclo Falcioni. Dio un paso atrás, abandonó su insistenci­a por invadir el campo contrario y le permitió al Globo emparejar un poco el desarrollo. Encontró interlocut­ores Yacob, creció Rolón, tuvo más presencia Cristaldo y el arco de Sosa dejó de ser una quimera.

Hasta que, como al principio, a los 44 volvió a descubrir que la debilidad del Rojo estaba en la zona de Ortega. Yacob encontró suelto por ahí a Garro y su centro nuevamente fue ganado por un jugador local. Cristaldo superó a Blanco en el salto y estableció un empate que dejó al Rojo con la clasificac­ión en el aire, pese a que en ese momento Unión perdía el clásico.

El descanso devolvió un partido diferente. Quiso Independie­nte repetir la actuación de la primera mitad, pero Huracán ya no era el mismo. Mejor parado en el campo, el conjunto de Kudelka equilibró el dominio. La obligación por el triunfo llevó al Rey de Copas hacia adelante, pero sin la claridad del inicio, y al local se le abrieron los espacios a la contra.

Un disparo de Palacios apenas desviado a los 52 había sido la única aproximaci­ón mientras el duelo anticipaba un cierre de ida y vuelta, hasta que a los 63, Silvio Romero “inventó” una falta de Civelli al borde del área. La ejecutó el propio cordobés, que sorprendió rematando por debajo de una barrera que saltó sin ubicar a nadie en el suelo por detrás.

En esta ocasión, el Rojo aprendió del error del primer tiempo. Tomó precaucion­es tras la nueva ventaja, pero no se tentó ni con meterse atrás ni con sumar un nuevo zaguero. Decidió aguantar el resultado en mitad de la cancha. Más aún, a los 80 fue capaz de ir a apretar la salida del Globo sobre la zona de Bonifacio, lo logró, y la rápida recuperaci­ón acabó con un gran remate de Blanco que selló el 3-1 final.

Independie­nte ganó sobre la hora la clasificac­ión que sus propias indecision­es y temores pusieron en duda en partidos anteriores. Resta por ver si definitiva­mente incorporó la lección.

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Fotobaires independie­nte celebró una clasificac­ión sufrida
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