LA NACION

Descubren nuevos robos y una sospecha apunta a la Argentina

La investigac­ión en el caso del manuscrito Sidereus nuncius reveló al menos cinco faltantes; un sospechoso en la conexión argentina

- Laura Ventura

MADRID.– Aquello que parecía ser un hecho excepciona­l –el robo de un manuscrito de Galileo Galilei– se trata en realidad de una trama más amplia y más antigua de lo que se pensaba. El gobierno español informó que no es una, sino cinco las piezas del célebre italiano que faltan de la Biblioteca Nacional de España (BNE). Y en torno a este escándalo, que crece con cada informe, se conserva un elemento: el sospechoso conduce a la Argentina. Sin embargo, según la nacion pudo saber, los investigad­ores españoles no solicitaro­n aún al país informació­n en pos de esclarecer el hecho.

En marzo pasado se destapó el curioso hecho en torno a la desaparici­ón del tratado astronómic­o Sidereus nuncius [Mensajero sideral o Noticiero sideral], de Galileo Galilei (1564-1642), que atesoraba la Biblioteca Nacional de España y cuyo valor se estima en 800.000 euros. Si bien la institució­n denunció en 2018 el robo, el personal había advertido ya cuatro años antes, en 2014, que aquel original había sido sustraído y, en su lugar, se había dejado una falsificac­ión.

El Ministerio de Cultura y Deporte comenzó entonces una investigac­ión cuyo resultado desentraña ahora que el Siderus nuncios no es el único original cuyo paradero se desconoce, sino que hay otros cuatro manuscrito­s más del propio Galileo que se encuentran desapareci­dos y cuya fecha de sustracció­n dataría de 1987. La BNE indicó que conocía esta informació­n y que además incluso serían hasta nueve los galileos desapareci­dos.

La trama se complica y se mantiene en este laberinto de dudas el nombre de un sospechoso, según el informe que la biblioteca brindó al Ministerio de Cultura, el uruguayo César Ovilio Gómez Rivero, que residió o residiría en la Argentina, y quien tenía antecedent­es de robo de piezas en biblioteca­s en América Latina (aunque en su modus operandi no se incluía dejar falsificac­iones en el sitio de los originales). En 2007, Gómez Rivero, según su declaració­n indagatori­a ante un juzgado federal, había comprado de buena fe un mapamundi de Ptolomeo y grabados que habían sido robados en Madrid. Por este hecho intervino Interpol y también el juez Ariel Lijo, a través de una acusación. Gómez Rivero debió devolver los originales que tenía en su poder. Pero ¿por qué es ahora Gómez Rivero sospechoso del robo del manuscrito de Galileo? El uruguayo, según la BNE, fue el último en consultar, en 2004, el Sidereus nuncius en el edificio madrileño.

Al rompecabez­as de Galileo le faltan muchas piezas por encajar. Más allá del informe elaborado por Cultura, que buscará tomar acciones preventiva­s, consultó la nacion a la Biblioteca de España, aunque no tuvo respuesta, si la desaparici­ón del manuscrito de 1610 había sido ya denunciada a Interpol. Y según confiaron fuentes calificada­s a este diario, España nunca pidió informació­n a Interpol Argentina sobre la desaparici­ón del manuscrito de Galileo. Entonces, ¿por qué presume la BNE que el ciudadano uruguayo robó el manuscrito? ¿Solo porque fue el último en consultarl­o?

El diario El País logró entrevista­r a Marino Massimo de Caro, un falsificad­or italiano, recienteme­nte liberado tras una condena por diversos delitos, quien sostiene que fue él quien hizo la copia del original que había sido dejado en el espacio que ocupaba el Siderus nuncios. También expresa que para realizar la copia tuvo en su poder el texto original de Galileo. ¿Cómo accedió a él? De Caro cuenta que lo compró a una “familia argentina”, cuyo apellido no precisa, por un monto de 350 mil euros, y que luego él lo vendería París a un comprador cuyo nombre tampoco indica, por 500 mil euros. De Caro sostiene que conoció y trató a Gómez, e incluso este último le recomendó a un impresor argentino para realizar falsificac­iones.

El Ministerio de Cultura de España busca reforzar la seguridad de los bienes que integran el patrimonio no solo español, sino de la humanidad, y, por lo tanto, creó un equipo que vigilará estos tesoros y que elaborará un protocolo de actuación para hechos de esta índole. A su vez, y así como exige denunciar estos casos de inmediato, renovó el patronato de la BNE (antes presidido por Soledad Puértolas), cuya nueva autoridad es la escritora Elvira Lindo. Mientras el misterio persiste el temor es que no sean solo los galileos los tesoros invaluable­s desapareci­dos, sino, además, otras joyas del saber.

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