LA NACION

Nadal y por qué los más jóvenes están ganando terreno en el circuito

“Tienen otra energía y se adaptan más rápido a los cambios en la pandemia”, dijo

- Sebastián Torok

En pocas horas, Rafael Nadal debutará en el Masters 1000 de Roma, donde ya se coronó en nueve oportunida­des. Su rival en la segunda ronda será de alto riesgo: el italiano Jannik Sinner (18° del ranking, 19 años), un diamante en bruto de la nueva generación. Al margen de su presentaci­ón en una estación de la gira que ha dominado como nadie, el español fue más allá y puso en duda su participac­ión en los Juegos Olímpicos de Tokio, desde el 23 de julio próximo.

El actual número 3 del mundo aseveró que no tiene del todo claro su calendario debido a la complejida­d de los tiempos cambiantes por la pandemia. “No lo sé todavía. Honestamen­te, no puedo dar una respuesta clara porque aún no sé cuál va a ser mi calendario. En un mundo normal, nunca pensaría en perderme unos Juegos Olímpicos, por supuesto, pero en estas circunstan­cias, no lo sé, vamos a ver qué pasa en los dos próximos meses”, expresó, primero en inglés, el ganador de 20 trofeos de Grand Slam, que además ostenta la medalla dorada en singles (de Pekín 2008) y en dobles (Río de Janeiro 2016, junto con Marc López).

Y amplió, en el mismo idioma: “Necesito organizarm­e. En un año normal, sé casi al cien por cien mi calendario desde el 1° de enero, pero este año todo es diferente. Ahora necesitamo­s ser flexibles y adaptarnos a lo que está ocurriendo”. Luego, en español, completó: “Los Juegos han sido siempre una súper prioridad para mí, pero en un mundo como el que vivimos hoy día, las cosas son cambiantes. Llevamos casi un año y medio de pandemia y las decisiones se toman más a corto que a largo plazo. Ahora no hago mi calendario con seis meses de antelación, sino con semanas, y depende de cómo evolucione­n las cosas, de una forma u otra… También influye que tengo casi 35 años [los cumplirá el 3 de junio próximo], así que tomo las decisiones en base a lo que mi cabeza y mi cuerpo me exigen en cada momento”.

Tras competir en Madrid, donde perdió en los cuartos de final ante el alemán Alexander Zverev [luego, el campeón], Nadal se sumerge en una de las transicion­es más exigentes del circuito: de los más de 600 metros de altitud en la capital española [condicione­s rápidas, con un mayor vuelo de la pelota] a la competició­n a nivel del mar que presenta el torneo romano [condicione­s más lentas].

“Siempre es una transición difícil desde Madrid hasta Roma. Son condicione­s muy diferentes y me ha tocado una primera ronda de lo más complicado que me podía tocar. Uno tiene que aceptar el reto. Lo acepto, estoy con la ilusión de jugar este partido de mañana (miércoles), contra un rival muy complicado. Espero estar listo. Creo que he entrenado lo que tenía que entrenar estos días. Es hora de volver a competir”, apuntó el mallorquín.

Hasta aquí, los Masters 1000 de esta temporada fueron ganados por jugadores jóvenes: el polaco Hubert Hurkacz en Miami, el griego Stefanos Tsitsipas en Montecarlo y Zverev en Madrid [se suma al de Daniil Medvedev en París-bercy, el último torneo de esa categoría de 2020]. ¿Qué lectura hace Nadal de esta situación inusual? “Djokovic sólo ha jugado uno [Montecarlo] y yo solo dos, y Federer [ausente por lesión durante más de un año] ninguno –dijo–. La pandemia nos ha hecho hacer cosas a las que no estábamos acostumbra­dos. Los jóvenes tienen más energía para adaptarse a las cosas más rápido. Para ellos todo es nuevo y nosotros llevamos toda una vida viviendo en unas condicione­s que han cambiado de forma drástica. Somos más consciente­s de los problemas que la mayoría de los jóvenes y con esa preocupaci­ón un poco más acentuada, así como junto al hecho de jugar sin público, quizá lo notemos un poco más”.

Y añadió, elogioso de la nueva camada de tenistas: “Pero el motivo principal es que hay una generación joven que es buena y que nosotros tenemos la edad que tenemos. Jugamos menos y cuando compites menos tienes más opciones de que las cosas puedan no irte tan bien. Es una rueda que no para, es el curso de la vida y no se detiene para nadie. Ahora tenemos que selecciona­r más y ellos están aprovechan­do las opciones”.

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