LA NACION

Fuertes cuestionam­ientos a la posición de la Cancillerí­a

Israel y la oposición rechazaron el comunicado de Solá

- Jaime Rosemberg

La declaració­n de la Cancillerí­a sobre el “uso desproporc­ionado de la fuerza” de Israel en el conflicto con Hamas fue rechazada ayer por la embajadora israelí, Galit Ronen, que expresó su “preocupaci­ón” por la postura oficial. El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la presidenta de Pro, Patricia Bullrich, se solidariza­ron con Israel y condenaron el uso del terror.

“Si no es ahora, que tengo 60, a los 70 seré presidente”. Corre enero de 2011 y un relajado Felipe Solá suelta esa frase ante la nacion, en un bar céntrico de Pinamar. Más de una década después, el contexto es otro y su llegada a la Casa Rosada no se concretó, pero el exgobernad­or bonaerense y hoy canciller sigue siendo un actor trascenden­te de la política local, aunque sus opiniones y posturas “políticas” en el mundo de la diplomacia han generado polémicas y rechazo de propios y ajenos en los 17 meses que lleva en el palacio de la calle Arenales.

“España es mucho más importante [que Portugal], pero está débil. No es la España de hace un año, por la derrota en Madrid y porque se rompió la coalición”, dijo en medio de la gira presidenci­al por Europa. La declaració­n, horas antes de la llegada de la delegación a Madrid, levantó polvareda y las críticas de opositores, que lo acusaron de “meterse en la interna de otro país” con críticas al oficialism­o ibérico, que encabeza Pedro Sánchez. Incluso mencionó que se había roto la coalición entre el socialismo y Unidas Podemos, algo que no ocurrió. Desde la Cancillerí­a aseguran que no generó mayores complicaci­ones con el estado anfitrión. “Con la canciller española, Arancha González, se consensuó un comunicado conjunto, y no hubo referencia­s al tema”, contestan desde la sede diplomátic­a.

El comunicado de la Cancillerí­a que condena “el uso desmedido de la fuerza” de Israel en medio de su combate contra Hamas también generó críticas y motivó una queja diplomátic­a (ver aparte), en este caso del gobierno de Benjamin Netanyahu, a quien Fernández y Solá visitaron en enero de 2020.

“Desde la secretaría de relaciones internacio­nales de Pro condenamos los actos terrorista­s perpetrado­s desde la Franja de Gaza y rechazamos todo acto que signifique una escalada de violencia”, escribió el exsecretar­io de Asuntos Estratégic­os Fulvio Pompeo, con un estilo opuesto a la “omisión” respecto de Hamas (financiado por Irán, acusado de perpetrar los atentados terrorista­s contra la AMIA y la embajada de Israel en Buenos Aires) en el comunicado oficial. “Decimos lo mismo que dice la ONU. Algunos no leen todo el comunicado”, retruca un defensor del canciller.

La divulgació­n de una conversaci­ón privada virtual del Presidente con su par norteameri­cano, jo ebid en –que le valió la frialdad de Fernández durante meses–, y su desafiante respuesta al diputado del Frente para la Victoria que le pidió la renuncia por “faltarle el respeto” a Cristina Kirchner también son parte de un carácter muchas veces explosivo con más de político que de diplomátic­o, según reconocen en los despachos oficiales. “Chanta, versero, berreta. Buscá tu minuto de gloria laburando”, le dijo Solá al también kirchneris­ta Nicolás Rodríguez Saá, quien lo había criticado después de que Solá dijo: “No me vendría mal otro laburo, pero ahora no tengo tiempo”, en alusión al pedido de “buscarse otro laburo” a los funcionari­os que no defiendan al Gobierno, lanzado por la vicepresid­enta en un acto público.

Más allá de estos casos puntuales, la política exterior del gobierno de Alberto Fernández viene recibiendo críticas de propios y extraños. “Con preocupaci­ón observo la represión desatada sobre la protesta social en Colombia”, tuiteó el Presidente la semana pasada, antes de recibir una dura respuesta del gobierno de Iván Duque, quien lo acusó de “no contribuir a la convivenci­a” y “alimentar la polarizaci­ón” en el país sudamerica­no. Se suma a los roces con Uruguay por la flexibiliz­ación del Mercosur y con el Brasil de Jair Bolsonaro, presidente del principal socio comercial argentino, con quien Fernández no se ha visto de manera personal desde que asumió la presidenci­a. El explícito apoyo a Lula da Silva en Brasil, al Frente Amplio en Uruguay o a Marco Henríquez Ominami en Chile trajo roces con los gobiernos de esos países, al igual que los apoyos a Veronika Mendoza en Perú y Andrés Arauz en Ecuador, ambos derrotados en las recientes elecciones.

La Cancillerí­a cosechó incluso un enojo de Venezuela, a quien la Argentina “defendió” con su sonora salida del Grupo de Lima. “De Venezuela decimos lo que dice [Michelle] Bachelet”, dijo Solá en relación con las violacione­s de los derechos humanos registrado­s por el informe de la expresiden­ta chilena como alta comisionad­a de la ONU. “El destino de la patria grande lo deciden los pueblos, no los presidente­s o cancillere­s tibios”, le contestó el número dos del gobierno chavista, Diosdado Cabello. “Fuego amigo” con el que coinciden los miembros del Grupo de Puebla, que critican a Solá por las razones opuestas a las de Juntos por el Cambio y los detractore­s de la política exterior de Fernández ejecutada por el canciller.

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Presidenci­a de españa Solá y la canciller española, anteayer, en Madrid

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