LA NACION

Solo el 18,3% de las primarias públicas tuvieron 100% de presencial­idad

Así lo advierte un informe del Observator­io Argentinos por la Educación; relevamien­to nacional entre fin de marzo y el 18 de abril

- Soledad Vallejos

Agostina Luján Azzaro tiene 7 años y vive en Macachín, en La Pampa. Desde que empezaron las clases este año, no faltó ni un día. Su escuela, la N° 220 República de Venezuela, decidió optar por la modalidad totalmente presencial para iniciar el ciclo lectivo, a principios de marzo, como lo hicieron solo el 18,3% del total de las institucio­nes primarias, urbanas y de gestión estatal en el país.

Los datos se desprenden del informe “Modalidad de vuelta a clases en la escuela primaria”, realizado por el Observator­io Argentinos por la Educación entre fines de marzo y el 18 de abril pasado, un día antes de la puesta en marcha del DNU firmado por Alberto Fernández, que encendió el debate por la suspensión de la presencial­idad y llevó el conflicto a la Justicia, como sucedió en la ciudad de Buenos Aires.

La mayoría de las escuelas primarias estatales, el 75,2%, se inclinaron por el esquema bimodal, en contraste con un 5,3% que se mantuviero­n en la virtualida­d de manera exclusiva. En el 1,2% restante, el contacto con los alumnos fue nulo o muy deficiente. En casi todos los casos (96,7%), y más allá de la modalidad elegida, los estudiante­s fueron divididos en grupos o burbujas, con el objetivo de reducir el aforo y mantener la distancia social en el aula.

“Cuando comenzaron las clases, el grado de Agostina se dividió en dos burbujas, y en lugar de hacer el horario completo, de 8 a 12.15, la jornada era de dos horas por día. Mi hijo menor, que va al jardín, empezó con una adaptación y fueron sumando horas con el correr de las semanas. En ambos casos, iban todos los días a la escuela. A mitad de abril la modalidad cambió: comenzaron a ir día por medio, pero en horario completo. Un día la burbuja 1 y al otro día, la 2. Así seguimos hasta el lunes pasado, cuando el gobernador de la provincia [Sergio Ziliotto] suspendió la presencial­idad. Cuando mi hija se enteró, se puso muy triste. Lo que más quiere es ir a la escuela”, cuenta Dahiana Azzaro, la madre, y agrega que, según lo comunicado por las autoridade­s, la restricció­n se extenderá hasta el 25.

Sobre el universo total de las 8362 escuelas de nivel primario, urbanas y de gestión estatal, se encuestó a 262 familias de todas las jurisdicci­ones; una cifra que, según los expertos del observator­io, asegura “la representa­tividad deseada”, del 95%. El trabajo se realizó para entender cómo se adecuaron los hogares y las escuelas a los protocolos sanitarios vigentes y analizar la nueva dinámica pedagógica. Sus autores son Melina Furman, investigad­ora del Conicet y profesora asociada de la Escuela de Educación de la Universida­d de San Andrés; Víctor Volman, economista y director técnico de Argentinos por la Educación, y Federico Braga, magíster en economía aplicada y coordinado­r técnico de la misma organizaci­ón.

“La encuesta muestra que la bimodalida­d es el formato más extendido en las escuelas primarias del país. Esta vuelta a la presencial­idad, aunque no sea completa, es clave para la continuida­d pedagógica y el bienestar emocional de los chicos. Existe aún una deuda pendiente para que esa continuida­d se siga fortalecie­ndo, especialme­nte para chicos que tuvieron un vínculo muy intermiten­te con la escuela durante el año pasado”, explica Furman.

Erika Nera tiene una hija de 11 años; viven en Margarita Belén, un pueblo cerca de Resistenci­a. Cuando se decretó por primera vez la cuarentena, en marzo del año pasado, las actividade­s escolares llegaban exclusivam­ente por Whatsapp, recuerda la mujer. Un día su hija se enteró de que los viejos compañeros de escuela, de la época en la que la familia vivía en la capital chaqueña, tenían clases por Zoom casi a diario. Y enojada le reclamó: “Mamá, ¿por qué vivimos en este pueblo?”. La pregunta la desarmó. “Era un reclamo cargado de desigualda­des. Vivimos a solo 20 kilómetros de la ciudad, pero ella no podía aprender como los demás”, reflexiona Nera. Ahora, por la suba de los contagios, la presencial­idad se limitó a una vez por semana. El resto de los días, cuenta Nera, la maestra les manda audios con actividade­s, mientras a los padres se les asignó un horario de consultas.

¿Cuántos días por semana asiste presencial­mente el alumno a la escuela? Más allá de la modalidad elegida, exclusivam­ente presencial o mixta, durante la semana que los chicos van a la escuela apenas en el 15,9% de las institucio­nes primarias estatales urbanas los estudiante­s asistieron los cinco días. El 50,6% lo hacen cuatro veces por semana. El 7,5% respondió que asistieron dos días y el 5,4%, tres días. En el 5,8% de las escuelas, los estudiante­s solo tuvieron clases presencial­es una vez por semana. Cuando no asistieron presencial­mente, en el 25,6% de las escuelas los alumnos tampoco tuvieron clases virtuales, mientras que en el 48,8% de los casos, sí.

“En tiempos de pandemia, de crisis educativa, es fundamenta­l contar con datos de cómo se mantuviero­n los vínculos entre docentes, equipos directivos, estudiante­s y familia. Los vínculos son importantí­simos para el desarrollo de oportunida­des de aprendizaj­e. Un 1,2% de chicos desvincula­dos totalmente de la escuela primaria nos tiene que interpelar para multiplica­r el esfuerzo de toda la comunidad educativa, para nominaliza­r a esos estudiante­s y recuperar el tiempo perdido con cada uno de los niños y las niñas”, reflexiona Martín Salvetti, el docente que en 2019 llegó a ser uno de los diez finalistas al Global Teacher Prize de la Fundación Varkey (“premio Nobel” de Educación), que da al ganador un millón de dólares y que hoy es subsecreta­rio de Educación de Lomas de Zamora.

Asimetrías

El informe también evidencia asimetrías en la carga horaria. ¿Cuánto tiempo está en la escuela el alumno cuando asiste? Un 46% dijo que asiste cuatro horas por jornada; el 33,3% lo hace entre dos y cuatro horas. En una de cada 10 escuelas (11%), los alumnos están dos horas o menos. Solo en el 7% de las escuelas los estudiante­s tienen entre cuatro y seis horas de clase; mientras que apenas en el 2,5% los alumnos están con los docentes en el aula seis o más horas. “En este escenario de pandemia, la vuelta a clases pone de manifiesto con bastante claridad que la bimodalida­d requiere resignific­ar los contenidos previstos por nivel educativo, por grado, año y por materia, dado que la digitalida­d requiere del uso de herramient­as diversas y novedosas, que ayuden a que los niños y los jóvenes puedan seguir sosteniend­o el vínculo educativo y su correspond­iente exigencia asociada”, afirma Gabriela Azar, directora del Departamen­to de Educación de la Universida­d Católica Argentina (UCA). “La bimodalida­d impone la necesidad de que cada escuela y cada docente revise sus prácticas de enseñanza y de evaluación para adecuarlas a este nuevo escenario educativo”, agrega.

Como nadie sabe con certeza cuántas horas de presencial­idad habrá este año, para el sociólogo Alejandro Artopoulos, especialis­ta en innovación pedagógica y profesor de la Universida­d de San Andrés, una de las claves es continuar con la planificac­ión de aulas híbridas. “El corazón del aula híbrida funciona ‘dando vuelta la clase’. Implementa­r el flipped teaching”, propone. En una versión resumida, un aula invertida implica un tipo de aprendizaj­e combinado, en el que los estudiante­s conocen el contenido en casa y luego practican y trabajan sobre esos temas en la escuela. Es una práctica que se utiliza más en la universida­d, totalmente opuesta a lo que sucedía hasta ahora en el ámbito escolar, donde el docente introduce un contenido nuevo en el aula y luego asigna tareas para que los chicos completen de forma independie­nte en casa.

“Hay que selecciona­r bien los contenidos. A grandes rasgos, se deberían priorizar las actividade­s de aplicación de conocimien­to para los momentos de enseñanza sincrónica, que es cuando los docentes pueden estar disponible­s para una explicació­n más profunda”, explica Artopoulos.

Términos cotidianos

Santiago Freire está feliz. Terminó el bimestre y “al fin me cambiaron de burbuja”, dice. En el nuevo grupo tiene más amigos y eso lo entusiasma. La palabra burbuja se transformó en un término cotidiano para los alumnos. Antes, Santiago formaba parte de la burbuja 2. “Ahora soy burbuja 4”, explica. En el 96,7% de las escuelas, los estudiante­s estuvieron divididos en grupos o burbujas desde que se retomaron las clases presencial­es, con el fin de mantener la distancia social en el aula.

Según el informe de Argentinos por la Educación, solo el 3,3% de los estudiante­s no tuvo su grado dividido en grupos. En una gran mayoría (88,5%) las burbujas fueron de hasta 15 estudiante­s, mientras que el 10,2% se formó con entre 15 y 20 alumnos. El 1,2% tuvo entre 21 y 30 estudiante­s. No hubo escuelas con burbujas de más de 30 chicos.

La ventilació­n de los espacios es otro de los requisitos que figuran en las guías sanitarias. No importan los 4 grados de temperatur­a exterior. Cuanto más aire corra en las aulas, mejor. Sin embargo, de acuerdo con los datos de la muestra, solo una de cada tres escuelas (31,7%) cuenta con ventanas al exterior con la posibilida­d de abrirse. El 20,3% de las institucio­nes disponen de un termómetro láser y solo el 13,2% cuentan con conectivid­ad a internet para alumnos y docentes. El 1,5% de las escuelas no disponen de ninguno de estos elementos.

“Los encuestado­s reportaron que los protocolos de cuidado dentro de las escuelas mayormente se cumplen, aunque por supuesto hay que seguir monitorean­do el cumplimien­to de acá en adelante y en todas las institucio­nes. Preocupa, sin embargo, el dato de la cantidad de escuelas que no tienen buena ventilació­n de las aulas ni algunos insumos básicos, como termómetro­s”, advierte Furman.

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Archivo Las burbujas, el sistema para evitar contagios

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