Fundación del azul. “Nada gratifica más que mejorar la vida de los otros”
Francisco, el tercer hijo de Elena Cataldi (44), tenía apenas dos meses y dormía en su cuna cuando tuvo un paro respiratorio. Ella llegó justo para reanimarlo, pero la falta de oxígeno le provocó severos daños neurológicos. “Los médicos me dijeron que lo más probable era que nunca llegara a caminar”, recuerda Elena. Vivían en un campo de Azul, provincia de Buenos Aires, y Elena lo subió al caballo, igual que había hecho con sus hijos mayores. Lo hizo porque le encanta montar, pero también porque entendió que le podía hacer bien en su rehabilitación. Los médicos del Fleni que trataban a su hijo le hablaron de los beneficios de la equinoterapia y ella lo confirmó. “Francisco hoy tiene 21 años y camina, anda a caballo, baila. Su realidad es mucho mejor que el panorama que nos habían planteado en el inicio”, dice. La equinoterapia, explica, ayuda a la postura y normaliza el tono muscular. Además, agrega, el contacto con animales libera endorfinas y brinda seguridad. Envalentonada con la experiencia de su hijo, en 2005 decidió armar una fundación para ayudar a la rehabilitación de chicos y jóvenes con discapacidades físicas y mentales a través del uso terapéutico del caballo. Arrancó en Azul y en 2008 se mudó a Salta. Utilizan las instalaciones del Salta Polo Club y trabajan con 28 profesionales y más de 50 voluntarios. Tienen cupo para unos 100 pacientes y su cálculo es que atendieron a más de 500. “No hay nada más gratificante que ayudar a otros, que tu tiempo dedicado a que otra persona tenga una vida un poco mejor”, dice.