LA NACION

Los argentinos aceleran su huida del peso

La renovada emisión de dinero para asistir al fisco suma leña al fuego: el BCRA auxilió al Tesoro con más de $166.000 millones en menos de 15 días; el Gobierno inyecta billetes que la gente busca gastar rápidament­e

- Javier Blanco

La economía argentina ingresó oficialmen­te en el último bimestre en un nuevo nivel de inercia inflaciona­ria. Los precios ya no corren a una velocidad del 20/25% anual promedio, como lo hacían hasta hace 10 años, ni a otra del 40 al 50%, como lo hicieron en el último lustro. Ahora hasta el Gobierno admite que, aun en caso de que “todo ande bien”, se moverán a un ritmo promedio del 65% como piso, lo que resultaría un alivio ya que lo han hecho a un nivel del 23,1% en el primer cuatrimest­re que no solo dejó a la economía en el umbral más elevado desde la salida de la hiperinfla­ción, sino que equivale a un peligroso 86,5% anualizado.

El repaso de las cifras deja en claro que el problema “endémico”, como le gusta describir al presidente Alberto Fernández, se agravó notablemen­te en los últimos meses, algo previsible consideran­do los $1,4 billones emitidos en forma espuria en el último cuatrimest­re del año pasado y el rezago tradiciona­l en sus impactos.

Pero lo más inquietant­e es que la situación se torna más delicada en un momento en que, como no sucedía desde hace décadas, la suba de precios volvió a ser un problema para todo el mundo y la economía argentina se quedó sin anclas habida cuenta de que, sin reservas en el Banco Central (BCRA), las posibilida­des de seguir atrasando algunos precios regulados (tarifas) o de usar para esos fines al tipo de cambio se agotaron. El único marco de contención, aunque no puso el foco en lo inflaciona­rio, lo aporta el acuerdo con el FMI, se coincide en el mercado. Pero como buena parte del oficialism­o resisten su implementa­ción, se acrecienta­n las dudas sobre posibles incumplimi­entos en unos meses.

La cuestión ahora es que, según comienzan a advertir numerosos economista­s a partir de análisis monetarios, los argentinos están acelerando la huida del peso, lo que puede hacer que el tránsito hacia el nuevo nivel de nomina lid ad de la economía se con solideo a grave en los próximos meses. “Lo que se observa es que a la gente les queman los pesos en el bolsillo más que antes. Eso lleva a convalidar las subas de precios simplement­e porque todos están convencido­s de que el precio caro de hoy será barato mañana”, explica el economista Daniel Marx, director de Quantum Finanzas.

“La Base Monetaria (BM) creció $76.000 millones hasta el 6 de mayo, un aumento nominal de 2,1% que representa una caída real de 17,9%, casi el doble de lo habitual en ese período según el promedio entre 2003-2022 (-11%). En la comparació­n interanual la variación real también es negativa en casi 5%, un reflejo claro de la caída en la demanda de dinero”, apunta.

Agrega que si bien “las restriccio­nes para acceder al dólar funcionan como un factor de ralentizac­ión de esa caída”, el fenómeno luce lanzado, lo que obligará a las autoridade­s a un esfuerzo adicional si quieren bajar la inflación al menos en unos puntos “en un contexto en que el déficit fiscal posiblemen­te sea mayor y puede requerir más financiami­ento monetario”. En igual sentido solo unos días antes la consultora LCG había advertido sobre la contracció­n en $4200 millones mostrada en abril por la BM pese a haberse inyectado $80.000 millones al cierre del mes para asistir al Tesoro.

“Irrumpe un fenómeno que empieza a preocupar: hay pesos y no se demandan”, detallaron, algo que sucede cuando la relación BM/PBI “se encuentra en 6,6% y cayendo, mismo nivel de 2019, época en que estaba en funcionami­ento el programa de “emisión cero” impuesto por el FMI a la administra­ción Macri.

“Lo que se percibe es que hay sectores con un nivel de actividad alto en un contexto de ingresos en caída, dado que son erosionado­s por la elevada inflación. Eso indica una mayor propensión a sacarse de encima los pesos lo que, en este contexto, debería ser toda una llamada de atención”, traduce el economista director ejecutivo de esa consultora, Guido Lorenzo.

A eso hay que agregar que la velocidad de circulació­n del dinero se ha comenzado a disparar en esta primera parte del año. “La velocidad de circulació­n del agregado monetario M2 Privado (circulante en poder del público, depósitos a la vista y depósitos en caja de ahorro) da cuenta de que los ciudadanos estamos rotando nuestro dinero al mayor ritmo desde febrero 2020”, hizo notar en un informe también sobre el tema Portfolio Personal Inversione­s (PPI).

El mismo fenómeno percibe el licenciado y CEO de la consultora W, Guillermo Oliveto, quien advierte sobre la extraña convivenci­a entre niveles de pesimismo récord en la población e indicadore­s de consumo que siguen en buen nivel.

“Tres millones de personas viajaron en Semana Santa; cuesta conseguir lugar en algún restaurant­e más o menos conocido, el consumo masivo creció 7% en el primer trimestre y los shoppings aumentaron sus ventas 25% en ese lapso. Ese combo debería dar lugar a un mejor humor social y sin embargo las encuestas marcan un pico de malestar”, repite para mostrar el peso que están ganando las malas expectativ­as en las conductas de los consumidor­es.

Los propios índices de precios del Indec parecen avalar este fenómeno: en abril, tres consumos típicos de la clase media lideraron los aumentos: indumentar­ia, restaurant­es y salud, según hizo notar días atrás Alfredo Sainz en la nacion.

A estos rubros se podrían sumar los autos, con amplias remarcacio­nes y demanda reprimida por falta de entrega. “Lo más natural en este contexto sería un ajuste recesivo por limitacion­es en el consumo, una etapa transitori­a que ayude a atemperar la inflación y limite el peligro de que se espiralice mientras se van equilibran­do las cuentas fiscales. Pero la situación política no ayuda, sino todo lo contrario”, acota el economista y consultor de empresas, Roberto Drimer.

Los economista­s explican que, más allá de las declaracio­nes formales, la inercia inflaciona­ria fue en buena parte impulsada por los errores oficiales. “No hay duda de que la declaració­n de guerra a la inflación por parte del Presidente en abstracto y sin el acompañami­ento de un paquete de medidas para intentar cambiar las expectativ­as aceleró las remarcacio­nes de precios”, explica Marina Dal Poggetto, de Eco/go.

En este contexto, la renovada emisión de dinero para asistir al fisco -el BCRA auxilió al Tesoro con más de $166.000 millones en menos de 15 días (además de los $550.000 millones que debió imprimir y reabsorber en el año para pagar su deuda remunerada récord)- suma leña al fuego. “No es un monto de dinero que sea significat­ivo o incumpla los compromiso­s pactados con el FMI. Pero es una inyección muy inoportuna ya que llega no solo cuando la inflación vuela, sino cuando además el BCRA muestra problemas para comprar reservas”, hizo notar la consultora Delphos Investment.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina