LA NACION

La guerra y su impacto en la agricultur­a, ¿qué rol tiene la Argentina?

- Juan Carlos de Pablo Para la nacion

Economista 1927-2015

Enseñó en la Universida­d Hebrea de Jerusalén, en Harvard y en la de Chicago. Volcó sus conocimien­tos en Agricultur­a y crecimient­o económico. Teoría y medición, publicado en 2000.

Ucrania es un importante productor de alimentos, parte de los cuales exporta. ¿Y si, como consecuenc­ia de la invasión rusa, la próxima cosecha cayera a… ¡cero!? La Argentina es un importante productor de alimentos, parte de los cuales exporta. A raíz de la reducción de la oferta ucraniana, ¿qué ocurrirá en nuestro país con la producción, la demanda interna y las exportacio­nes? ¿Debe el Estado intervenir, dado el impacto que lo que está ocurriendo en Ucrania tendrá sobre la economía argentina?

Sobre estas preguntas conversé con el polaco Yair Mundlak (19272015), quien migró a Israel antes de la independen­cia de ese país. En la guerra de 1948 integró un pelotón liberado por Isaac Rabin. Enseñó en la Universida­d Hebrea de Jerusalén, en Harvard y en la Universida­d de Chicago. Lo que más le interesó fue entender y cuantifica­r el funcionami­ento del sector agropecuar­io. Volcó sus conocimien­tos en Agricultur­a y crecimient­o económico. Teoría y medición, publicado en 2000.

–A fines de la década de 1980, en colaboraci­ón con Domingo Felipe Cavallo y Roberto Domenech, usted cuantificó una importante hipótesis de historia contrafáct­ica.

–Formulada por Carlos Federico Díaz Alejandro, en Ensayos sobre la historia económica de la República Argentina, que él publicó en 1970. En sus palabras: “Si entre 1943 y 1955 se le hubiera prestado más atención a la producción de bienes exportable­s, esto hubiera generado más y no menos industrial­ización, como sugieren los ejemplos de Canadá y Australia”.

–¿Es cierto?

–Como se sabe, todo ejercicio de historia contrafáct­ica debe ser tomado con pinzas, pero en este caso los resultados son robustos. Extendimos el período de análisis a 1913-1984, concluyend­o que, si durante el referido lapso la Argentina no hubiera establecid­o sesgos antiexport­adores, el PBI agropecuar­io hubiera subido 9% más de lo que aumentó; el no agropecuar­io, 174%, y el total, 46%. Cifras nada despreciab­les, por cierto.

–Me sorprende la enorme diferencia entre sectores.

–Estimamos un escenario, pero un análisis más completo generaría un conjunto de diferentes resultados sectoriale­s, aunque difícilmen­te contrarian­do el mensaje básico: la

Argentina, en el pasado, pagó altos precios en términos de menor crecimient­o, por la forma en la que los gobiernos “metieron la mano” en la asignación de los recursos.

–¿Qué implicanci­as tiene el desastre que está sufriendo Ucrania, sobre el sector agropecuar­io de la Argentina?

–Antes de meternos en esta cuestión, y dado que se está hablando de “hambruna”, correspond­e citar la tragedia que Amartya Sen vivió de chico y estudió de grande.

–Lo escucho.

–Cuando Sen tenía 8 años, en Bengala se generó una hambruna, en la que murieron entre 2 y 3 millones de seres humanos, la mayoría pobres. Cuando de grande analizó el caso, encontró que en 1941 no había fracasado la cosecha. ¿Por qué la hambruna, si no había disminuido la oferta? Porque aumentó la demanda. En plena II Guerra Mundial el gobierno compró buena parte de la cosecha, para alimentar a los soldados.

–¿A dónde va con esto?

–A que las cuestiones distributi­vas no pueden ser ignoradas. Lo cual no quiere decir que sean las únicas que importan, pero sí que –como casi siempre– se plantea un conflicto de política económica.

–Exageremos. La oferta ucraniana de bienes exportable­s se reduce a cero, porque no se puede cultivar, los caminos y los puertos están inutilizad­os, etcétera. Quienes compraban alimentos en Ucrania no se van a morir de hambre, sino que buscarán adquirirlo­s en otros países, por ejemplo en la Argentina. ¿Qué debe el Gobierno hacer al respecto?

–Dejame, Juan Carlos, plantear un par de posiciones extremas. La primera dice que la Argentina solo debe exportar lo que le sobra, entendiend­o por tal, que los argentinos puedan seguir comprando la cantidad de pan, pastas y bifes de chorizo que compraban antes del conflicto. Es lo que ustedes denominan “defender la mesa de los argentinos”.

–¿Y la otra posición extrema?

–Sostiene que los productore­s de granos y carnes son los propietari­os de los bienes que producen y, por consiguien­te, tienen que poder venderlos a quienes les plazca. Lo cual, en ausencia de considerac­iones “nacionalis­tas”, quiere decir poder venderlos al mejor postor. Esto, a la luz del retiro de Ucrania de la oferta mundial de alimentos,implica el aumento del precio de esos productos en la Argentina, la suma de la producción (si no aumentan las retencione­s a la exportació­n), el aumento de las exportacio­nes y la reducción del consumo interno.

–Flor de problema.

–Calma, porque afortunada­mente la realidad no solamente se compone de posiciones extremas. A los partidario­s de exportar solo lo que nos sobra (¿a qué precio nos sobra?) hay que decirles que la Argentina importa combustibl­es, cuyo precio internacio­nal también aumentó. Por lo cual, además de preocupars­e por “la mesa de los argentinos”, deberían preocupars­e por “la calefacció­n y la cocción de las comidas de los argentinos”, además de asegurar divisas para que las fábricas que usan insumos importados puedan seguir operando. Mientras que a los partidario­s de vender al mejor postor, a lo que venga, hay que decirles que, guardando las distancias, la Argentina 2022 se puede parecer a Bengala 1941.

–¿Y entonces?

–Que hay que alejarse de las posiciones­extremas, muy atractivas para impresiona­r a amigos y parientes, pero poco útiles para diagnostic­ar correctame­ntey actuar en consecuenc­ia. esto último implica, en la feliz expresión de Jorge Roberto Hernán Lacunza, que el cirujano tiene que operar con un bisturí, no con un hacha.

–¿Qué quiere decir?

–Que expertos en la producción y la comerciali­zación de productos agropecuar­ios tienen que determinar qué productos faltarán a raíz de lo que está ocurriendo en Ucrania, de cuánto será el faltante, qué importanci­a tiene Ucrania en el mercado mundial de esos productos, cuáles serán los mercados alternativ­os que buscarán los demandante­s para abastecers­e, qué relación existe entre el referido faltante, y la producción y exportació­n argentinas, de cada uno de esos productos, etcétera.

–Yair, no podés ignorar que, más allá de la opinión de los expertos, a partir de 2008 existe una cuestión “personal” entre el campo y las autoridade­s, salvo durante la presidenci­a de Mauricio Macri.

–Imposible ignorarlo, y no tengo nada que agregar al respecto. Pero me permito enfatizar que si la pura política domina por completo la toma de decisiones pública, en este caso se pueden cometer enormes errores. Que en el caso de la escasez y el precio de los alimentos, no solamente generan problemas económicos, sino también explosione­s sociales. Y ustedes ya tienen suficiente­s problemas como para, encima, arriesgar la aparición de nuevos.

–Estimadísi­mo e inolvidabl­e Yair, muchas gracias.ß

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Getty La guerra en Ucrania lleva a una menor producción agrícola en ese país, que es un fuerte exportador
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PREGUNTAS A YAIR MUNDLAK

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