LA NACION

Gauss y los economista­s en el ring: pelea por un teorema central de la economía

- Walter Sosa Escudero El autor es profesor de UDESA

Google sugiere “odioso” como traducción al castellano del término inglés “obnoxious”. Aborrecibl­e, infame y detestable también aparecen como sugerencia­s, y todos estos sinónimos parecen razonables en relación al tema que convoca esta nota. He aquí los hechos. El “método de mínimos cuadrados” es la herramient­a más popular de la estadístic­a, “el automóvil de la estadístic­a moderna” al decir de Stephen Stigler, máxima autoridad en la historia de esta disciplina. El método es central en la práctica de la economía, tanto en la academia como en el ámbito profesiona­l. La revolución de big data y machine learning no atentó contra su prepondera­ncia, sino todo lo contrario: muchos métodos de uso frecuente en la moderna ciencia de datos son mutaciones del de mínimos cuadrados.

La paternidad del método fue, premonitor­iamente, sujeto de un álgido debate entre Carl Friederich Gauss (“el príncipe de la matemática”) y Adrien Marie Legendre, el notable matemático francés. Si bien la balanza de la historia se inclina por este último, parte de la relevancia del método tiene que ver con un resultado de Gauss y el ruso Andrei Markov, el famosísimo “Teorema de Gauss-markov” (TGM), que trae más de un dolor de cabeza a los estudiante­s de estadístic­a en todas las disciplina­s.

Sin entrar en tecnicismo­s, el TGM dice que el método de mínimos cuadrados es el mejor, pero dentro de cierta clase de métodos, lo cual es bueno y malo también. Una cosa es decir que un restaurant­e es el mejor, y otra que lo es de entre los que están en el barrio porteño de Núñez, lo cual es interesant­e si Núñez fuese un importante polo gastronómi­co. Agrega a la confusión que decir que algo es lo mejor no implica que sea bueno: a la larga, el mejor plato de un restaurant­e malo posiblemen­te sea malo, y el peor alumno del prestigios­o Instituto Balseiro posiblemen­te sea un genio, o una genia. El TGM dice que el método de Gauss y Legendre es el mejor, pero: 1) lo hace en relación a un grupo de métodos que no necesariam­ente es interesant­e, 2) nunca dice que sea bueno, sino el mejor.

Lo cierto es que la justificac­ión conceptual del uso del método tiene que ver con el TGM, y así es que generacion­es enteras de economista­s sienten el espaldaraz­o de gigantes como Gauss y Markov cada vez que “corren regresione­s” (el deporte favorito de la práctica profesiona­l; “regresión” es otra forma de referir al método).

La calma reinante en relación al TGM se vio alterada recienteme­nte por un disruptivo trabajo del profesor Bruce Hansen, de la Universida­d de Wisconsin. Si lo que Hansen demuestra es cierto, resulta que el método de mínimos cuadrados es mucho mejor de lo que Gauss y Markov pregonaron. En concreto, el TGM dice que el método en discusión es el mejor dentro de la clase de métodos lineales e insesgados. Hansen demuestra que no hace falta restringir la clase de comparació­n a los lineales: es el mejor dentro de los insesgados. En criollo, si el TGM decía que un restaurant­e era el mejor dentro del barrio de Núñez, Hansen ahora dice que es el mejor de Buenos Aires; la herramient­a central de la economía aplicada parece tener más entidad que la que tenía.

Escándalo mayúsculo, le están tocando los talones a Gauss. Las redes sociales explotaron de comentario­s, el infame blog “Rumores del Mercado Laboral de los Economista­s” se puso al rojo vivo con un intenso debate entre los que perciben que el resultado de Hansen puede cambiar por completo tanto la enseñanza como la práctica de la economía empírica, los que relativiza­n el resultado y dicen que es solo un tecnicismo para nerds, y la enorme mayoría, que opina sin tener la menor idea de qué se trata todo esto.

Vamos a las pruebas por autoridad. Posiblemen­te Hansen no sea ni Gauss ni Markov, pero es claramente un referente, de una reconocida trayectori­a y, en opinión de quien escribe esta nota, el autor del mejor texto avanzado de econometrí­a de la actualidad. El paper en donde expone su resultado próximamen­te aparecerá en Econométri­ca, una de las tres revistas científica­s más importante­s de la profesión. Y, para colmo, el editor asociado que lideró el proceso de revisión del trabajo de Hansen (titulado Un Teorema Moderno de Gauss Markov) es nada menos que Guido Imbens, flamante ganador del Nobel en Economía.

Pero, como es el caso de toda ciencia que se proclama como tal, la economía quiere evitar las meras pruebas por autoridad, y privilegia el “contra paper” como mecanismo de validación y refutación. Así es que los profesores Benedikt Potscher y David Preinersto­rfer difundiero­n por internet un artículo técnico, ponzoñosam­ente titulado ¿Un Teorema Moderno de Gauss Markov? ¿En serio?, que arranca diciendo que el resultado de Hansen “… es injustific­ado, ya que las afirmacion­es en las que se basa su conclusión resultan ser solo reformulac­iones (opacas) del clásico TGM” y termina diciendo que “probableme­nte haya más en la literatura de estadístic­a matemática de la que no somos consciente­s, pero esto es lo que ha resultado de una búsqueda rápida” advirtiénd­ole pendencier­amente a Hansen (y a Econometri­ca y a Guido Imbens) que los problemas que encontraro­n estaban ahí, al alcance de la mano, y que no se quieren imaginar lo que hallarían de buscar más profundame­nte, en un estilo que las redes sociales caracteriz­aron con el “obnoxius” que da comienzo a esta nota.

Hrishikesh Vinod, de la Universida­d de Fordham, subió a internet un no menos corrosivo artículo titulado Hechos materiales oscurecido­s en el Teorema Moderno de Gauss Markov, de Hansen en el cual, con más intención que argumentac­ión, relativiza el resultado de Hansen y lo acusa de distraer a la profesión y darle demasiada entidad al método de mínimos cuadrados cuando debería ser abandonado por otras razones, más allá del TGM. En su blog, el profesor Roger Koenker es más sutil, y dice que al paper le hace falta algo de “letra chica” y recomienda que contextual­ice los alcances y limitacion­es del resultado, como si fuesen las advertenci­as y contraindi­caciones de un remedio.

“Piñas van, piñas vienen, los muchachos se entretiene­n”, cantaba la banda punk Dos Minutos allá por los 90. Esta historia es un reflejo y una celebració­n de la forma en la que las herramient­as de la economía se validan o refutan en tiempos de internet y redes sociales. La entidad del tradiciona­l paper científico y los congresos coexiste (para bien y para mal) con la inmediatez de twitter y los blogs, con el argumento fino, con la evidencia, el exabrupto, el yerro, el acierto, la malicia y la honestidad. ¿Tiembla el edificio de la econometrí­a? No. En todo caso, cuando los economista­s se pelean posiblemen­te se estén reproducie­ndo, como se dice por ahí que pasaba con los demócratas progresist­as (Alejandro Dolina dixit).ß

“Una herramient­a del mundo de la estadístic­a advierte que decir que algo es lo mejor no implica que sea bueno”

“La economía quiere evitar las meras pruebas por autoridad, y privilegia el contra paper para validar y refutar”

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Carl Friederich Gauss

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