LA NACION

Racing y el valor de retirarse cubierto de aplausos

- Nicolás Zuberman MAURO ALFIERI MARCOS BRINDICCI

Desde una mirada puramente resultadis­ta se podría decir que Racing cerró esta Copa de la Liga como la empezó: un empate 0 a 0 en el que sufrió con los tiros desde el punto del penal. La primera fecha fue una igualdad en cero como local ante Gimnasia, en la que Javier Correa falló desde los doce pasos. Sus hinchas despidiero­n al equipo con silbilidos aquella tarde de febrero, todavía dolidos por un 2021 olvidable. La última jornada fue esta dolorosa eliminació­n ante Boca: tras el 0 a 0, después de siete penales por lado, el que festejó fue el Xeneize. El equipo de Fernando Gago esta vez se fue cubierto en aplausos. Es, acaso, la mejor forma de resumir el cambio que logró este equipo en lo que va de este 2022, en el que construyó una enorme campaña con partidos de alto vuelo.

Aún con el invicto a cuestas, sin haber conocido la derrota en las 15 fechas que disputó, a la Academia le tocará ver la final del próximo fin de semana por televisión. Pero no se termina el semestre aún. En el horizonte inmediato aparece otro partido definitori­o el próximo miércoles, ante Melgar, como local para poder avanzar de etapa en la Copa Sudamerica­na. Deberá recuperar las piernas y el ánimo para mostrar la misma cara que este sábado.

Por la semifinal de la Copa de la Liga, en una cancha de Lanús que hervía a dos aguas, Racing fue el mismo equipo que lo largo de todo el semestre. Salió a jugarle a Boca con la actitud avasallant­e que se volvió su identidad. Con el incansable Enzo Copetti como punta de lanza presionó la salida xeneize, que se pasaba a la pelota a ritmo cansino. Durante el primer tiempo fue una imagen repetida: por cada futbolista azul y oro había tres de la Academia, que sólo paraba para respirar. Fueron varias las ocasiones en las que los de Gago recuperaro­n la pelota en ataque. Pero Boca nunca cambió el libreto e intentó continuar con la salida a través de Zambrano, Rojo y Varela.

A esa actitud para presionar, Racing no le pudo agregar convicción en el área. Durante el primer tiempo tuvo nueve ocasiones en los dominios de Rossi para ponerse en ventaja. Las más claras: un cabezazo de Carlos Alcaraz cuando le ganó la espalda a Zambrano y definió débil; un centro de Chancalay que Sigali no pudo aprovechar y una corrida del entrerrian­o que definió ancho.

Una lesión muscular de Rojas obligó a Gago a meter mano en el equipo. Sorprendió: en lugar del natural ingreso de Fabricio Domínguez apostó por Javier Correa, el centrodela­ntero que llega con el botín cargado de goles. Copetti, que había sido un verdadero problema para Rojo y Zambrano, pasó a jugar por la derecha. Fue una jugada arriesgada del entrenador. no fue la única: cuando al partido le quedaban segundos mandó a Edwin Cardona a la cancha para la definición por penales. Justo Cardona. El colombiano fue el segundo jugador de la Academia en patear en la definición. Sacó un derechazo mordido, que pegó en el palo y se metió en el arco de Rossi pidiendo permiso.

La movida de pasar a Copetti, en cambio, a la banda modificó la dinámica de Racing. El platinado complicaba a los centrales ya amonestado­s, pero en la banda se diluyó. Y Correa no aportó el gol salvador. Más allá del bajón de intensidad no se modificó el mapa del partido. El centro de gravedad aún parecía estar en el arco que defendía Rossi. Aunque el ritmo de la presión de la Academia ya no tenía esa actitud avasallant­e de los primeros minutos de juego. Las divididas en la mitad de la cancha todavía eran para los de Gago, que a medida que corría el reloj empezaron a buscar el grito salvador que no llegó el primer tiempo con envíos largos. Ahí sí jugaba cómoda la defensa de Boca. De a poco el 0 se hacía cada vez más grande. El clima era muy distinto a la última semifinal en San Juan, con las hinchadas como grandes protagonis­tas. El olor a penales era el mismo.

La sensación en esos minutos finales era que el partido llegó hasta donde Boca lo quiso llevar. Racing no pudo plasmar en el resultado la superiorid­ad en el trámite del juego. Después de 90 minutos en los que la Academia remató 13 veces al arco y el Xeneize ninguna, las cosas se resolvían desde los doce pasos. En el quinto penal falló Copetti. Parecía que Boca ya desataba el festejo, pero Gastón Gómez sacó una pierna para darle vida a Racing tras el remate de Salvio. Al séptimo tiro el que erró fue Emiliano Insúa: su disparo se fue desviado. Alan Varela definió con convicción. En ese penal de Varela se terminó para Racing la Copa de la Liga. Aunque la Academia debe transforma­r esta gran campaña en un comienzo. Para eso debe recuperars­e rápido: el próximo miércoles tiene que jugar otro partido decisivo.ß

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el recibimien­to de los hinchas de Boca para el equipo de Battaglia
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parte de los 16.000 hinchas de Racing que estuvieron en la cancha de lanús

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