LA NACION

Dos entrenador­es con el ADN de Barcelona que adaptan el paladar

Los estilos de Diego Martínez y Gabriel Milito, los técnicos que se medirán hoy en Tigre vs. Argentinos: entre la filosofía que los representa y los ajustes que desandan para interpreta­r cada duelo; el sueño de la final con Boca

- Alberto Cantore

La semifinal menos imaginada, aunque la justicia de los resultados invita a escudriñar a los directores técnicos que elaboraron la estrategia para que River y Estudiante­s, dos de los principale­s candidatos a ganar la Copa de la Liga, ya no estén en la carrera por el título. Hoy, en la cancha de Huracán, será el turno de Argentinos y Tigre (que se ilusionan con la final ante Boca), también de un duelo entre entrenador­es jóvenes, atrevidos, genuinos y que no se aferran a ninguna escuela ni moda. Gabriel Milito y Diego Martínez admiran el ADN de Barcelona, pero no se fanatizan con ese patrón.

“Esto también es jugar bien”, disparó Diego Martínez, que con el Matador eliminó a River en el Monumental y adaptó su gusto a la necesidad para no tropezar con los millonario­s. “Al juego hay que agregarle energía, pasión, ganar duelos, defender bien. Y una cosa no quita lo otro: a mí me gusta que cuando el equipo tiene la pelota, juegue; pero cuando no la tenemos hay que comerse a los rivales”, explicó Milito, después de quitar del camino al Pincha, en La Plata.

Con Guardiola, al que tuvo como entrenador en Barcelona, Milito comenzó a ver el juego de otra manera: entender el porqué de las cosas. Aprendió que siempre hay que presionar, pero que no todas las presiones tienen que ser iguales: todo depende de las cualidades del rival. También que el juego se inicia desde el arquero, pero que no es algo azaroso. Es un DT que se desvive y se apasiona en las conferenci­as de prensa para explicar las razones que lo llevaron a tomar una decisión: desde cómo planificó el juego, el modo de atacar al rival o las diferentes alternativ­as que se entrenaron para ejecutar esa salida limpia desde el área.

“No es un problema de salir en corto o en largo, si no de interpreta­r. Me encanta este tema, pero no soy tonto: si quedo mano a mano y tengo que jugar un pelotazo a los N°9, juego a los N°9. Y si mi defensor está apremiado y la tiene que sacar del estadio, eso también es jugar bien al fútbol. Porque es la interpreta­ción: hay riesgo, la pelota está sucia, no hay pase… Hay que sacarla, buscar a los N°9 y si no podemos encontrarl­os se la saca del estadio. Una acción, no hay problema. En la siguiente lo volveremos a intentar”, comentó, de modo didáctico, tras la clasificac­ión a los cuartos de final. El video de esa declaració­n, de 1m51s, se hizo viral.

Argentinos tiene un invicto de seis partidos y para lograr una de las plazas de clasificac­ión empezó a jugar finales a mitad del recorrido. La apuesta era a ganador, porque los rivales le impedían tropezar y ahí resaltó la templanza y la convicción de un grupo que Milito diseñó a su palanes. ladar, con el respaldo del presidente Cristian Malaspina y el director deportivo Raúl Sanzotti. “No incorporar a nadie. Sí, tenía claro quién no tenía que continuar y de subir chicos jóvenes. Considerab­a ciclo cumplido el de algunos futbolista­s, que le habían dado mucho al club y sentía que reforzarno­s con chicos de la reserva era la solución. En enero empecé a percibir esto, porque en el futbol uno primero siente y después el tiempo lo hace realidad. Estoy enamorado del plantel, porque los veo entrenar y después compite como a mí me gusta. Es difícil convencer a todos, porque hay muchas maneras de jugar y son válidas, pero nosotros nos agarramos de la mano, apostamos y dijimos ‘vamos por acá’. Este grupo sin cuestionar se lo creyó y cuando el jugador se lo cree para el entrenador es más fácil”, relata Milito, un DT que dirigió en escuelas tan opuestas como independie­nte y Estudiante­s, y que con Argentinos descubre su mejor versión.

De la “D” a la “A”

El ascenso fue el teatro de operacione­s de Martínez, aunque llegó a su primera experienci­a –ituzaingó, en la D– tras vincularse con el proyecto de Barcelona en la Argentina. Los métodos y la visión futbolísti­ca se dispararon cuando tuvo acceso a los procesos formativos de los cata“Uno tiene un gusto, una idea de sentir el juego, pero tiene que tener sentido común y saber a quién enfrenta. La realidad es que River es mejor equipo que Tigre colectiva e individual­mente, hace 10 años que es de los mejores del país y de Sudamérica. En ese mano a mano, si queríamos tener tenencias muy largas, no íbamos a poder llevarlo adelante. Uno tiene intencione­s, pero esto es jugar bien también. No solamente llevar adelante lo que uno siente”, explicó, quien devolvió a Tigre a la elite y que ahora pretende estirar este sueño que moviliza a Victoria.

Como a Milito, el ingreso a primera no le resultó sencillo: su primera experienci­a, en Godoy Cruz, apenas resultó un suspiro. Y, al igual que su futuro rival, no le interesa encasillar­se en una línea de juego ni realizar paralelism­os entre la vieja escuela y los DT’S modernos. “Lo que evolucionó es el entrenamie­nto, tenemos que estar predispues­tos a darle a los chicos lo que necesitan. Escuchar a los entrenador­es de más edad está buenísimo y hay que tener la cabeza abierta para tomar lo que están diciendo. Lo de lo viejo y lo nuevo, no va”, sentencia Martínez, que con Estudiante­s de Caseros cayó en semifinale­s de la Copa Argentina 2019 con River y ahora se tomó desquite con Tigre para soñar con la Copa de la Liga.ß

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fotobaires Diego Martínez y Gabriel Milito; los entrenador­es vienen de eliminar en los cruces con Tigre y Argentinos a los favoritos: River y Estudiante­s
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