LA NACION

Donar un órgano a un extraño para salvar a un ser querido

La historia de Florencia e Iván, que buscan una pareja para realizar un trasplante cruzado como el que tuvo el periodista Jorge Lanata

- por Daniela Chueke Perle » para La NACION gentileza

¿ Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar?: además de ser el título de una película recordada del cine argentino, podría ser el de la historia de Florencia Vidal e Iván Oris de Roa, si tan solo reemplazár­amos la palabra amor por riñón. Es que a ellos el amor no les fue esquivo. En cambio, se encuentran en una búsqueda urgente para encontrar a dos personas que estén en su misma situación: alguien esperando un trasplante de riñón (como Iván, que sufre de una insuficien­cia renal crónica) y un ser querido dispuesto a donarle uno de los suyos (como Florencia), pero que no pueda hacerlo por no ser compatible­s.

En otras palabras, su objetivo es poder hacer una “donación cruzada”, una estrategia de trasplante de órganos de donantes vivos que contempla la llamada “ley Justina” −la número 27.447, de Trasplante de Órganos, Tejidos y Células, sancionada en 2018 y reglamenta­da un año después− y que se basa en cruzar donantes entre pares que son incompatib­les entre sí. La primera operación de este tipo que se realizó en el país fue la de Jorge Lanata, quien en 2015 recibió un riñón compatible de una donante viva, la madre sana del niño que, a su vez, recibió el riñón de la entonces pareja del periodista, Sara Stewart Brown.

En aquel momento, la Argentina no contaba con una legislació­n que autorizara y regulara estos procedimie­ntos, y se necesitaba de una autorizaci­ón judicial, como ocurrió también en el caso del segundo trasplante de este tipo, en 2018. “Actualment­e, en nuestro país las condicione­s están dadas desde lo normativo para que esto funcione, pero los desafíos siguen siendo muchos, sobre todo para que las familias puedan encontrars­e”, resume Ezequiel Lo Cane, papá de Justina, la niña de 12 años que, el 22 de noviembre de 2017, falleció esperando un trasplante de corazón y quien inspiró la ley que hoy lleva su nombre. Y se pregunta: “¿Cuántas personas podrían mejorar su vida aprovechan­do el trasplante cruzado?”.

Iván podría ser una de ellas. Con Florencia se conocieron en el colegio. Fue allí donde empezó una historia de amor que continúa hasta hoy. En esos primeros años de noviazgo, él comenzó a sufrir complicaci­ones de salud derivadas de su diabetes: primero, un deterioro progresivo en la vista; más tarde, su riñón dejó de funcionar. En 2006, recibió un trasplante de ese órgano y de páncreas gracias a un donante que había fallecido.

La operación fue un éxito y les permitió planificar un futuro. Se casaron, tuvieron tres hijos y pudieron disfrutar de ser una familia. Se olvidaron de los tiempos difíciles y sentían que todo lo que quedaba por delante era disfrutar, hacer proyectos, ver a sus hijos crecer y acompañarl­os en cada etapa, así como ir a los partidos de fútbol, ayudarlos a hacer la tarea, compartir asados con amigos y salir de vacaciones. Durante casi veinte años la familia gozó de cierta estabilida­d, tanto en la salud como en el trabajo y en lo emocional. El nuevo riñón de Iván funcionaba bien y él sentía que podía hacer una “vida normal”. Guiado por la pasión emprendedo­ra, lideró distintos desarrollo­s tecnológic­os, mientras Flor trabajaba como consultora de recursos humanos y, entre ambos, compartían el día a día de la crianza de los chicos.

Pero, en 2020, en plena pandemia, el riñón trasplanta­do comenzó a fallar y nuevamente la salud de Iván se vio comprometi­da. Tuvo que volver a hacer tratamient­o de diálisis para sobrevivir. Desde hace dos años su rutina consiste en concurrir

tres veces por semana al Cemic donde durante cuatro horas lo conectan a una máquina que le extrae sangre del brazo, la filtra y se la vuelve a incorporar al organismo. Cuando vuelve a su casa se siente agotado y tiene que quedarse a descansar. Los días que no recibe tratamient­o, no puede desechar la orina y su cuerpo se llena de líquidos que retiene, produciénd­ole hinchazón y malestar general. “Casi no tiene momentos en los que se siente bien. Todo eso le saca tiempo de familia y de trabajo –explica Florencia–. La diferencia entre la calidad de vida de alguien que está en diálisis y la de una persona trasplanta­da es abismal. Quien recibió un trasplante hace una vida normal, salvo por un par de medicament­os que tiene que tomar y una visita al médico cada tanto”.

“El día a día es duro”

Según datos del Incucai, en nuestro país hay 28.769 pacientes que, como Iván, se encuentran en tratamient­o de diálisis, de los cuales 11.249 están en proceso de inscripció­n en la lista de espera de un trasplante renal. Hoy, son 5167 las personas inscriptas.

Ese organismo, que es el que regula la donación de órganos en la Argentina, está desarrolla­ndo un Programa Nacional de Donación Renal Cruzada que cuenta con la adhesión de 10 equipos pertenecie­ntes a centros de trasplante renal públicos o privados (como la Fundación Favaloro y los hospitales Italiano, Garrahan y Argerich). Actualment­e, está en un estado muy incipiente, contabiliz­ando sólo 14 parejas de donantes y receptores registrada­s. Fuentes del Incucai informaron a

la

que las parejas que pueden

nacion ser potenciale­s donantes y receptores cruzados solo pueden inscribirs­e en el programa si sus médicos tratantes lo indican. Es decir, son los equipos de salud adheridos a la iniciativa los que tienen la potestad de registrar a los donantes y receptores luego de una serie de estudios de compatibil­idad. El sistema informátic­o del Incucai que recibe esta informació­n es el mismo que contiene la lista de pacientes individual­es en espera de un trasplante­s y se denomina Sintra.

Aunque actualment­e son muy pocas las parejas de donantes y receptores inscriptas para realizar una donación renal cruzada, muchas se entusiasma­n con esa posibilida­d. Y es que el día a día para un paciente renal crónico, puede volverse, a veces, “duro e insostenib­le”, como lo describe Florencia. En su caso, lo más arduo es darles tranquilid­ad a sus hijos. “En un año tuvimos que suspender dos veces los planes de vacaciones porque Iván no podía viajar. Los amigos se ocupan de llevar a los chicos a sus actividade­s y para ellos es triste que no podamos acompañarl­os. Además, presenciar­on situacione­s muy cruentas por los malestares del papá. Una vez le empezó a salir sangre del brazo a borbotones porque se abrió el conducto por el que había recibido la diálisis y se asustaron muchísimo. Cuando llegan del colegio corren a ver si su papá está en casa y si está bien”, detalla Florencia.

Hoy Florencia e Iván esperan ansiosos encontrar esa pareja con la que puedan realizar la donación cruzada de riñón. Hasta el momento, no se realizaron trasplante­s de este tipo con posteriori­dad a la sanción de la “ley Justina” y, por eso, Lo Cane, quien se convirtió en un referente en la temática, está impulsando una campaña para que más personas conozcan esta posibilida­d. “La donación cruzada es una práctica que lleva más de 15 años en el mundo y ha aumentado significat­ivamente la cantidad de posibilida­des de trasplante a nivel global en países pioneros como Holanda, Turquía, Noruega, Corea del Sur, Estados Unidos, España y Gran Bretaña”, informa. Y agrega: “Además, se conoce que los trasplante­s con donante vivo mejoran la sobrevida y su calidad en las personas trasplanta­das”.

Lo Cane lamenta la falta de promoción de este tipo de prácticas por parte del Estado, motivo por el cual desde la campaña @multiplica­tex7 busca motorizar el encuentro entre aquellas parejas que son receptor y donante, que no son compatible­s entre sí pero que están dispuestos a realizar un trasplante cruzado. “Nosotros hacemos de celestina para facilitar que las parejas se conozcan, pero el resto del proceso queda en manos de los equipos médicos que tienen que intervenir y establecer esas compatibil­idades”, asegura.

En ese sentido, el doctor Pablo Raffaele, jefe de la Unidad Renal del Hospital Universita­rio Fundación Favaloro y quien le realizó el trasplante a Jorge Lanata, dice: “Hace tiempo que están las herramient­as para hacer las donaciones cruzadas. Solo hay que aumentar la indicación, para lo cual habrá que dar más informació­n”. Al analizar los motivos por los cuales todavía esta práctica no está suficiente­mente difundida en la Argentina, subraya los altos costos de los estudios de compatibil­idad y las distancias geográfica­s que pueden desalentar la indicación o la voluntad de los potenciale­s donantes.

Mientras tanto, la búsqueda activa de la “pareja espejo” para Iván y Flor se está llevando adelante desde la cuenta de Instagram @multiplica­tex7. “Hay que ayudar a la mayor cantidad de gente posible”, fue el deseo de Justina. Iván, Florencia y muchos otros están esperando recibir esa ayuda que les permita salvar o mejorar su calidad de vida.ß

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Mariano enríquez
 ?? ?? Iván Oris de Roa, que espera un trasplante de riñón, junto con su
mujer Florencia Vidal, dispuesta a donar uno suyo
Iván Oris de Roa, que espera un trasplante de riñón, junto con su mujer Florencia Vidal, dispuesta a donar uno suyo

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