LA NACION

“Todo el que puede se va”: Cuba vive una nueva sangría de jóvenes y familias que huyen de la isla

En casi siete meses, unos 115.000 cubanos entraron a Estados Unidos por la frontera mexicana, el triple que en 2021; el deterioro de las condicione­s de vida, la principal causa del éxodo

- Mauricio Vicent

LA HABANA.– “Ay, mi hijo, esto es un drama, todo el que puede se va”, suelta una señora que espera su turno frente al consulado de México en La Habana para solicitar una visa. Igual que todos los días laborables, un grupo de personas hacen cola en el lugar luego de haber pedido cita hace meses a través de la página web de la sede diplomátic­a. En la pantalla de su celular, un joven mira un video de compatriot­as suyos cruzando a nado el río Bravo al ritmo del reguetón “El campeón”, de moda en la isla. Dice que uno de los autores de la canción, llamado el Kimiko, acaba de llegar a Estados Unidos por la frontera mexicana. “Ya él se bautizó”, comenta en la cola, cuando un funcionari­o llama al próximo por su nombre.

Como es imposible conseguir cita en el consulado para una fecha cercana, algunos pagan cientos de dólares a no saben quién para que les adelanten la entrevista, sin garantía de obtener el permiso de entrada. La “gestión”, fruto de la desesperac­ión, la inventaron unos espabilado­s y habitualme­nte acaba en estafa. De eso habla azorada esta mujer mientras espera, confesando que si el viaje de turismo se le da no piensa regresar: “Mis dos hijos se fueron hace un año por Centroamér­ica. Ya están en Miami, donde acaba de nacer mi primer nieto. Mi madre y mi hermana salieron después del Período Especial, así que me he quedado sola”.

Decenas de miles de personas se han marchado del país en los últimos tiempos por diferentes vías. Pero ahora es distinto. Lo que se está viviendo es una verdadera estampida. Se van los jóvenes, familias enteras, algunos hasta han vendido la casa para pagarse el viaje, es el comentario en la calle. Las autoridade­s aseguran que son muchos más los que se quedan y que Estados Unidos manipula el asunto para dar una imagen de que en Cuba no se puede vivir. Pero el goteo no cesa.

“La actual crisis migratoria –a la que no sé por qué no se le ha calificado como tal– me produce una enorme tristeza, porque es como una ola que crece y, por lo que percibo, seguirá creciendo, nos seguirá empobrecie­ndo”, afirma el escritor cubano Leonardo Padura, autor de Como

polvo en el viento, la gran novela del exilio posterior a la revolución.

Los datos del Departamen­to de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos son elocuentes. En siete meses, desde octubre de 2021 hasta abril de este año, cerca de 115.000 cubanos entraron a territorio norteameri­cano de forma irregular por la frontera mexicana, tres veces más que durante el pasado año fiscal (entre el 1º de octubre de 2020 y el 30 de septiembre de 2021, cuando 38.500 cubanos llegaron a Estados Unidos por la misma vía).

Los viajes se han incrementa­do exponencia­lmente desde que Nicaragua anunció en noviembre que los ciudadanos cubanos no necesitarí­an visado para entrar a ese país. Miles de personas salieron desde entonces de la isla rumbo a Managua, primera escala de un viaje que implica caer en manos de coyotes, cruzar fronteras y pagar sobornos hasta llegar a los estados del norte de México, una aventura riesgosa que puede costar a los emigrantes entre 8000 y 10.000 dólares para alcanzar su destino.

En diciembre, 7983 cubanos entraron a Estados Unidos por la frontera sur. En enero fueron 9700; casi el doble en febrero; 32.000 el pasado mes de marzo y un récord de 35.000 en abril, la misma cantidad de personas que abandonaro­n la isla durante la crisis de los balseros de 1994.

“Es un Mariel silencioso. Estamos hablando de que en los últimos meses entraron por México casi la misma cantidad de emigrantes que durante todo el éxodo de 1980, cuando se fueron 125.000 personas. Y la tendencia va a seguir”, destaca un sociólogo cubano, que indica que en esta estadístic­a no entran los que emigraron a otros países, por ejemplo a España, o los que tratan de irse por mar pese al riesgo de ser deportados por los guardacost­as norteameri­canos.

Según las autoridade­s cubanas, desde enero hasta la fecha fueron repatriado­s a la isla más de 1300 cubanos desde México, Estados Unidos y Bahamas, cuando en todo 2021 las deportacio­nes fueron 1500.

Las causas

Las causas del actual éxodo son diversas, aunque quizá las principale­s sean el deterioro galopante de las condicione­s de vida y el calvario en que se ha convertido la superviven­cia en Cuba debido a la agudísima crisis que atraviesa el país, agravada por la pandemia, la inflación derivada del llamado “ordenamien­to monetario”, la ineficienc­ia del sistema productivo estatal y la lentitud de las reformas económicas. Desde luego, también pesa, y mucho, el recrudecim­iento del embargo norteameri­cano, que La Habana considera la principal causa de sus males. Una tormenta perfecta que ha puesto al país ante una crisis migratoria de consecuenc­ias inciertas.

“Más que todo hay un desánimo general, una falta de esperanza absoluta en que la situación vaya a mejorar”, dice otro chico que hace cola para comprar un pasaje en la oficina de la aerolínea Copa, que vuela a América

Central. “La gente ya no da más”, afirma, “los jóvenes no tienen aliciente para quedarse, y se van los mejores, los universita­rios, los más preparados, y hastaperso­nasconbuen­aposición…”. Lo confirma un diplomátic­o europeo, que cuenta que en su embajada acaban de irse a Estados Unidos dos empleadosq­ueteníanun­aremunerac­ión de cerca de 1000 dólares mensuales, muy superior a cualquier salario en la isla: “Cuando les pregunté por qué se marchaban, uno me contestó: ‘Vida solo hay una’”.

El gobierno cubano ha admitido en la prensa “el incremento sostenido de la emigración irregular” y también de las repatriaci­ones. Pero responsabi­liza a Washington de estimular este flujo por mantener vigentes leyes como la de ajuste cubano, que concede beneficios a los emigrantes de la isla y hace prácticame­nte imposible su deportació­n, y también por incumplir los acuerdos migratorio­s firmados entre Estados Unidos y Cuba.

En un reciente encuentro de alto nivel de ambos países para tratar temas migratorio­s –el primero de la era Biden–, Cuba culpó a Washington de tener una política “incoherent­e”, que por un lado exacerba las dificultad­es del país mediante el embargo y por otro impide la migración ordenada.

Por una razón o por otra, o más bien por todas juntas, cuando las cosas se ponen difíciles en Cuba largarse siempre ha sido una válvula de escape. Y ahora están muy difíciles. Ante la sangría, que no tiene visos de solución, destacados académicos, intelectua­les y creadores como el propio Padura han mostrado su preocupaci­ón por algo que consideran un drama que hipoteca el futuro de la nación. El tema se debate prácticame­nte a diario en las redes, y cada vez se pide en voz más alta al gobierno que introduzca con urgencia los cambios que el país necesita (y no solo económicos) para dar esperanzas a la gente.

Padura –que nunca ha querido irse de su país– tiene un observator­io privilegia­do en el humilde barrio habanero de Mantilla. El escritor (premio Princesa de Asturias de las Letras 2015) vive cerca de una tienda en la que a diario se forman tremendas colas para conseguir los más modestos productos de primera necesidad, como salchichas o detergente. “Veo cada mediodía y cada noche que puedo los noticieros de la televisión cubana y escucho hablar de un país. Pero salgo a las calles de mi barrio, o de cualquier barrio de La Habana, y veo y me hablan de un país diferente, como paralelo. Ese país de la calle es un país agobiado, al borde de la desesperac­ión por la falta de casi todo”, señala.

Dice que ha visto personas pasar toda la noche frente a un establecim­iento para comprar lo que sea que a la mañana siguiente vayan a vender. “Oigo a casi todo el mundo quejarse de que el dinero no le alcanza ni para empezar”, así que, opina el escritor, “a nadie debería extrañarle entonces que haya tanta gente de cualquier edad y condición buscando la forma de irse de ese país real, de largarse hacia cualquier parte, por cualquier vía”.

Marcharse, observa, se ha convertido en “la única opción para muchos y quizás en la válvula de escape para la presión social. Y entiendo perfectame­nte que las personas tomen esa decisión, porque el discurso de los noticieros no los alivia de sus problemas y porque vida, ya se sabe, hay una sola”. Lo mismo que le dijeron al embajador.

Como Padura, el cineasta Fernando Pérez (La Habana, 1944), autor de películas de culto como Suite Habana o La vida es silbar, ve en la crisis y en ese divorcio entre la calle y el mundo oficial la causa de muchos males. “No soy economista, pero nos hemos demorado tanto tiempo en tomar algunas decisiones que ahora es el peor momento y no dan respuesta. El discurso oficial va por un lado y la realidad, por otro. Eso es muy dañino. La gente necesita respuestas, necesita diálogo. ¿Cómo mantener un diálogo? ¿A nivel de oposición? Yo no quiero ser opositor, pero ¿cómo voy a seguirte, si lo que me dices no tiene que ver con mi realidad?”, dijo en una reciente entrevista al medio digital Oncuba.

A mucha gente con cierto grado de compromiso con el sistema le duele y preocupa lo mismo que a Pérez que “el tiempo corra y la fractura se vaya haciendo más grande”. “El cambio va a venir de los jóvenes; no va a venir por los ‘canales establecid­os’. Se van a equivocar más o menos, pero el cambio es natural y va a venir de ellos”, asegura el cineasta. © El País, SL

 ?? Getty images ?? Migrantes cubanos en un camión, que usan como vivienda temporaria
Getty images Migrantes cubanos en un camión, que usan como vivienda temporaria
 ?? Getty images ?? Una familia cubana en Yuma, Arizona, tras atravesar la frontera desde México
Getty images Una familia cubana en Yuma, Arizona, tras atravesar la frontera desde México

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