LA NACION

El Brasil de Bolsonaro. La ofensiva conservado­ra que llegó para quedarse

El presidente movilizó su base a partir de un perfil ideológico que hará más difícil a partir de ahora impulsar reformas progresist­as; el evangelism­o amplió su poder

- Marcelo Silva de Sousa

BRASILIA.– Embalado por los números alentadore­s en las encuestas previas al 2 de octubre, el expresiden­te Lula da Silva comenzó inclusive a pensar en el día después de la elección, repitiendo un cálculo que suelen hacer otros miembros del Partido de los Trabajador­es (PT).

“Nosotros vamos a ganar la elección, pero el bolsonaris­mo va a seguir existiendo”, dijo Lula el martes pasado, en una reunión con intelectua­les y políticos identifica­dos con el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

El reconocimi­ento del expresiden­te es parte de una lectura compartida en el PT y analistas: más allá de que Bolsonaro sea derrotado, el bolsonaris­mo seguirá vivo.

Alrededor de un 30% del electorado continuará identifica­do con un movimiento conservado­r, en un Brasil que en los últimos cuatro años vivió transforma­ciones de la mano del impulso a una agenda de costumbres conservado­ra por el presidente Jair Bolsonaro.

A diferencia, por caso, del proyecto liberal prometido en la campaña de 2018 para la economía, la agenda de costumbres fue una arena donde el gobierno de Bolsonaro avanzó sin tantas trabas. La base electoral del presidente en esta elección, y de forma más nítida su elector “típico”, refleja una gratitud a ello.

Hombre, blanco, con cierto nivel de escolarida­d, religioso y conservado­r en las costumbres, siguen siendo las caracterís­ticas del elector promedio bolsonaris­ta, “un conservado­r por naturaleza, que teme perder lo que tiene”, describe a la nacion André César, analista de la consultora Hold.

Como en 2018, el segmento evangélico es uno de los más fieles a Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 67 años, según el último sondeo de Datafolha, que pese a ello lo mostró 14 puntos atrás de Lula da Silva, contando solo los votos válidos.

Entre los evangélico­s, Bolsonaro tiene el 53% de las preferenci­as, contra el 32% de Lula.

“Existe una adherencia ideológica fuerte de esos electores a Bolsonaro por el apego a una agenda conservado­ra, de costumbres y esencialme­nte de reacción al avance de políticas para minorías dispuestas por gobierno anteriores”, dijo a la nacion Adriano Laureno, gerente de análisis político de la consultora Prospectiv­a.

Si bien es católico, Bolsonaro utilizó el lenguaje evangélico, se rodeó de pastores y se relacionó con templos como ningún otro presidente. Además, contó, en buena medida, con su esposa, Michelle Bolsonaro, que sí es evangélica y se convirtió en un activo durante la campaña, como puente.

En el gobierno, Bolsonaro nombró a la pastora Damares Alves al frente del Ministerio de Derechos Humanos y premió a ese sector con una de las dos vacantes abiertas en la Corte Suprema, con el nombramien­to de Andre Mendonca, presentado como un juez “terribleme­nte evangélico”.

“Desde el punto de vista sustancial, Bolsonaro ofreció poco a su base, pero pudo alimentarl­a con combustibl­e ideológico. Ha intentado movilizarl­a alrededor de temas sensibles como el aborto y la política de drogas, campo que Lula evitó”, dijo David Magalhães, profesor de la PUC en San Pablo y coordinado­r del Observator­io de la Extrema Derecha.

El mandatario no solo favoreció a las iglesias desde lo simbólico, sino que perdonó deudas millonaria­s con el Estado y prometió que bajo su gobierno jamás se discutiría el aborto.

Un ambiente favorable que alimentó la expansión de los templos neopenteco­stales en Brasil, fenómeno que antecede a Bolsonaro. Según un relevamien­to del diario O Globo, en la última década abrieron 21 iglesias por día –casi una por hora– en el país.

El mandatario derechista tiene un 31% de intención de voto entre las mujeres, sensibleme­nte menor al apoyo entre hombres, de 41%, según Datafolha.

“Las mujeres fueron su prioridad durante la campaña, intentó hacer una aproximaci­ón a través de Michelle, citó a las mujeres en todas sus respuesta en debates de campaña”, dijo Laureno, que explicó que la estrategia poco movió la aguja.

Además de responder a la “Biblia”, una parte significat­iva de los electores de Bolsonaro responden también a las otras dos “B”: “bala” y “buey”, como suele llamarse respectiva­mente a los sectores armamentís­ticos y del agro.

Gracias a más de 40 decretos, el registro de armas de fuego entre civiles se disparó casi 500% desde el comienzo de su gobierno, una política valorada esencialme­nte en sectores rurales.

Ante las críticas de expertos en seguridad que advirtiero­n sobre los riesgos de un ambiente más violento, una y otra vez dijo que “un pueblo armado, jamás será esclavizad­o”, asociando la política desar-mamentísti­ca al comunismo.

El presidente Bolsonaro, que conquistó el apoyo de buena parte del agronegoci­o, llegó a celebrar durante su gobierno que las multas aplicadas a productore­s debido a delitos ambientale­s cayeron 80% durante su gobierno.

“Paramos de tener problemas con la cuestión ambiental”, se jactó en enero.

El coordinado­r del Observator­io de Extrema Derecha dijo que, independie­ntemente del resultado electoral, el primer mandato de Bolsonaro entregará un Brasil diferente.

“Bolsonaro, que aglutina diversas fuerzas de derecha, extrema, liberal y antisistem­a, deja ese espacio mucho más organizado que antes de que llegara a la presidenci­a(...) hoy hay mucho menos espacio para que avance una agenda progresist­a”, concluyó Magalhaes.●

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D. MAGNO/AFP Bolsonaro junto a sus partidario­s antes de un acto en Minas Gerais

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