LA NACION

Ian sigue sin rumbo al norte tras sembrar caos en Florida

El huracán dejó por lo menos 21 muertos y serios daños estructura­les en todo el estado

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CHARLESTON, Carolina del Sur.– Un revitaliza­do huracán Ian azotó ayer la costa de Carolina del Sur, tras un paso mortal por Florida, donde causó inundacion­es, arrancó casas de sus cimientos, arrasó negocios frente a la playa y dejó a más de dos millones de personas sin electricid­ad.

Las cifras provisoria­s eran de al menos 21 muertes en Florida posiblemen­te relacionad­as con el huracán, aunque CNN incluso habló de 42. Las cifras mortales podrían seguir aumentando a medida que los rescatista­s accedan a otras áreas severament­e afectadas.

Entre las víctimas se encuentran una mujer de 80 años y un hombre de 94 que dependían de máquinas de oxígeno que dejaron de funcionar por los cortes de electricid­ad, así como un hombre de 67 años que esperaba ser rescatado y que murió tras caer en las aguas crecidas dentro de su casa, informaron las autoridade­s.

Kevin Guthrie, director de gestión de emergencia­s de Florida, describió una escalofria­nte escena en una casa inundada, donde un buzo de la Guardia Costera encontró cuerpos adentro. Los funcionari­os todavía no pudieron establecer cuántos murieron.

Los rescatista­s recorrían en botes o a pie las calles trasformad­as en ríos para salvar a miles de personas atrapadas en viviendas inundadas e inmuebles destrozado­s por el huracán.

“Queremos ser transparen­tes, pero simplement­e no tenemos ese número”, dijo Guthrie sobre el saldo de víctimas en el estado. Por su parte, el gobernador Ron Desantis dijo que la Guardia Costera, la Guardia Nacional y los equipos urbanos de búsqueda y rescate salvaron a por lo menos 700 personas.

Ian tocó tierra el miércoles en la costa de Florida sobre el Golfo de México como un monstruoso huracán de categoría 4, una de las tormentas más poderosas que haya llegado a Estados Unidos. Inundó viviendas en las dos costas, cortó el único acceso a una isla, destruyó un muelle histórico y dejó a 2,6 millones de casas y negocios sin luz. Alrededor de 2,1 millones seguían a oscuras dos días después.

En las áreas más devastadas se veían desde árboles arrancados de raíz hasta carteles destruidos, semáforos tendidos sobre las calles y algunos edificios simplement­e en ruinas. Nada se salvó. La única diferencia entre un lugar y otro era la magnitud de los daños.

“Saldremos de esto”, dijo el vicealcald­e del condado de Sanibel, Richard Johnson. “Y saldremos más fuertes de lo que estábamos”.

Es probable que esto suceda, pero las autoridade­s estimaban una enorme transforma­ción que va desde lo cosmético hasta lo vital.

Fort Myers Beach quedó destruida, sin negocios y por un tiempo también sin empleos. Las labores de limpieza tomarán semanas y casi sin lugar a dudas tendrán que preceder a cualquier esfuerzo de reconstruc­ción.

A lo largo de la ruta federal 41, la principal autopista de la región, incontable­s carteles fuera de los establecim­ientos fueron dañados, destruidos o simplement­e ya no están. La mayoría de los semáforos no sirven, y en algunos casos los cables quedaron colgando sobre las calles. Un trozo del puente Sanibel cayó al mar, cortando el acceso a la isla, donde viven 6300 personas.

“He visto muchas cosas, pero nunca había visto algo así”, dijo Clark Manchin, un director de proyectos de construcci­ón, mientras evaluaba los daños. “No lo tomé tan en serio como debía”, dijo por su parte Mark Crow, un residente de Naples. “No me abastecí. No tapié mis ventanas. Es un desastre. Es grave”.

El huracán se fortaleció nuevamente en dirección a la costa de Carolina del Sur y a la histórica ciudad de Charleston, con pronóstico­s de marejadas de tormenta e inundacion­es. Finalmente tocó tierra cerca de Georgetown y en toda la costa regía una advertenci­a de huracán.●

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AFP Inundacion­es en Port Charlotte, Florida

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