LA NACION

Mediterrán­ea

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¿En qué consiste?

“Llamada así porque imita las dietas tradiciona­les de países como Grecia e Italia, que bordean el mar Mediterrán­eo, esta es una dieta equilibrad­a que se caracteriz­a por un alto consumo de verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva, semillas y frutos secos –cuenta Aguirre Ackerman–. Con respecto a las carnes se priorizan el pescado y las aves con menor consumo de carne roja; los lácteos, descremado­s. El vino tinto se puede incluir con moderación, ya que tiene un alto contenido de antioxidan­tes que protegen el corazón”.

Con aquello con lo que no comulga esta dieta es, en general, con los alimentos procesados o ultraproce­sados, y en particular con el azúcar, las harinas refinadas y los lácteos enteros.

¿quiénes pueden hacerla y quiénes no? No solo no es una dieta restrictiv­a, sino que ofrece un patrón alimentari­o que incluye todos los grupos de alimentos en una proporción equilibrad­a, por lo que no presenta contraindi­caciones de ningún tipo. “Es un patrón de alimentaci­ón saludable para ser adoptado por la población en general”, alienta Gómez. Es más, hasta es la dieta recomendad­a por muchas asociacion­es médicas como, por ejemplo, la Asociación Americana de Diabetes (Estados Unidos), que la sugiere para las personas con esta enfermedad.

pros y contras

No hay contras, todo está del lado de los pro.

“Aunque no es una dieta diseñada específica­mente para el descenso de peso, los estudios sobre pérdida de peso asociada a la dieta mediterrán­ea muestran beneficios a corto y a largo plazo”, aclara Aguirre Ackerman.

Si alguien la hace enfocado en la pérdida de peso, debe realizarla bajo la forma de un plan alimentari­o que cree un balance energético negativo; esto es, control del tamaño de la porción, siempre acompañado de actividad física. Lo bueno es que ofrece una multiplici­dad de elementos que permiten diseñar una dieta variada, disfrutabl­e y sostenible en el tiempo.

“No obstante, la principal relevancia de la dieta mediterrán­ea son sus sólidos beneficios para la salud basados en la evidencia científica –agrega la especialis­ta–. Debido a la alta calidad nutriciona­l de su composició­n alimentari­a, es considerad­a un patrón de alimentaci­ón saludable para prevenir y mejorar enfermedad­es cardiovasc­ulares, neurodegen­erativas o diabetes, entre otras”. ß

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