Una bicicleteada festiva junto al mar
En Mar del Plata, la tradicional Caravana de la Primavera cumplió su 62a edición entre disfraces, globos y bocinas
MAR DEL PLATA.– Ahí vienen. Llegan desde aquí y allá. Padres con hijos. Grupos de adolescentes. Adultos mayores, también, con pedaleo lento y una sonrisa que apaga cualquier mueca de esfuerzo. Son cientos los primeros en llegar hasta el punto de encuentro. Miles los que se alistan casi en fila india, a lo ancho y largo de las calles. Y más de 20.000 los que desde media mañana avanzan por la ciudad, en sus bicicletas adornadas y coloridas, en un recorrido total de casi 25 kilómetros y unidos por un mensaje de fe y alegría.
La Caravana de la Primavera cumplió su 62ª edición, una convocatoria original e histórica de la agrupación juvenil Pequeño Mundo, de la Obra Don Orione. Una iniciativa con nacimiento y base en una parroquia que llega a toda la comunidad.
“La mía es una moto y la de mi mamá un florero”, dice Hernán, de 8 años, con su bicicleta que simula tener tanque de combustible hecho con cartones, prolijo y pintado. Y se ríe de la cantidad de flores de papel con la que Inés, su mamá, decoró desde el manubrio hasta el portaequipajes.
Porque de eso se trata esta tradicional cita: divertirse con disfraces, pelucas, guirnaldas, globos y bocinas. Todo vale para aportar y sumar algo distinto y llamativo a la hora de compartir esa columna de ciclistas que siempre encabeza el obispo de turno, en este caso Gabriel Mestre, al frente de la diócesis de Mar del Plata. “Si entendiéramos la paz, viviríamos en ella”, fue el lema de esta edición.
El destino está junto al mar, en el Camping Municipal, lindero al Faro de Punta Mogotes. Allí, luego de superar algunas lomas que requieren avanzar a pie y con bicicleta en mano, será el turno de la pausa de mediodía y momento del refrigerio, con las viandas que cada uno lleva.
La organización siempre invita a inscribirse previamente, aunque la participación es abierta y cualquiera puede sumarse al inicio o en cualquier momento del recorrido.
Aquellos que aceptan colaborar pagan 350 pesos, que les aseguran una gaseosa, un helado y la participación en el sorteo de una bicicleta. Y un clásico: el camión del “pinchazo”, que rescata a los que tienen algún percance con sus bicicletas. Otro tanto hace un micro, abierto a los que sufran inconvenientes o los supere el cansancio. Porque pedalear es la excusa. Pero el objetivo sigue siendo compartir y divertirse.ß