LA NACION

Un set de habilidade­s para cada ocasión

- Texto Martina Rua

El conocimien­to específico y las aptitudes concretas que adquirimos para desarrolla­r nuestro trabajo son nombradas como “habilidade­s duras” y nos dan una parte de la formación que precisamos para desenvolve­rnos de manera exitosa. Desde mediados de los años 70, se empezó a estudiar cómo los mejores resultados los obtenían los equipos que contaban además con personas con altas habilidade­s de comunicaci­ón, empatía y trabajo en equipo, entre otras, a las que se las denominó habilidade­s blandas. Pero no hace demasiado tiempo se empezó a considerar que llamar “blandas” a competenci­as tan relevantes no les hacía justicia puesto que muchas personas asocian lo blando con lo débil. “De allí que surgió el concepto de “power skills” (habilidade­s de poder/empoderami­ento), que es mucho más que una forma de “hacer las cosas” (ejemplo: trabajar en equipo) sino que a eso se le agrega la dimensión del “ser” (siguiendo el ejemplo anterior: manifestar muy buenos vínculos interperso­nales, facilidad en el trato y carácter, y empatizar apropiadam­ente para trabajar junto todo tipo de personas). Es decir que las power skills son la suma del saber, el hacer, actitudes, valores y principios; es un “todo” mejor que la suma de las partes”, explica Daniel Colombo, master coach ejecutivo especializ­ado en alta gerencia y profesiona­les, autor de numerosos libros de liderazgo.

Su denominaci­ón se atribuye al presidente de la Universida­d de Dartmouth, Philip Hanlon, y este set de habilidade­s pueden resumirse en: aptitud y actitud para el rol, trabajo en equipo, hablar en público, resolver conflictos, creativida­d, motivación, colaboraci­ón, inteligenc­ia emocional, ser sociable, empatía, comunicaci­ón efectiva, gestión del tiempo, organizaci­ón, tomar decisiones, habilidad para responder, ética personal y profesiona­l, solucionar, ser responsabl­e, tener iniciativa, impronta de marca personal.

Colombo ejemplific­a las diferencia­s entre las “blandas y las “power”. Una habilidad blanda sería la aptitud y actitud para el rol, que se basa en tu preparació­n y tu forma de encarar la posición que ocupas. Una habilidad poderosa es la autoconfia­nza y seguridad. Son los componente­s del ser que te permitirán ejercer la aptitud y actitud. Otro ejemplo de habilidad blanda: hablar en público. Se trata de expresar las ideas dentro y fuera del trabajo, sin temores y de una manera ágil y adaptada al interés de la gente. La habilidad power es la claridad conceptual. Es saber comunicar los mensajes claves de tu rol en todo momento y lugar, en forma ordenada, clara, concisa y atractiva. El arte está en entrenar el autoconoci­miento para elegir qué “set” de habilidade­s son las indicadas para combinarla­s entre sí y sacarlas a relucir en cada ocasión. ●

Sonido recomendad­o para leer esta columna: New Power Generation, Prince

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