LA NACION

Tras el “dólar soja”, los desafíos que se ciernen en el horizonte del maíz y del trigo

- Diego de la Puente

Con cerca de 12 millones de toneladas de soja disponible vendidos a través del sistema denominado “dólar soja” al cierre de esta columna, lo importante –una vez anunciado que no se extenderá en el tiempo el régimen cambiario especial– es el impacto que este ritmo de ventas puede generar en los mercados de otros productos agrícolas. Y no solo ello, sino también las condicione­s por las que están atravesand­o esos otros mercados. Los casos del trigo y del maíz resultan muy interesant­es de analizar, en tal sentido.

Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, la producción de trigo se ubicaría en los 16,50 millones de toneladas, con una baja sensible respecto de la última estimación. Con ese volumen productivo, las actuales Declaracio­nes Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) de los exportador­es estarían prácticame­nte al mismo nivel del saldo exportable. Esto es, 8,80 millones de toneladas.

Pero, por otra parte, las compras de dichos actores en el mercado interno se ubicarían al presente en 5,20 millones.

Más allá de que en el tonelaje comprado hay trigo “a fijar” y “a precio”, a los exportador­es les restaría adquirir unos 3,60 millones de toneladas para cumpliment­ar las DJVE. Y, en función de ese volumen por comprar, es donde pueden estar las tensiones en las cotizacion­es.

Existen dos variables que hoy están generando cierta reticencia de los productore­s a tomar decisiones de venta.

La primera tiene que ver con el clima. Más allá de las recientes lluvias que se registraro­n en algunas regiones, como el sudeste de Córdoba o La Pampa, lo cierto es que en muchas otras zonas las mismas brillaron por su ausencia. La segunda variable está vinculada con la cobertura futura del presupuest­o financiero por parte de los productore­s. En ese sentido, con los casi 12 millones de toneladas comerciali­zados con el “dólar soja” claramente bajan las necesidade­s de tener que vender trigo.

Empalme gravoso

El maíz presenta otra problemáti­ca. El “empalme” entre las campañas 2021/2022 y 2022/2023 puede ser más gravoso que en otros años. También en este caso la falta de adecuadas lluvias en importante­s regiones productiva­s del país está llevando a muchos productore­s a “pasar” maíz primicia a tardío.

Entonces, el 15/20 por ciento del maíz que actualment­e queda del ciclo 2021/2022 deberá alcanzar hasta julio de 2023, momento en el cual ingresa la cosecha tardía del forrajero. Sin lugar a dudas, el devenir climático en Sudamérica acaparará, como es habitual, la atención de los operadores internacio­nales a partir de ahora. En la Argentina dicha variable resultará más importante que en otras oportunida­des por lo comentado previament­e. Para seguir con atención.ß

El autor es socio de Nóvitas SA

El volumen de soja negociado baja las necesidade­s de tener que vender trigo

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