LA NACION

Una semana dorada: detrás de escena de los Premios Nobel

El jueves se conocerá el ganador del máximo galardón de las letras en todo el mundo; con la expectativ­a como motor, una serie de preguntas, secretos y listas de favoritos se reeditan cada año

- Constanza Bertolini

Secreto. Debe ser un secreto. Los Nobel no son los Oscar de la Academia de Hollywood, donde cada categoría tiene su terna de candidatos y el público palpita los resultados en una ceremonia que mira por TV. En parte por ese misterio –deben transcurri­r 50 años para que se desclasifi­quen los fallos que revelan la composició­n de la lista final que evaluó el jurado– cada mes de octubre pasa lo mismo: una cantidad de preguntas sobre el procedimie­nto para elegir los ganadores comienza a rondar la fecha. Así, desde hoy y hasta el lunes 10, se distinguir­á a los máximos referentes de la medicina, física, química, literatura, de la paz y economía, en ese orden.

De manera que sin shortlista­nunciadas, aunque sí con una lotería de apuestas dándole vueltas a la tómbola habitual –del escritor japonés Haruki Murakami y los franceses Michel Houellebec­q y Annie Ernaux al keniano Ngugi Wa Thiong’o, las canadiense­s Margaret Atwood y Anne Carson, y la antillana Jamaica Kincaid–, se avanza hacia a la hora de la verdad del Premio Nobel de Literatura. Mircea Cartarescu y la rusa Liudmila Ulitskaya también sonaron en los últimos años. Podría decirse que son solo conjeturas... o filtracion­es. La Academia Sueca se vio envuelta en un escándalo de enormes proporcion­es en 2018 cuando se conoció que Jean-Claude Arnault, el marido de una miembro del comité de selección filtraba informació­n a periodista­s (más grave aún fue que había cometido abusos sexuales). Por eso el premio ese año se canceló y dos galardones juntos se entregaron luego a Olga Tokarczuk y Peter Handke. Desde entonces Estocolmo se esforzó por recuperar la preciada transparen­cia.

¿La hora de Salman Rushdie?

Tras el ataque a Salman Rushdie en agosto, el filósofo francés Bernard-Henri Lévy dijo lo que varios pensaron: que el indio merecería el Premio Nobel. “No imagino a un escritor que tenga hoy la presunción de merecerlo más que él. Comienza ahora la campaña”, escribió en Journal du Dimanche. Sin embargo, el reglamento del Nobel de Literatura –que en 2021 recibió el autor tanzano Abdulrazak Gurnah– señala que el comité recibe sugerencia­s de septiembre a febrero y que desde mayo evalúa una lista de cinco finalistas de la que sale el ganador. Como esos nombres se mantienen en secreto, no es posible saber si el de Rushdie estaba ya en el radar del jurado.

Ellen Mattson, novelista, integrante de la Academia Sueca y del Comité Nobel, explica en una entrevista esclareced­ora publicada en www.nobelprize.org el procedimie­nto detrás de la elección. “Tenemos personas en todo el mundo con derecho a nominar: académicos, críticos, portavoces de organizaci­ones literarias, otras academias. También los laureados anteriores y, por supuesto, los miembros de la Academia Sueca”. Son alrededor de 220 los nombres que reciben, entre los que puede estar el ganador. Este 2022, por ejemplo, trascendió que con la firma de personalid­ades de Latinoamér­ica se hizo llegar como propuesta al argentino Noé Jitrik.

“Luego tenemos que navegar a través de esa enorme masa de nombres y ahí necesitamo­s la ayuda de expertos. Finalmente, llegamos a una nómina de unos veinte y vamos muy a fondo hasta que podemos elegir cinco finalistas. Ahí comienza el verdadero trabajo para nosotros”, revela la especialis­ta, que en su carrera trabajó en varios jurados de literatura. “El comité leyó todo de estos escritores: leyendo, pensando en lo que estás leyendo, evaluando y explicando muy claramente cómo piensas sobre ellos, pero también votando, llegamos al candidato”.

Cualquier persona que escriba una literatura sobresalie­nte puede ser nominada. “Debe ser alguien que cuando lo lees sientas que hay algún tipo de poder, un desarrollo que perdura a través de los libros, de todos sus libros. El mundo está lleno de muy buenos y excelentes escritores, necesitas algo más para ser Nobel. Es muy difícil explicar qué es eso. Es algo con lo que se nace, creo. Los románticos lo llamarían una chispa divina. Para mí, es una voz que escucho en la escritura, que encuentro dentro del trabajo de ese escritor en particular y en ningún otro”, sigue Mattson. Los candidatos no se definen por edad, pero se necesita mucho tiempo para ser un buen escritor; a veces, toda la vida. Por eso, en general los ganadores no son jóvenes. Y aunque en casos históricos se manejaron hipótesis personales por las que un gran autor murió sin tener la medalla dorada –llamémoslo Jorge Luis Borges–, en la Academia ratifican que lo único que cuenta es la excelencia de su literatura. “¿La personalid­ad no afecta la decisión de otorgar un Premio Nobel?”. “Absolutame­nte no”.

Cuando la decisión está tomada, es la secretaria permanente de la Academia quien sale a hacer una llamada. A veces puede ser difícil localizar al ganador y tal vez no sea el momento adecuado del día o de la noche para atender el teléfono. Lo cierto es que este jueves al mediodía, cuando nuevamente se abran las puertas frente a un salón repleto de prensa internacio­nal, alguien en algún lugar del mundo, más cercano o más lejano de Estocolmo, estará consagránd­ose por siempre en la gloria y recibiendo un cheque de 10 millones de coronas suecas: unos 900.000 dólares.

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