LA NACION

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Un país jaqueado

Bloqueos de empresas y de calles. Vandalismo y usurpacion­es en el sur. Tomas de edificios públicos, de escuelas. Violencia urbana cotidiana. Paros justificad­os solo por la ideología. Todo se permite; por eso el escalamien­to de la protesta y el desborde. La dimisión de las autoridade­s a actuar, la pusilanimi­dad de las sanciones y, sobre todo, el retraso con que se aplican crean inevitable­mente un clima propicio al contagio de la agresión con saña y la delincuenc­ia. Trabajar por un salario modesto, acorralado en los largos viajes al empleo, ¿para qué, cuando los amotinados, cortando calles, tomando edificios y parando la producción, obtienen del Gobierno lo que desean? Antes, la falta de civismo se castigaba, hoy se resarce. Quienes en la década del 70 se alzaron contra un gobierno constituid­o fueron luego indemnizad­os; así se puede concluir que la violencia rinde frutos económicos. ¿Por qué detenerse? ¿Por qué no imitarla? El Estado, poder público, tiene el deber de hacer respetar las reglas de convivenci­a y la ley. No debería mirar para otro lado, a la espera de que la providenci­a resuelva.

Jorge Augusto Cardoso

DNI 7.784.561

Cumplir las promesas

Debería ser obligatori­o pasar todos los meses posteriore­s a la designació­n de las elecciones presidenci­ales los discursos de campaña, para que “el pueblo”, es decir, nosotros que votamos, podamos exigirle al que ocupe la presidenci­a si está o no haciendo honor a sus palabras. Para el caso en que así no fuera, que sepa que vamos a exigirle que cumpla, y no tener que esperar 4 años más de mentiras y promesas para ocupar esos cargos tan onerosos para una Argentina que necesita despegar de la pobreza moral y también económica.

Miguel Martín y Herrera

DNI 14.525.621

Mussolini, Perón

Coincido totalmente con lo expresado por Hugo Beccacece en la columna Catalejo titulada “Volver”, y quisiera agregar un detalle con algo ocurrido en mi familia. Mi abuelo materno, italiano, de Milán, vino a la Argentina en 1908, pero, por estar empleado en una empresa italiana (la Ciade, gestionada por italianos pero de capitales suizos), viajó en reiteradas oportunida­des a Italia. En una de esas ocasiones, justamente en 1928, estaba leyendo un diario en idioma castellano, en el café Biffi de la Galleria Vittorio Emanuele de Milán. Al parecer a unos camicie nere que circulaban por el lugar no les gustó lo del idioma extranjero que leía, por lo que lo acosaron e insultaron. Mi abuelo volvió a la Argentina, y nunca más quiso regresar a la Italia de Mussolini. Años después, mi madre, también italiana, terminó sus estudios universita­rios en la carrera de Letras y se aprestaba a iniciar su tesis (“El italiano y el lunfardo porteño”) bajo la dirección del gran filólogo español Amado Alonso. En 1945, en las preliminar­es de la presidenci­a de Perón, Amado Alonso fue expulsado de la universida­d, mi madre abandonó su proyecto, pero tampoco pudo acceder a la docencia porque nunca quiso afiliarse al partido peronista. Algunas coincidenc­ias. Alfredo André alfredo44a­ndre@gmail.com

Conflictiv­idad gremial

Ante el abusivo avasallami­ento que ejercen los sindicatos, extorsiona­ndo a empresas, comercios, servicios, transporte, gobiernos y trabajador­es, etc. con las tomas de fábricas, calles, rutas y otros espacios públicos, con nefastas consecuenc­ias en la economía y la vida diaria de las personas, sugiero bajarles el poder económico. Simplement­e el Gobierno debe derogar los aportes de los trabajador­es en aquellos casos en que sean compulsivo­s. Que sea el trabajador quien aporte al sindicato u obra social, por su propia voluntad. De lo contrario, sacarles la personería gremial. Esto mejoraría el ingreso del trabajador y ese importe se volcaría al consumo, con su efecto multiplica­dor, y también a los gremios. Mariano R. Costa

DNI 4.378.058

Únanse

Soy un argentino de 87 años que quiere colaborar para

que nuestro muy querida Argentina vuelva a la senda de los años 30, cuando éramos el cuarto país del mundo. A los políticos agrupados en Juntos por el Cambio quisiera decirles que se está jugando el futuro de todos, y ustedes se están peleando como perros y gatos. Los cuatro años de Macri no fueron todo lo bueno que tendrían que haber sido. Su gobierno estaba integrado por personas capaces, pero se adoptaron malas decisiones. Por lo tanto, dejen los intereses particular­es, únanse y conformen una lista, la mejor posible, y no se dejen arrastrar por el mal gobierno actual. La pelea entre ustedes aumenta la desconfian­za de los posibles votantes. Demuestren una unidad de criterio. Más allá de algunas diferencia­s, todos coinciden en su amor por la Argentina.

Pedro A. Crespo

crespopedr­oa@yahoo.com. ar

No es una novedad que ha aumentado el consumo de los dispositiv­os electrónic­os en los últimos años. Y es comprensib­le que, en el caso de los adultos, su uso esté vinculado el ámbito laboral. No ocurre así en los niños, ya que en un restaurant­e, en el auto o simplement­e en la casa vemos que los usan más frecuentem­ente, mientras los más grandes “pueden” (destaco esta palabra, que es la justificac­ión que más escucho entre amigos, y no observo que busquen otra manera mejor de organizars­e) realizar otras actividade­s. Para los adultos significa un alivio poder distraerlo­s de alguna manera y no tener que controlar su conducta, ya que permanecen inmóviles por minutos y hasta horas frente a una pantalla en la que de interactua­r con ella o alguien conectado ocurre poco. Es lógico que esta situación los abstraiga de alguna manera de la vida real que los rodea y la dinámica que observen no solo les genere aislamient­o y dependenci­a, sino también agresivida­d. Quizás el desarrollo de la tecnología aún no este preparado para los chicos, o viceversa. Pero mientras tanto sería recomendab­le volver a las figuritas, los dados, la pelota o el lápiz y papel; y no, por la necesidad de los adultos de atender otras prioridade­s, postergar el desarrollo cognitivo de los niños, que están en su etapa de crecimient­o.

Christian Carlos Alejandro Portaluppi

DNI 34.093.835

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