LA NACION

Una cumbia para Leónidas Gambartes

- Humphrey Inzillo

Recuerdo el impacto inicial, hace un lustro, al escuchar el tercer disco como solista del contrabaji­sta y compositor Juan Bayón, uno de los músicos más prolíficos de la pujante escena del jazz local. Vidas simples (Ears & Eyes records, 2018) empezaba con la “Cumbia de Gambartes”, que en sus formas me remitía a “Cumbia & Jazz Fusión”, ese experiment­o que otro contrabaji­sta y compositor, el excelso Charles Mingus (1922-1979), había grabado en 1977. se trata de una suite de 28 minutos que Jaime Andrés Monsalve, director musical de la radio Nacional de Colombia, definió como “una tromba vanguardis­ta de media hora que mezclaba sonido de big band, free jazz y ecos de la música de Nueva Orleans con la cumbia”. la pieza de Juan Bayón es más breve, dura ocho minutos y medio, suficiente­s para que se luzcan lucas Goicochea (saxo), Diego Urbano (vibráfono), santiago leibson (piano) y sergio Verdinelli (batería). Pero más allá de la cuestión estrictame­nte musical, mi duda era si Bayón se refería al artista plástico rosarino leónidas Gambartes (1909-1963). la respuesta es afirmativa y la historia demuestra que, como indica “El ciclón”, la canción de Café Tacvba, la vida siempre vuelve a su forma circular.

Me llamó la atención el título porque había conocido la obra de Gambartes gracias a Mito, magia y misterio, una retrospect­iva montada en el Centro Cultural recoleta hace 20 años, cuando se cumplían cuatro décadas de la muerte de quien, a partir de ese momento, se transforma­ría en uno de mis pintores predilecto­s.

la génesis del tema tiene que ver con el encuentro entre Juan Bayón y Betty Gambartes, reconocida guionista y directora de teatro y ópera, en Lo prohibido, un melodrama teatral para tres actores y cuatro músicos protagoniz­ado por Alejandra randano, Juan Darthés y Michel Noher en 2017. Betty es la primogénit­a del artista y Juan es el sobrinonie­to de Damián Bayón (1915-1995), prestigios­o crítico de arte (y poeta), el autor que en un entrañable texto definió la obra de Gambartes como “una pintura de cámara”. Cito: “Entiéndase­me bien, es un elogio. Nadia Boulanger decía que la música de cámara es la música de los verdaderos entendidos. El concierto

La historia demuestra que, como indica “El ciclón”, la canción de Café Tacvba, la vida siempre vuelve a su forma circular

para piano y orquesta no es por cierto el ideal de los grandes melómanos. Me explico: Gambartes estaba predestina­do a ser un artista de cámara. si tuviera que definírsel­o a alguien que nunca hubiera visto un cuadro suyo, diría que Gambartes era un tímido, un púdico, un profundo, un humorista, un alejado”.

Gambartes y Bayón se conocieron en 1957, cuando este último recaló en rosario para dar clases de historia del arte, después de haber vivido entre París y Puerto rico. se hicieron amigos por discípulos en común y Gambartes le regaló un cuadrito que acompañó a Bayón en todas sus mudanzas durante más de dos décadas. “la mujer en ojiva, sentada, frontal, cebando el mate, ¿ofreciéndo­lo? Concentrad­a, incolora, hecha de la misma materia que lo que la rodea: pobre, infinitame­nte melancólic­a y sin esperanza. Cuando no sé cómo explicarle a algún visitante europeo cómo es sudamérica, en mi desesperac­ión me vuelvo del lado de mi cuadrito de Gambartes y les digo: ‘¿Cómo es sudamérica, por último…? ¿Ve esta mujercita? Bueno, es así…’”, describió.

Acaso haya sido un episodio aislado en la vida de este artista mayúsculo, integrante del grupo del litoral y elogiado entre otros por Manuel Mujica lainez. Para Juan Bayón, la pintura de Gambartes es fenomenal. “Tiene sentido del humor y es abstracto, pero también es accesible. Así querría que fuera mi música: que te haga pensar y que te pueda hacer bailar en simultáneo. la circularid­ad de la composició­n tiene que ver con la relación de mi trabajo con el de Betty y con el de mi tío abuelo con el de leónidas. Ese cruce, con dos generacion­es de distancia, me pareció muy interesant­e y conmovedor”.

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