LA NACION

Enero también marcó un récord de asesinatos en Rosario

En el primer mes de 2023 se registraro­n 24 muertes violentas y la mayoría fueron ejecutadas por sicarios, en una ciudad en la que se enfrentan clanes de narcomenud­eo

- Germán de los Santos

ROSARIO.– En cinco días de enero los sicarios fueron efectivos a la hora de atacar a sus blancos: en ese lapso provocaron la muerte de 15 personas. Después de un año que tuvo una cifra récord de homicidios –288 casos– el primer mes de 2023 mostró altos niveles de violencia al producirse 24 crímenes en el departamen­to Rosario, en los cuales 16 fueron con asesinos a sueldo.

El último asesinato en enero se produjo anteanoche en Ibarlucea, una localidad vecina a Rosario, donde un hombre fue ejecutado dentro de su casa, a la que llegaron los dos asesinos que lo ejecutaron de siete disparos.

Esa forma de asesinato abrió también la lista de homicidios de febrero. En el barrio Ludueña fue asesinada ayer una almacenera de 57 años. La víctima recibió siete impactos de bala mientras atendía su local, lugar que había sido baleado en los últimos días.

Durante enero la cifra de asesinatos creció con respecto al año pasado en la ciudad –23 crímenes en enero de 2022–, pero, además, mostró como rasgo particular que casi la mitad de los hechos estallaron en pocas horas. Solo el sábado 7 de enero se registraro­n cinco homicidios en menos de 12 horas. El viernes 20 de enero se cometieron tres crímenes en dos horas. A lo largo de enero se agruparon 15 asesinatos con sicarios en cinco días.

Además de la concentrac­ión temporal, lo que aparece como una alerta es la ubicación geográfica de los episodios violentos. Seis asesinatos, que fueron ejecutados por sicarios, se registraro­n en los barrios Empalme Graneros y Ludueña, una zona en el oeste de Rosario, donde el año pasado se cometieron más de 30 crímenes. Es un territorio que está bajo custodia de Gendarmerí­a y Prefectura, que patrullan ese sector hasta las 3, según indicaron fuentes oficiales. Pero también actúa allí la policía de Santa Fe, por lo que es una de los sectores de la ciudad con mayor cantidad de fuerzas de seguridad.

Otra particular­idad del análisis de los homicidios del primer mes del año es que en dos casos, en los que hubo tres jóvenes muertos, entre ellos un menor de 14 años, las balas salieron de pistolas de policías. En estos episodios los agentes no estaban de servicio a la hora de disparar en supuestos intentos de robo.

El sábado 7 de enero fue uno de los más sangriento­s del mes. Una de las cinco víctimas de ese día fue Ariel del Luján Simoncini, un comisionis­ta oriundo de Casilda, que fue asesinado en Zelaya y Matheu, en el barrio de Alberdi, a dos cuadras de donde se produjo en 2013 el atentado a la casa del exgobernad­or Antonio Bonfatti. Simoncini había sido citado en ese lugar por el supuesto vendedor de una moto, con el que se había contactado por la aplicación de Facebook Marketplac­e. Al comisionis­ta no sólo que lo engañaron, sino que lo mataron para llevarse el dinero que había llevado para pagar la moto.

La policía investiga a una banda de la zona que se dedica a ese tipo de robos, con una violencia extrema. Hay cuatro casos que se registraro­n el año pasado en el barrio de Alberdi, con la misma modalidad de engaño. Las víctimas fueron heridas de bala, pero no murieron.

Ese día y también durante la tarde fue ejecutado en el barrio Ludueña Alan Nahuel Carlini, un soldadito narco de la banda de Maurio Gerez, quien tributa a Los Monos. Carlini fue emboscado por varias motos en Solís y Navarro, donde lo acribillar­on. Era el primo de Jonatan Almada, mano derecha de Gerez. Unas horas después, a diez cuadras de donde se produjo ese infernal tiroteo, fue ejecutado Hugo Fabián López, de 47 años, que falleció al otro día. Ese hombre fue ultimado desde un Chevrolet Aveo en pasaje Einstein al 5500.

En el barrio La Cerámica, en el norte de Rosario, fue asesinado ese día en Siripo al 1400 Marcelo Gálvez, de 27 años. Un sicario lo mató cuando la víctima estaba sentada en la vereda. Los balazos que disparó el asesino hirieron a una nena de 12 años en la boca. Se sospecha que el asesinato tiene vinculació­n con una actividad criminal.

El quinto homicidio de ese sábado sangriento fue el de Dylan Sebastián Panuncio, de 14 años, que murió por los disparos que efectuó un policía, que declaró que el menor intentó robarle su moto en el barrio La Tablada, en Ayacucho y la avenida Circunvala­ción. El chico murió de un tiro en la cabeza. El efectivo también resultó lesionado de un balazo, porque –de acuerdo con su versión– se produjo un enfrentami­ento con el asaltante.

El 11 de enero se produjeron dos homicidios. Ese miércoles dos sicarios mataron a Walter Matías Grondona, que vivía en una casa de pasillo en Moreno al 4600, en la zona sur. Los atacantes golpearon la puerta y llamaron por su nombre al hombre de 30 años, que fue acribillad­o al responder a ese llamado. Su pareja y su hijo de tres años también sufrieron heridas de bala.

Ese día también fue asesinado Erik John Díaz, de 19 años, en el barrio La Tablada, en el sur de Rosario. Díaz estaba en la vereda junto con su amigo Lautaro Ronchi, jugador de las inferiores de Racing, cuando apareció un joven que sacó un arma y comenzó a disparar. Los dos jóvenes se tiraron arriba del atacante para tratar de reducirlo. En ese momento Díaz recibió un disparo que le provocó la muerte. Ronchi fue internado en grave estado y aún sigue en recuperaci­ón, tras recibir un tiro en la cabeza.

Ajustes de cuentas

Al otro día se repitió la cifra de dos homicidios. Fue ejecutado Santiago Pacheco, un chico de 16 años, en el cementerio de Granadero Baigorria, donde caminaba con un amigo por las vías del ferrocarri­l. Menos de 24 horas después fue asesinado Juan José Gómez, de 69 años, extaxista, que tenía un almacén en Fray Mamerto Esquiú y Magallanes. Dos hombres pasaron en moto cerca de las 20 y dispararon contra el local, donde una bala impacto en Gómez y murió. Su esposa también fue lesionada con un balazo en el brazo.

El 19 de enero se registraro­n tres homicidios, en medio de la llamada “guerrilla narco” en Empalme Graneros y Ludueña, cuando sicarios en moto mataron a Franco Nicolás González, de 24 años. Junto al cadáver, la policía encontró una nota que decía: “Almada y toda su banda, con la mafia no se jode, ya no jugás más en ningún lado vos. Atte: La mafia”. Los investigad­ores señalan que el asesinato de González está vinculado a la saga violenta por la venta de drogas en esa zona del oeste rosarino, donde el 7 de enero se produjo el consignado asesinato de Carlini.

Ese 19 de enero se produjeron otros dos homicidios. Kevin Vélez y Carlos Godoy fueron ultimados cuando fueron –según el relato policial– a asaltar un almacén y dentro del local se encontraba un policía de civil. El efectivo recuperó luego la libertad.

El 20 de enero se repitió la misma cifra de tres asesinatos. Alejandro Francisco Orona, de 55 años, tomó un taxi en Ehecsortu hacia el barrio Empalme Graneros. Cuando intentó bajarse del vehículo lo esperaban dos hombres que lo acribillar­on de siete balazos. El taxista llevó al herido hasta el Hospital de Emergencia­s, donde murió minutos después.

Otro crimen que ocurrió ese viernes tuvo como víctima a un empleado del supermerca­do La Reina Esteban Brian Fernández, que fue apuñalado en 27 de febrero e Iriondo en un intento de robo. El objetivo del ladrón era robarle la bicicleta al empleado del supermerca­do, pero tras huir también abandonó el rodado.

El tercer hecho sangriento de ese día tuvo como protagonis­ta a Alexandro Hahuel Casco, de 16 años. El chico estaba junto a un grupo de amigos en la puerta de una rotisería en Matienzo y Montevideo, cuando desde un auto empezaron a disparar. Casco murió en el hospital de Emergencia­s. Según las fuentes, una banda criminal de la zona oeste lo habría ejecutado porque el chico había robado una moto a un miembro de la organizaci­ón.ß

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Marcelo manera Una almacenera fue asesinada ayer en el barrio Ludueña

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