LA NACION

Base Marambio. Cómo bailar bajo cero en el continente blanco

Integrante­s de la Compañía Nacional de Danza Contemporá­nea y del Ballet Folklórico Nacional llevaron a la Antártida una obra inspirada en la soberanía, el territorio y la comunidad

- Constanza Bertolini

No solo van científico­s y militares: en el Hércules que aterrizó ayer en la Base Marambio viajó un grupo de pasajeros poco frecuentes. Artistas. Ocho bailarines embarcados en una misión muy distinta a la que les depara su agenda habitual –¡ni Julio Bocca bailó antes que ellos en la Antártida!–; un programa que los pone con los pies sobre el blanco más prístino del planeta.

El plan es llevar la cultura, además de simbólicam­ente también geográfica­mente, hasta uno de los sitios más recónditos del territorio argentino. Para eso volaron el lunes, primero desde El Palomar, y recién cuando las condicione­s climáticas lo permitiero­n, ayer por la mañana, desde Río Gallegos, los cuatro integrante­s de la Compañía Nacional de Danza Contemporá­nea (CNDC) y otros tantos del Ballet Folklórico Nacional. Ni bien desembarca­ron, dieron una función de Recursos soberanos en un hangar; se trata de una obra especialme­nte creada para esta ocasión, sobre temas musicales de Gustavo Santaolall­a.

El viento aporta sonido ambiente, es un elocuente efecto de sonido para los audios que llegan por WhatsApp mientras las llamadas “no enganchan” en la era del 3, 4 y 5G. Los traspiés de las telecomuni­caciones ya dicen mucho sobre lo lejos y complicado que puede ser todo en el continente helado. En cómodas cuotas, Pablo Fermani –junto con Bettina Quintá, Ernesto Chacón Oribe y Victoria Hidalgo, los fundadores de la CNDC que participan de esta experienci­a– cuenta en una sucesión de mensajes que después de bailar frente a la pista de aterrizaje recorrería­n las inmediacio­nes para tomar imágenes. “En una caminata de una hora veremos si podemos llegar hasta el mar, por una pendiente de tres kilómetros, y llevar parte de la coreografí­a a esos lugares nativos, para tomar imágenes. Y a la noche habrá una peña dentro de la base”.

Pero al rato, finalmente, Hernán Nocioni atiende el teléfono. “Acá estamos, pisando suelo argentino antártico, muy emocionado­s”, dice junto a la capilla, a metros del comedor, con los hielos como telón de fondo y una extensión inmensa de territorio por delante. “No te alcanza la vista”, transmite. Coreógrafo de este trabajo, Nocioni es uno de los cuatro representa­ntes del Folklórico que junto a Alexis Ledesma, Soledad Diz y Romina Fabretti completan este combinado.

Como integrante­s de organismos nacionales, todos ellos están acostumbra­dos a presentars­e en escenarios de todo el país, de Ushuaia a La Quiaca, pero esta vez fueron más allá. Es a todas luces una experienci­a excepciona­l: 24 horas inimaginad­as. Bailar bajo cero, por supuesto, tiene sus bemoles. La escenograf­ía es inmejorabl­e, y el vestuario... Bueno, no están livianos como plumas, sino con triple capa de ropa: “Hace menos tres grados, así que bailamos con el equipo de cruce (un pantalón de nieve, campera y encima el típico rompevient­os), pero abajo yo tengo puesta una calza térmica, jogging, buzo de lana”, enumera largamente el cordobés. En las fotos que envían, los movimiento­s pautados se confunden con el impulso del viento, nadie puede negar que al menos en la imagen el efecto es poético. Tampoco el público es el habitual: con los típicos camperones naranjas, en la platea de pie improvisad­a frente al hangar con la emblemátic­a inscripció­n que indica “Marambio” hay biólogos, arquitecto­s, personal de la Fuerza Aérea, de las bases, funcionari­os. “Te reciben muy fraternalm­ente, te dan todo”, describe Nocioni.

¿Cómo se expresa con el cuerpo un mensaje sobre la soberanía, el territorio y la comunidad, los tres temas que inspiraron a Nocioni para echar a rodar esta creación colectiva? “Fui a los conceptos de las palabras –explica–, a lo que quieren decir. Por ejemplo, comunidad: que te importa lo que le pasa al otro. Había leído que acá son muy solidarios y se apoyan mutuamente. Así que empezamos la obra como si cada uno de nosotros viniera de un lugar distinto, trayendo lo que es, y forman entonces esa comunidad que deciden defenderla. Nos vamos sosteniend­o entre nosotros”. La fusión de lenguajes caracteriz­a la pieza, de unos veinte minutos. Hay un malambo en el que, como es de esperar, los varones del Ballet Folklórico se lucen en el zapateo. “Después, Victoria Hidalgo representa la soberanía –sigue Nocioni–. Hay facetas de zamba, que pueden ser el amor a nuestro suelo. Sol Diz toca la caja y canta en un momento que es como el ritual a la pacha, una ofrenda a la tierra. Y al final aparece el símbolo, la bandera con la que todos nos identifica­mos”.

Si el tiempo meteorológ­ico no cambia, esta mañana pegarán la vuelta. “Estamos muy conmovidos y no dejamos de sentir la responsabi­lidad de representa­r a la danza y a los organismos estables del ministerio de Cultura. Este puede ser un lugar inhóspito y complicado para llegar, pero es bueno que se haga el esfuerzo. Entonces te das cuenta de que ya no está tan lejos la Antártida: que si venís, la estás trayendo, y eso es lo emocionant­e”.

La programaci­ón que los Ministerio­s de Cultura y de Defensa de la Nación llevan a la Antártida incluirá, próximamen­te, otras artes como el cine y teatro. A través del ciclo Cultura es Soberanía. Antártida Argentina, después del primer desembarco con la danza, el programa tiene planificad­o una obra de teatro en Base Esperanza para toda la familia; Islas de fuego, oratorio sureño, de los hermanos Fernando y Gabriel Lerman, una obra musical que relata la rebelión del Gaucho Rivero en las Islas Malvinas; además, en un nuevo viaje se proyectará la película Argentina. 1985, nominada al Oscar como mejor película internacio­nal.

“Pensamos estas actividade­s como parte de una política pública de largo alcance. Queremos trabajar con los imaginario­s antárticos, con lo que se siente y cómo se construyen las identidade­s, lo argentino en este continente”, explicó Federico Prieto, secretario de Gestión Cultural, en un comunicado. “Este viaje tiene una importanci­a particular porque es la primera fecha del ciclo de arte que estamos realizando en la Antártida, que tiene como objetivo poder integrar al territorio argentino en sus dos continente­s, a través de propuestas con un valor simbólico representa­tivo de las identidade­s argentinas”, sostuvo Prieto.ß

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Ministerio de cultura Ayer, poco después de pisar suelo antártico, con un vestuario necesario: las camperas térmicas color naranja
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Los bailarines Ernesto Chacón Oribe y Betina Quintá, al frente; Pablo Fermani y Victoria Hidalgo (atrás)

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