LA NACION

El Papa llega a Sudán del Sur, donde jugó un rol histórico clave

En 2019, en el Vaticano, besó los pies de los líderes de los bandos rivales, pero el proceso de paz del país más joven del mundo está ahora estancado y buscará reactivarl­o

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KINSHASA.– Luego de concluir su visita de tres días a la República Democrátic­a del Congo (RDC) instando a los jóvenes a luchar contra la corrupción, el papa Francisco iniciará hoy un esperado “peregrinaj­e por la paz”, lleno de desafíos, en Sudán del Sur, el país más joven del mundo, desgarrado por la guerra. Y está por verse si su llamado a la reconcilia­ción será escuchado por las autoridade­s.

“Tú eres indispensa­ble y responsabl­e de tu iglesia y de tu país. Perteneces a una historia más grande que te llama a ser actor”, dijo el Papa en un estadio colmado de 65.000 jóvenes congoleños. “Todos juntos digamos: ‘No a la corrupción’”, clamó.

Al ritmo de tambores, cantos y danzas tradiciona­les, el líder de la Iglesia Católica –primer Papa que visita RDC desde Juan Pablo II en 1985– hizo una entrada triunfal en el Estadio de los Mártires a bordo de su papamóvil, saludando a la multitud al son de la música.

RDC es un país marcado por el conflicto, el desempleo y las luchas de poder, donde el 60% de la población tiene menos de 20 años.

Viaje a Sudán del Sur

El Papa llegará hoy a Juba, la capital de Sudán del Sur, uno de los países más pobres, donde cerrará su gira de seis días por África.

Se trata de la primera visita de un papa desde que el país de mayoría cristiana se independiz­ó en 2011 tras una lucha de décadas contra Sudán, de mayoría musulmana.

Pero la independen­cia no trajo la paz al país inmerso en la violencia. El Papa conoce al presidente Salva Kiir y a su vicepresid­ente y rival Riek Machar, a quienes imploró deponer las armas tras la guerra civil que dejó 380.000 sursudanes­es muertos y el país en ruinas.

Francisco causó impacto en 2019 en el Vaticano cuando se arrodilló ante Kiir y Machar y besó los pies de los dos rivales. “Su pueblo aspira a un futuro mejor, que solo llegará con la reconcilia­ción y la paz”, dijo Francisco a los líderes asombrados por el gesto.

Pero cuatro años después la violencia perdura alimentada por las élites políticas. “La gente sigue muriendo en todo el país”, dijo Ferenc David Marko, investigad­or del Internatio­nal Crisis Group. “Las cosas están peor que en el momento más álgido del conflicto”, agregó.

Muchos esperan que Francisco pueda revivir el abandonado proceso de paz, estancado desde aquel momento extraordin­ario en Roma. “Quiero creer que esta visita será un punto de inflexión”, declaró el padre James Oyet Latansio, secretario general del Consejo de Iglesias de Sudán del Sur.

El Papa “tiene una capacidad única, creo, de involucrar a los líderes del país y lo que se necesita para que el país alcance una paz duradera”, declaró en enero Nicholas Haysom, enviado especial de la ONU a Sudán del Sur.

Francisco está acompañado en la visita por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, Iain Greenshiel­ds.

Las autoridade­s eclesiales tienen “tremenda credibilid­ad y autoridad moral” en Sudán del Sur, aseguró John Ashworth, un misionero jubilado con 40 años de experienci­a en Sudán y Sudán del Sur.

En los peores momentos de las guerras de liberación, la Iglesia negoció la paz y dio resguardo y atención a civiles de todos los bandos ante la ausencia de apoyo gubernamen­tal o internacio­nal. “La única institució­n que permaneció en el terreno fue la Iglesia”, declaró Ashworth.

Cuando estalló la guerra en 2013, el clero defendió a los civiles y repudió la brutalidad, tomando grandes riesgos en un país con poco marcontra gen para la crítica. Las iglesias que albergaban a civiles eran atacadas y los sacerdotes asesinados, recordó Christophe­r Tounsel, profesor de Historia en la Universida­d de Washington y estudioso del cristianis­mo en Sudán del Sur.

Los líderes eclesiales fueron excluidos de las conversaci­ones de paz, lo que redujo su influencia política. “La Iglesia aún es una voz respetada, pero no tan respetada como antes”, señaló Ashworth.

Algunos observador­es creen que Francisco tiene más posibilida­des que otros de ser escuchado por Kiir, un católico devoto que quedó conmovido por el gesto papal en el Vaticano. Pero analistas señalan que el presidente está ocupado en la consolidac­ión de su poder y en derrotar a sus rivales, mientras que las filas de Machar están divididas y enfrentada­s.ß

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Ap El Papa saluda a los feligreses congoleños en la catedral de Kinshasa

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