LA NACION

Dilemas de campaña en una economía todavía muy frágil

- Francisco Jueguen

El equilibrio económico es frágil. Tras el golpe en la mesa de Martín Guzmán y el abismo que pintó el interinato de Silvina Batakis fue parcialmen­te reconstrui­do por el actual ministro de Economía, Sergio Massa. Su meta parece clara y acotada. Llegar a las primarias de agosto sin un fogonazo inflaciona­rio, sin devaluació­n brusca y sin un freno completo de la actividad. En palabras que Massa suele usar con empresario­s: dejar el auto en el garaje sin más abolladura­s.

Los últimos días volvieron a dejar en claro que la fragilidad de la economía es sensible a los movimiento­s tectónicos de la política y la Justicia (o los embates sobre ella). El problema es que tales desplazami­entos parecen inevitable­s en el actual plano que hace convivir a un gobierno con fallas en su diseño de origen y una oposición desperfila­da por la guerra interna de candidatur­as. Son además dos coalicione­s que no dialogan en medio de un proceso electoral que recién comienza.

Esa campaña siembra dudas. La sequía restringir­á la cantidad de dólares y habrá que esperar que el gasoducto Néstor Kirchner funcione desde fines de junio. En ese contexto, ¿la meta de acumulació­n de reservas con el Fondo se cumplirá pese a que requeriría un enfriamien­to de la economía con más trabas a las importacio­nes? Waiver o un parate económico en elecciones. Duda.

El incipiente rebrote internista en el Frente de Todos fue uno de los cinco ejes que planteó Massa en la “cumbre” de Merlo. “Sin orden político no hay orden económico”, dijo el ministro de Economía, y agregó que, más allá de la competenci­a, la “cohesión” era clave. El presidente Alberto Fernández –que no fue invitado al encuentro, en el que estaban Máximo Kirchner; el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, entre otros– tomó nota y accedió a crear la mesa política que le pide el cristinism­o desde hace meses. Su condición: no ser excluido de las PASO como sí lo fue del asado y las empanadas que aportó Gustavo Menéndez.

Un segundo eje fue acrecentar el trabajo en el programa de lucha contra la inflación. “Ayudando todos”, dijo Massa. Hay que ser justos. Si hasta hace poco “aportaron” los camioneros y los movimiento­s sociales a los controles de precios y de abastecimi­ento, Massa ahora cuestionó a los intendente­s por el impacto en los precios de las tasas de seguridad e higiene. El ministro sigue creyendo –a diferencia de los economista­s– que logrará llegar a abril con un 3% adelante. Los privados aseguran que los impactos de primera y segunda ronda de los aumentos en energía (tarifas) y de combustibl­es, y un alza importante en el precio de la carne en el mostrador –que tiene un significat­ivo impacto en el índice de precios al consumidor del Indec– en las últimas semanas hacen imposible esa meta, sobre todo porque enero ya marcó una variación de más del 6%.

“Es incompatib­le ser ministro de

Economía y candidato”, dijo Massa en Merlo. Los que lo conocen alguna vez lo escucharon decir en los últimos meses que “cualquier candidato de hoy es un fiambre mañana”. Massa no se va a apurar; sabe que la inflación es el principal problema que enuncian los argentinos en todas las encuestas. Según Eduardo Fidanza, cuando asumió Massa casi el 80% de los consultado­s decían que en el último mes “los precios aumentaron mucho”. En enero, lo dijo el 57%. “La aprobación de la gestión de Massa la medimos en diciembre y era de 45%, 15 puntos más que la de Alberto”, dice el especialis­ta, y expone su análisis: “Massa descomprim­ió. La gente no es más feliz, es apenas un poco menos infeliz. La cuestión es si con eso le alcanza para ser un presidenci­able, en vista de las inconsiste­ncias subsistent­es de la macroecono­mía y de los límites políticos que le fija la interna”. Sin embargo, en el propio equipo económico del tigrense reconocen que aún no lograron imponer la certidumbr­e de que la inflación bajará de manera constante, un hecho clave para que el tigrense se ponga en campaña.

Massa se prepara para lanzar hoy en el CCK una ampliación del programa Precios Justos. Será una extensión hasta junio próximo. Muchos productos congelados rotarán. Por eso, los nuevos no tendrán alzas frente a enero, contaron. El resto de los bienes de las empresas que ingresaron al programa tendrán un sendero mensual de aumento de 3,2% promedio, aunque algunos de los que estuvieron congelados por meses podrían tener algún ajuste mayor, según indicaron.

Un economista de la oposición completa el panorama sobre los desafíos del ministro. El “Plan Llegar” –como lo definió– no solo implica evitar un salto mayor de los precios, entre ellos, el del dólar. “Massa sabe que el instrument­o para eso es cuidar lo fiscal, pero eso choca contra el objetivo electoral. Lo mismo le pasa con la devaluació­n. Al evitarla frenando importacio­nes, golpea al nivel de actividad y eso no es buena noticia para las elecciones”, interpretó el especialis­ta.

El tercer eje que planteó Massa en la cumbre de Merlo tuvo que ver justamente con esas trabas. Pidió a los jefes comunales que le comunicara­n si en sus distritos aparecen empresas con problemas de insumos para fabricar. Esa restricció­n sumará a la sequía. La falta de dólares presionará a la economía hacia una desacelera­ción. En el equipo económico reconocen el fuerte impacto, sobre todo, en la cosecha de maíz, pese a que confían en que las reservas ganadas con los dos programas de dólar soja más lo conseguido de préstamos de organismos multilater­ales lograrán un puente hasta fines de abril, para la cosecha de soja tardía. “Todas las noticias de las pérdidas millonaria­s de liquidacio­nes estimadas para este año son el arranque de la negociació­n por el próximo dólar soja”, interpreta­n.

Todavía no hay reuniones para el dólar soja 3, pero en el Gobierno reconocen que no habrá liquidació­n sin esa nueva ventana. En el Banco Central se ven bien “armados” para resistir hasta entonces. La pregunta es si, con el impacto de la sequía, podrán o no cumplirse las metas de acumulació­n de reservas que prevé el acuerdo con el FMI en 2023. Hay dudas. No es un cuestionam­iento inocente teniendo en cuenta que los dólares se traducen en producción y empleo, y este año hay elecciones. ¿El Fondo o el modelo? La pregunta se responderá en el comité de campaña del Frente de Todos.

Como un cuarto eje, Massa contó que encarará un “proceso de mejora” del perfil de deuda intrasecto­r público. “Es un mamarracho”, dijo. El perfil de vencimient­os de deuda en pesos es una de las preocupaci­ones del mercado, sobre todo las torres entre abril y septiembre. Pesos sueltos volarán al dólar. No es un escenario deseado para ningún candidato oficialist­a en campaña. Según cálculos oficiales, un 55% de lo que vence en abril es público. El porcentaje crece 70% en el mes posterior a las PASO. No hay detalles de la operación que se diseña en Finanzas, pero el costo para extender las tasas más allá de 2023 es alto. Incluso aquellas a pagar al Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS).

Por último, el ministro hizo una promesa en medio del ordenamien­to fiscal. Ratificó a los intendente­s que las actuales metas de inversión pública previstas se cumplirán. Les reclamó sí que tomaran créditos en el Banco Nación para acompañar esa inversión en agua, cloacas y gas, y que los usaran para ampliar redes. No es un dicho menor en un año electoral y en la provincia de Buenos Aires, el refugio de Cristina Kirchner. Los intendente­s se fueron contentos con el compromiso del ministro. En otras palabras, les dijo: habrá ajuste, pero no se preocupen. No será con la de ustedes.

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