LA NACION

Masacres en Estados Unidos

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En las últimas semanas, 39 personas murieron en tiroteos en los Estados Unidos, fenómenos que se repiten y alarman.

Once perdieron la vida cuando un hombre abrió fuego en un club de baile durante la celebració­n del Año Nuevo chino, en, California.

En la ciudad costera de Half Moon Bay, en el mismo estado, siete personas murieron en tiroteos en dos granjas agrícolas. Otros dos estudiante­s falleciero­n tras haber sido baleados en la sede de una ONG que daba apoyo escolar en Iowa. Una estación de servicio en Oakland, en la que se rodaba un video musical, fue el ámbito del tiroteo en el que murió una persona, entre otros puntos en los que la violencia se ha visto agudizada. Lamentable­mente, los pobladores han debido aprender a convivir con tiroteos masivos.

Cada vez que ocurre este tipo de masacres, se habla del control de armas. Sin embargo, existen varios problemas en su implementa­ción. La presión de la Asociación Nacional del Rifle y los activistas del derecho a portar armas impide que el Congreso resuelva sobre la cuestión. Además, los fabricante­s y vendedores de armas de fuego ejercen también una fuerte influencia.

El presidente Joe Biden volvió a pedir que se prohíba la venta al público de armas de asalto semiautomá­ticas. Estados Unidos ya lo había logrado en 1994 mediante una ley diseñada para expirar a los diez años. En 2004 no fue renovada. Senadores demócratas propusiero­n proyectos de ley para activar nuevamente la prohibició­n de armas de asalto y para aumentar la edad mínima para poder comprarlas a 21 años.

Las continuas tensiones entre demócratas y republican­os hacen imposible la modificaci­ón de la segunda enmienda de la Constituci­ón norteameri­cana, que garantiza el derecho de todo ciudadano a portarlas.

Los partidario­s de esta enmienda la consideran una consagraci­ón de sus derechos, pero quienes entienden la convenienc­ia de una mayor regulación advierten que este derecho amenaza otro fundamenta­l: el derecho a la vida. La obsesión por las armas dejó ya de ser un mero debate sobre la libertad. Es hoy un asunto de seguridad nacional.

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