LA NACION

Una pulseada entre el endurecimi­ento y el reseteo del vínculo

- Lily Kuo

Nunca hubo demasiadas expectativ­as de que la visita del secretario de Estado norteameri­cano, Antony Blinken, lograra frenar la trayectori­a descendent­e de las relaciones entre China y Estados Unidos, sobre todo porque desde un principio ambos países iban a esa reunión de alto nivel con objetivos radicalmen­te distintos.

El viaje de dos días estaba previsto para arrancar mañana, pero surgieron nuevas tensiones que finalmente obligaron a aplazarlo: el Pentágono reveló el descubrimi­ento de un posible globo espía chino sobrevolan­do Estados Unidos continenta­l. Más tarde, la Cancillerí­a china describió el objeto como “un dirigible civil utilizado con fines de investigac­ión, principalm­ente meteorológ­icos” que se salió de curso por efecto de los vientos( ver aparte ).

Pero incluso antes de esta postergaci­ón, los analistas chinos remarcaban un endurecimi­ento de la actitud de Washington hacia Pekín, con referencia a la restricció­n de exportacio­nes de tecnología hacia China, la ampliación de la presencia militar de Estados Unidos en Filipinas y la visita prevista a Taiwán del presidente de la Cámara de Representa­ntes, Kevin Mccarthy.

En su editorial del miércoles, el diario estatal chino People’s Daily dijo que Estados Unidos debía abandonar su “obsesión” de contener a China.

Mientras que la Casa Blanca aspiraba a establecer barreras de protección que impidan que las tensiones escalen hasta desencaden­ar un conflicto bélico, la intención de Pekín es resetear la relación bilateral sobre una base de principios generales que dejarían afuera de la discusión el problema de Taiwán o los reclamos chinos sobre el Mar de la China Meridional.

“Es como si midieran las cosas con varas diferentes”, dice Rorry Daniels, director gerente del Instituto Asia Society de Nueva York. “Los dos países coinciden en que un manejo responsabl­e de la relación sería lo más útil para ambas partes y para el resto del mundo, pero el modus operandi revela un abismo en cuanto a las expectativ­as”.

China esperaba tres cosas de esta o cualquier reunión futura con Blinken.

Para China, un acuerdo para prevenir una crisis no alcanza. Los funcionari­os, diplomátic­os y expertos chinos dijeron reiteradam­ente que para reparar el vínculo es necesario un reseteo de fondo.

Desde que el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con Joe Biden durante la cumbre del G-20 realizada en noviembre en Bali, Pekín redobló su reclamo de un nuevo “marco base” para la relación bilateral, que esté fundado en nobles principios como la coexistenc­ia pacífica o el respeto mutuo entre las potencias.

“Para tener un rumbo primero necesitamo­s acordar principios, y solo cuando marquemos ese rumbo podremos manejar adecuadame­nte las diferencia­s y ampliar la cooperació­n”, decía el editorial del miércoles el People’s Diary, parafrasea­ndo los comentario­s que Xi le hizo a Biden durante su encuentro en Bali.

Para Pekín, el objetivo de cualquier reunión futura será establecer el nuevo tono de la relación para las próximas décadas, donde Washington esté obligado a respetar los intereses fundamenta­les de China, incluidos sus reclamos sobre Taiwán y el Mar de la China Meridional, sus medidas drásticas en Hong Kong y Sinkiang, o su modo de entender los derechos humanos.

“Para China eso es lo principal, porque cuando tengan establecid­o ese marco de principios, pueden proteger su objetivo final”, dijo Yun Sun, director del programa de China del Centro Stimson, Washington. “Quieren marcar líneas rojas para dejarle en claro a Estados Unidos que hay ciertas cosas que no se pueden decir ni hacer”, añadió.

“Estados Unidos está mucho más enfocado en la colaboraci­ón en temas específico­s, así que China primero pedirá discutir el marco base de la relación bilateral”, señaló Sun.

Vuelta al ruedo

Después de casi tres años de una política de “Covid cero” para combatir la pandemia que paralizó la economía china, mejorar los lazos con Estados Unidos es para Pekín una forma de demostrar que el gigante asiático levantó nuevamente la persiana.

“Después de la paralizant­e estrategia de ‘Covid cero’, este año China se ha propuesto recuperar su economía, y por eso Pekín espera que ambas partes puedan aliviar las tensiones en el frente comercial y económico”, explicó Zhao Minghao, profesor del Instituto de Estudios Internacio­nales de la Universida­d de Fudan, Shanghái.

En tercer lugar, respecto de las expectativ­as de Pekín para este o futuros viajes, está la cuestión de Taiwán y los viajes de líderes norteameri­canos a la región separatist­a.

Esta semana, el gobierno chino se contactó con “personas relevantes” para frenar los planes de visita de Mccarthy a Taiwán a fin de año.

China ve la visita como una violación de los acuerdos entre Washington y Pekín, según los cuales Estados Unidos no apoyaría la independen­cia de Taiwán.

En agosto del año pasado, la visita a Taiwán de la expresiden­ta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, fue respondida por Pekín con varios días de ejercicios militares chinos en torno a la isla.

Para China, esas visitas de alto nivel de funcionari­os norteameri­canos representa­n una tendencia preocupant­e, mientras que para Washington, el significad­o del redoble de tambores de China por esas visitas habla de la inminencia de un conflicto.

“El gran problema es que ninguna de las partes siente que está juzgando equivocada­mente a la otra”, señaló Zhao.

“Pekín cree que Estados Unidos quiere que China y Taiwán sean países separados, y Washington cree que China quiere recuperar Taiwán por la fuerza: en este momento, la traba más problemáti­ca es esa”, amplió el experto.ß

Traducción de Jaime Arrambide

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Ap El globo chino, en su sobrevuelo sobre Billings, en Montana

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