Billete de $2000: para los analistas, perderá valor rápidamente
En un año podría convertirse en el “nuevo billete de 1000”
Desde que entró en circulación el billete de $1000, en diciembre de 2017, hasta la fecha, el país acumuló una suba generalizada de precios de 840%. Solo por esa razón, los economistas consideran que la llegada del billete de $2000 era una medida necesaria, reclamada por varios sectores, pero que “se quedó corta”.
El nuevo papel se podrá encontrar en las calles entre junio y julio de este año, según el Banco Central (BCRA). Aunque por las demoras en la implementación, distribución y seguridad de los cajeros automáticos, los bancos estiman que irá cobrando protagonismo hacia fines de año.
Para ese entonces, su valor podría equivaler a lo mismo que el actual billete del hornero si se confirman los pronósticos de analistas privados. “Con una inflación anual estimada en 100%, al cabo de un año el billete de $2000 va a equivaler a uno de $1000 actual. Es prácticamente no haber hecho ningún sinceramiento de la inflación acumulada en los últimos 5 años y 3 meses. Desde ese entonces, los precios casi que se multiplicaron por diez (y, si sumamos este año, por 11). Tenía más sentido y lógica sacar uno de $5000 o, mejor aún, uno de $10.000, para eficientizar el manejo de efectivo en la economía”, apuntó Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultora.
Son varias las ventajas de tener una moneda con un valor de circulación más alto. Desde las empresas hacen hincapié en la seguridad a la hora de trasladar grandes cantidades de efectivo. En tanto, los bancos mencionaron el desgaste de los cajeros automáticos, la demora para hacer ciertos trámites y la falta de espacio de almacenamiento.
Para Augusto Ardiles, exdirector de la Casa de la Moneda, es “una oportunidad desperdiciada”. Con esta medida, por costos relacionados a la impresión como el papel, la tinta y la seguridad, el Estado podrá ahorrarse alrededor de US$21 millones para 2023. Si se lanzaba un billete de $10.000, la cifra escalaba hasta unos US$170 millones. “La denominación de los billetes no es algo caprichoso o ‘político’. Es una decisión que se toma en el marco de una política monetaria coherente y que tiene que ver con el poder de compra real de la moneda. Insistir con denominaciones bajas, además de convertir la experiencia de pago de la gente en un calvario, tiene un costo enorme”, agregó. Según sus cálculos, entre 2008 y 2015 este tipo de decisiones implicó la pérdida de US$638 millones. Y, entre 2020 y 2021, de US$186 millones.
En un sentido similar apuntó Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, quien señaló que cuando se lanzó el billete de $1000 equivalía a unos US$58. Al dólar MEP ($355), hoy son tan solo US$2,80. “Para alcanzar el mismo nivel en dólares, estamos hablando de un billete de $20.000. La de ayer es una decisión necesaria, pero insuficiente”, cerró.