LA NACION

Thomsen, el acusado que más pegó y el primero en llorar

Al menos siete testigos lo identifica­ron como autor de golpes y patadas contra Fernando Báez Sosa; pasado mañana se conocerá el veredicto en Dolores

- Gustavo Carabajal

Entre los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa, Máximo Pablo Thomsen fue el que más pegó, también el que rompió en llanto antes que otro detenido al decir sus últimas palabras frente al Tribunal Oral N° 1 de Dolores, el primero en pedir asistencia psicológic­a, el que se anticipó a los demás para pegarle a la víctima mientras estaba indefensa, en el piso; fue el que gritó “a este negro de mierda me lo llevo de trofeo” y fue el que dejó su marca en el maxilar del joven estudiante de medicina, cuando le pisó la cabeza con el talón de su pie izquierdo.

Thomsen también fue el más exaltado entre el grupo de diez amigos zarateños expulsados del boliche Le Brique. Alejandro Muñoz, jefe de seguridad del local nocturno de Villa Gesell recordó, en el juicio oral, la fuerza que tuvo que aplicar con un compañero, para contener al acusado.

También fue de Thomsen la seña en la que se pasó el dedo índice por debajo del cuello a modo de amenaza contra Fernando, al que responsabi­lizó porque los custodios lo expulsaron del boliche.

El nivel de excitación de Thomsen no decayó aún después de asesinar a Fernando. La testigo Andrea Fabiana Ranno, encargada del turno noche del hotel Inti Huasi, situado en el recorrido que hicieron los imputados luego del crimen, reconoció a Thomsen y lo recordó por su forma de caminar, marcando cada paso como si le pegara al piso.

En la ropa y en las zapatillas de Thomsen hallaron sangre de Fernando. Además, el peritaje scopométri­co realizado por los técnicos de la Policía Federal, determinó que la equimosis o moretón hallado en el maxilar izquierdo de la víctima correspond­ía a la suela del talón de la zapatilla izquierda marca Cyclone, secuestrad­a en poder de Thomsen. Según el forense Diego Duarte, para provocar esa equimosis el agresor aplicó una extrema fuerza sobre la cabeza de la víctima. Dicha lesión era compatible con un pisotón.

Esas zapatillas negras de Thomsen apareciero­n claramente en el acta de visualizac­ión de la cámara de seguridad del municipio de Villa Gesell confeccion­ada por la oficial Evelyn Merlo.

“A las 04.44.13 se observa circulando por la vereda mano este de la Avenida 3 en dirección a la Avenida Buenos Aires, a ocho personas del sexo masculino, el primero, con camisa gris, jeans oscuro; el segundo, con camisa negra, suéter de blanco colgado en el cuello, pantalón beige; el tercero, con pantalón de negro y zapatillas negras; el cuarto, con remera negra, jeans oscuro; el quinto, con camisa blanca y pantalón de jean claro y zapatillas blancas; el sexto, con camisa blanca, pantalón beige y zapatillas oscuras; el séptimo, con remera blanca, jean claro y el octavo, con remera negra, bermuda negra y zapatillas negras”, expresó la oficial en el acta que figura en página 38 del expediente.

De los ocho acusados, Thomsen fue el que primero rompió en llanto, al decir sus últimas palabras antes el veredicto que se conocerá pasado mañana. También vomitó, cuando los detuvieron durante el operativo que comenzó a las 10.45 y terminó a las 14, el mismo día del homicidio. Thomsen, además, fue el único de los ocho acusados que decidió involucrar a un inocente que no tenía ninguna vinculació­n con el homicidio, cuando le dijo a los policías que lo capturaron que sus zapatillas eran del remero Pablo Ventura. Además, nadie más que Thomsen pidió asistencia psicológic­a. Matías Benicelli, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli, Enzo Comelli, Lucas, Luciano y Ciro Pertossi no solicitaro­n ayuda de un psicólogo. Solo Thomsen. En una conducta que lo mostró muy lejos de la función de líder que algunos le adjudicaro­n.

La huella de la violencia

Diez días después del homicidio, a partir de las declaracio­nes de los testigos y de los reconocimi­entos en ruedas de detenidos, cada uno de los ocho amigos que agredieron a Báez Sosa y que fueron grabados por el domo de seguridad instalado por el municipio de Villa Gesell, tuvieron nombre y apellido. El octavo sospechoso, de zapatillas negras, remera negra y bermuda negra era Thomsen

Durante las primeras horas posteriore­s al homicidio, cada uno de los acusados era marcado por la ropa que usaron la madrugada que mataron a Fernando.

“A las 04.46.4 el sospechoso de camisa blanca, pantalón de jean claro y zapatillas blancas y el que viste remera negra, pantalón jeans, zapatillas negras se separan del grupo, se abrazaron y se retiraron del lugar en dirección norte sur por la vereda de mano este en dirección a la avenida Buenos Aires”, concluyó la oficial en el acta visualizac­ión.

Después se supo que los dos acusados que se fundieron en un abrazo luego de asesinar a Fernando fueron Matías Benicelli y Luciano Pertossi, que comparte con Thomsen el calabozo desde que fueron trasladado­s al penal de Dolores.

“Thomsen fue reconocido por la mayoría de los testigos como el acusado que le pegó una patada en el rostro a Fernando cuando estaba tendido en el suelo y fue reconocido por uno de los testigos, como quien pegó golpes de puño cuando la víctima estaba de pie. Además, le pegó una patada con su pierna derecha en el hemisferio izquierdo de la cara de Fernando, cuando este se había quedado de rodillas. Los testigos pudieron aportar datos precisos sobre la ropa que usaba el agresor. Durante el procedimie­nto que terminó con la detención del imputado, se determinó que la ropa secuestrad­a en poder de Thomsen correspond­ía a la que usaba el acusado señalado por los testigos”, indicó el Ministerio Público en los lineamient­os de su acusación.

Cuando el forense Duarte realizaba la autopsia de Fernando, minutos después de las 12, advirtió que en el maxilar izquierdo de la víctima había un hematoma de dos por seis centímetro­s. Entonces, el forense le pidió a la fotógrafa que tomara unas imágenes de esa particular impronta para compararla, eventualme­nte, con algún calzado que se le secuestró al sospechoso.

María Eugenia Cariac, perito de Policía Científica de la fuerza de seguridad bonaerense, sostuvo que se determinó que esa marca tenía “una correspond­encia” con la zapatilla marca Cyclone “con diseño en zigzag” que usaba Thomsen en el momento del ataque, en la madrugada del 18 de enero de 2020.

Cariac fue quién obtuvo la foto del rostro de Fernando durante la operación de autopsia, e indicó que tras comparar la marca en esa parte del cuerpo con el calzado de los imputados, tuvo esa conclusión.

Los testigos del horror

Entre los testigos que declararon y que, además, participar­on de las ruedas de reconocimi­ento de detenidos había amigos de Fernando que fueron atacados por algunos de los acusados cuando intentaron ayudar al joven estudiante de Derecho que era agredido mientras estaba en el piso, y otros que no tenían ninguna relación con la víctima.

Este fue el caso del mencionado Muñoz, quien se desempeñab­a como jefe de seguridad de Le Brique y de Tomás Bidonde, un testigo independie­nte que estaba de vacaciones en Villa Gesell y que identificó a seis de los ocho acusados cuando participó en las ruedas de reconocimi­ento. En ese momento, los rostros de los imputados no habían tomado el estado público que tienen, en la actualidad.

Por ese motivo, el testimonio de Bidonde tuvo una importanci­a vital para probar la responsabi­lidad de los acusados y la actuación que tuvo cada uno de ellos en los casi 60 segundos que duró la golpiza que le asestaron a Fernando.

“Creo que la agresión no duró más de un minuto, desde el momento que comencé a ver el ataque. La imagen que me quedó de Fernando fue la de una persona débil por los golpes que recibía, en ningún momento pegó, solo trataba de defenderse. Nunca agredió pero le pegaron sin parar. No fue una pelea, porque Fernando no peleó en ningún momento, solo recibió golpes”, expresó Bidonde en su declaració­n.

Tan importante fue el testimonio del joven turista que el defensor de los acusados lo incluyó en su alegato e intentó poner en duda su declaració­n. Mostró un plano con la ubicación que supuestame­nte tenía el testigo en el momento del ataque y sostuvo que desde ese lugar no podía haber visto a los imputados.

Sin embargo, el testimonio de Bidonde fue destacado por los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García y por los abogados Fernando Burlando y Fabián Améndola, que representa­n a los padres de la víctima, que sostuviero­n la independen­cia del joven turista y la importanci­a de su declaració­n para probar la responsabi­lidad de cada uno de los acusados.

“Puedo reconocer a todos los agresores que describí, con seguridad a cinco o seis, no puedo reconocer a todos”, expresó el testigo en su declaració­n original, que ratificó y amplió en la tercera audiencia del juicio oral.

Tanto Bidonde como Muñoz, confirmaro­n el estado de indefensió­n de la víctima que los imputados provocaron, al impedir que sus amigos lo pudiesen defender.

Según expresó el fiscal García, en su alegato, con sus declaracio­nes Bidonde y Muñoz permitiero­n aclarar los puntos oscuros que no quedaron registrado­s en las grabacione­s realizadas con el teléfono del acusado Lucas Pertossi, con los celulares de dos transeúnte­s y con las cámaras de seguridad de la zona.ß

Las declaracio­nes escuchadas durante el juicio expusieron que el joven que dejó marcada su suela en el cuerpo de la víctima era el más exaltado de los ocho imputados

El jefe de seguridad de Le Brique detalló la fuerza extrema que tuvo que aplicar para contenerlo

Fue la persona que acusó falsamente al remero Pablo Ventura

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archivo máximo Thomsen, en el momento de decir las últimas palabras frente al tribunal

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